Howard Becker: "El entretenimiento es también una fuente seria de conocimiento"
Patriarca de la sociología norteamericana y músico de jazz, en su último libro muestra cómo la literatura y la fotografía son reveladoras de las sociedades y alienta a tener "una mirada suspicaz acerca de las instituciones convencionales"
Howard Becker es un patriarca de la sociología norteamericana, pero uno de los más cool que se pueda encontrar. Nacido en 1928, completó su doctorado en la Universidad de Chicago con apenas 23 años, cuando ya era un pianista profesional de jazz, que tocaba en bares de más -o más bien, menos- prestigio. Asistió a la expansión de los departamentos del área en Estados Unidos y se convirtió en un referente de la sociología de la desviación, a partir de sus trabajos sobre la cultura de la droga, sistematizados en Outsiders: hacia una sociología de la desviación. Escribió también sobre sociología de las artes (hace algunos años se tradujo El jazz en acción, que escribió en coautoría con Robert Faulkner, también músico y sociólogo) y sobre metodología, compartiendo con los aprendices de la academia los Trucos del oficio y sus secretos sobre cómo terminar una tesis y otros papers en su Manual de escritura para científicos sociales. Hizo su carrera entre las universidades Northwestern y de Washington, con estadías fuera de Estados Unidos, en Gran Bretaña y Brasil.
Es generoso con sus conocimientos y entusiasta con su disciplina. Y parece embarcado en una tarea de apertura y desmitificación: no le gusta mucho que se hable de la "escuela de Chicago" (algunos estudiosos lo consideran representante de una "segunda escuela de Chicago", junto a Erving Goffman) o que se la asocie únicamente con determinada metodología. Insiste en la importancia de la indagación minuciosa, la búsqueda de datos, que casi podría caracterizarse como una inmersión en el ambiente por estudiar.
Esta pasión por la investigación, más allá de las rigideces del método, es bastante explícita en el último libro traducido por Siglo XXI. En Para hablar de la sociedad. La sociología no basta Becker recopila y ordena un trabajo de años y cuenta cómo y qué nos enseñan, a su modo, la literatura o la fotografía sobre las sociedades. Simétricamente, muestra que la aparente asepsia de los cuadros con barras puede llegar cargada con significados asociados; es decir, que la estética de la representación científica afecta el modo como los expertos interpretan la información. O que los números, los aparentemente gélidos y neutros números, pueden leerse con la misma emoción que el alegato de un fiscal cuando hablan de temas que duelen, como la discriminación racial.
Su análisis de La profesión de la señora Warren, de George Bernard Shaw, deja en evidencia que una obra de teatro también puede entenderse como una auténtica sociología de la prostitución. De manera semejante, lee Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, como un estudio sobre las diversas "contingencias de una carrera matrimonial" en la campiña inglesa de principios del siglo XIX.
Aunque inicialmente no quería dar clase, con los años se fue convirtiendo en un maestro dedicado y creativo, que puso en práctica distintas estrategias para enseñar lo que ya sabía y construir nuevos conocimientos con sus alumnos. Su escritura recupera esas experiencias: la suya no es una sociología de resultados sino de procesos, con mucho del proceso de hacer investigación sociológica.
Está un poco cansado de viajar y por eso rehúye los largos trayectos en avión en "circunstancias incómodas" e incluso en las "más cómodas", así que no se va a dejar sobornar por un pasaje en primera. Pero responde por email desde San Francisco a velocidad supersónica, prestándose a la entrevista y haciendo un poco de sociología del periodismo a la vez.
En Para hablar de la sociedad, usted en esencia dice que las ciencias sociales no monopolizan el conocimiento acerca de lo que pasa en las sociedades. En ese sentido, ¿por qué eligió las expresiones "hablar de" o "contar" en lugar de, por ejemplo, "entender" o "explicar"?
Son las palabras más generales que pude encontrar para abarcar el abanico de modos que se han encontrado para comunicar conocimientos o ideas acerca de la vida social. Son también, quizá, las palabras menos pretenciosas.
