¿Hombres pájaro o un suicidio elaborado?
"Es más un suicidio que un deporte." Hervé Le Gallou dijo estas palabras en una entrevista con The New York Times poco antes de morir trágicamente, en 2013. Era uno de los pioneros del salto BASE, que consiste básicamente en lanzarse al vacío desde grandes alturas asistido por un paracaídas o un traje de alas.
Seguramente los habrán visto en YouTube. Son esos tipos que se arrojan desde una montaña con una especie de mameluco especial del que, al extender los brazos, se abren unas alas similares a las de un pájaro (wingfly o wingsuit). Con la cámara Go Pro aferrada al casco, filman descensos espeluznantes, imposibles, entre rocas y a gran velocidad, emitiendo siempre gritos excitados y dopamínicos. Cada capítulo de estos eventos recibe millones de "vistas" en las redes sociales y los noticieros nocturnos les echan mano cuando no tienen nada mejor. Sponsors contentos, misión cumplida. Desde el sillón de casa, con una cerveza en la mano, estos saltos resultan un espectáculo vibrante, donde nunca falta el comentario: "¡Casi se mata, jeeee!". Bueno, Johnny Strange, de 23 años, el jueves pasado, se clavó en el piso. El muchacho se desestabilizó segundos después de haberse tirado de una cumbre de 2000 metros de altura en los Alpes suizos. Algo falló en sus "alas" y Johnny impactó de lleno contra la dura corteza terrestre. En mayo, las alas de Dean Potter, de 43 años, tampoco se abrieron. Él y su compañero, Graham Hunt, de 29 años, terminaron hechos polvo -literalmente luego de arrojarse desde 2286 metros de altura en el Taft Point, una pared de roca ubicada en el parque Yosemite. Potter era uno de los héroes de esta profesión, aunque había sido reprendido por algunos sponsors por su comportamiento demasiado "temerario". Cabe preguntarse cuál será el dispositivo corporativo para medir cuándo uno de estos tipos se pasa de la raya, ¿no? Como sea, Potter murió en la suya: en medio de una gran polémica.
Es que no todo es adrenalina, hermandad, valentía y todas esas frases hechas que suelen espolear los que hacen salto BASE, winfly u otros deportes extremos. Muchos comenzaron a calificar esta actividad de alto riesgo como un "suicidio elaborado" fuera de las fronteras deportivas. La delgada línea que dividiría a los "deportes extremos" del salto BASE, según algunos especialistas, estaría definida por la "adicción al riesgo". O sea, una pulsión incontrolable del individuo por recibir el estímulo de sustancias orgánicas como la dopamina en cantidades superiores a las normales. Los críticos dicen que sería algo así como abusar de drogas y combinar el momento con la sedentaria