La experiencia cotidiana, los medios de comunicación, la literatura y el cine muchas veces son considerados fuentes valiosas acerca de la vida social, sobre lo que pasa en el propio país y en el mundo. Su libro parece estar dirigido sobre todo a los investigadores en ciencias sociales. ¿Está de acuerdo con esta observación?
Es posible, pero pienso que, aunque la gente en todas partes usa, como usted dice, todas estas formas que los ayudan a comprender y pensar acerca de la vida social, yo pretendía mostrar a la gente en general, no sólo a los científicos sociales, cómo usar estas fuentes con ese propósito; cómo ver más en un film o en una novela que, por ejemplo, la mera experiencia emocional. Pensar en esos medios como fuentes de verdadero conocimiento y hacerlo de manera más sistemática y consciente que como lo hacen habitualmente. Pero, por supuesto, el libro está dirigido, en gran medida, a los especialistas en ciencias sociales y expertos relacionados. En relación con ellos, mi objetivo fue mostrarles de qué modo usar estos materiales para sus propósitos. Y, especialmente, tipos de trabajos -por ejemplo, la fotografía- que cualquiera puede darse cuenta de que transmiten conocimiento que no es fácil compartir de otra manera, pero que es un conocimiento que parece "no científico". Es extraño que los cientistas sociales tengan estas ideas, porque las ciencias naturales se apoyan en materiales fotográficos como medios de investigación y para recabar evidencias. Un ejemplo claro es la astronomía.
¿Qué espera que aprendan los científicos sociales de su libro?
De qué forma emplear estos materiales como evidencia seria acerca de la sociedad, no sólo como entretenimiento. Y de qué modo usarlos en su propio trabajo como recursos.
¿Y los no especialistas, es decir, el público en general?
Exactamente lo contrario. Pueden aprender que aquello que podrían pensar como entretenimiento es también una fuente de conocimiento seria. Que puedan ver una obra, La profesión de la señora Warren de George Bernard Shaw, por ejemplo, como un argumento serio y razonado acerca de la prostitución, tan informativo y creíble como un estudio sociológico.
Pero, entonces, ¿qué nos ofrecen las ciencias sociales, en cuanto a la producción de conocimiento? ¿Cuál es su especificidad?
Uno de mis profesores solía decir que la sociología nos cuenta qué es verdadero de las personas como resultado del hecho de que en todas partes vivimos en grupos. Lo que significa que, dado que no podemos hacer nada sin la cooperación de otros, nuestra manera de cooperar va a afectar todo lo que hagamos. Es muy claro en las artes. No puedo hacer una película solo. Necesito actores, escritores, electricistas que se ocupen de las luces, operadores de las cámaras que filmen a los actores que trabajan bajo esas luces, etcétera. El film depende de la contribución de todos. Es fácil hacer un pequeño experimento mental: todos los films tienen créditos por el catering, para aquellos que proveen las comidas que los actores y demás trabajadores necesitan durante el día de trabajo. Para mí, los encargados de la comida también contribuyen al film; para verificarlo alcanza con imaginarse un día de filmación sin catering. ¿Qué pasaría? Actores y trabajadores dejarían el set a la hora del almuerzo, y eso llevaría más tiempo que comer en el set. En consecuencia, los días de trabajo se extenderían y se consumiría más dinero del presupuesto que, finalmente, es limitado. De modo que alguna otra cosa no se podría pagar, y entonces el film sería diferente, con trajes más baratos o sin efectos especiales. ¿Se entiende?
¿Y qué tipo de conocimiento acerca de la sociedad nos ofrece la literatura? ¿Qué pasa con la literatura fantástica? ¿O con la ciencia ficción? En su libro no considera ese tipo de literatura, aunque sí dedica un interesante análisis a las parábolas. ¿Piensa que sólo la literatura "realista" nos cuenta algo acerca de la sociedad?
No, la literatura no necesita ser realista para darnos información acerca de la sociedad. La ciencia ficción, por ejemplo, siempre ha sido considerada una suerte de experimento mental sobre lo que podría ocurrir si determinados aspectos de la vida social hubieran sido diferentes.
¿Por qué no se ocupa del periodismo, pero sí de la fotografía periodística?
La verdad es que no lo sé. Hay muchas cosas de las que no hablo en mi libro, muchos aspectos que no relacioné con mi propuesta. No me propuse ser enciclopédico, sino mostrar que uno puede pensar acerca de cualquier forma de comunicación de esta manera. El periodismo sería un lugar natural para investigar las limitaciones organizativas en la producción de representaciones de la vida social. Un periodista tiene que hacer una nota, y sólo pude dedicar un tiempo limitado a esa tarea. Usted puede querer dedicar semanas a entrevistarme (o quizá no) pero eso no encaja en el cronograma de trabajo y la distribución de tareas de su diario. Por ahí va la cosa.
Su trabajo es muy claro acerca de los valores y los presupuestos que pueden estar detrás de una terminología aparentemente neutra, como cuando la medicina habla de "adictos a las drogas". Entonces, ¿qué significa la "objetividad" para las ciencias sociales?
Bueno, yo no hablo de "objetividad", por lo menos no creo hacerlo. Prefiero "precisión", "completitud" y criterios similares, que son objetivos que un campo de conocimiento puede alcanzar de manera colectiva, a través de un proceso de crítica, argumentación y discusión. Por eso los investigadores de las ciencias naturales están tan interesados en publicar sus hallazgos en journals revisados por pares, es decir, por sus colegas. Al hacerlo, el trabajo queda expuesto a la crítica organizada de personas que saben mucho del mismo tema, que conocen qué errores y sesgos pueden afectar lo que un investigador sostiene. Bruno Latour dice en uno de sus trabajos que el destino de una afirmación científica queda en las manos de aquellos que la usan después de su publicación, es decir, otros científicos.
Usted es un científico social con un pasado de músico de jazz. ¿Cómo influyó en su trabajo? ¿Qué ventajas y desventajas supuso para sus investigaciones y para su carrera?
Creo que para cualquier investigador en ciencias sociales es útil tener un conocimiento personal de las actividades en la que participan las personas a las que estudia. Eso no significa que yo tenga que ser médico para analizar a los estudiantes de medicina, como hice en Boys in White. Student Culture in a Medical School [Chicos de blanco. La cultura estudiantil en las facultades de medicina, aún no traducido al español]. Pero sin dudas me ayudó ver de qué estaban hablando y experimentar yo mismo por lo menos una parte de lo que ellos experimentan. Más allá de eso, creo que tocar en los clubes y bares donde toqué durante todos esos años me permitió desarrollar una mirada suspicaz acerca de las instituciones convencionales: así yo estaba menos inclinado a aceptar lo que dijeran de sí mismos, sus afirmaciones, y mejor preparado para hacer mi investigación de manera más imparcial.
¿Cuáles serían esas "instituciones convencionales"? ¿La propia sociología, las universidades?
Todas las organizaciones clásicas. Ciertamente, las universidades, pero también los hospitales y las empresas, grandes y pequeñas, los gobiernos municipales y el gobierno nacional, etcétera. Mi idea es simple. Todas las organizaciones tienen una historia, un relato acerca de sí mismas que enfatiza lo que sus dueños o administradores piensan que esas organizaciones tienen de "bueno" y trata de minimizar lo que podría ser criticado. Para ellos, se trata de relaciones públicas, de manejar las apariencias. De modo que si uno hace una investigación seria, inquisitiva, seguramente va a encontrar esas cosas criticables y las va a incluir en su comprensión de esa organización. Te van a decir cosas como: "Usted no se tiene que preocupar por esto", sea lo que sea. Siempre supe que cada vez que el líder de una organización me dijera que algo no era importante y que no me tenía que preocupar por eso, bueno, pues eso era exactamente aquello a lo que tenía que prestar atención. Una intuición que siempre resultó correcta. ß
¿POR QUÉ LO ENTREVISTAMOS?
Porque sus aportes han sido fundamentales en el desarrollo de la sociología norteamericana y la difusión de su ciencia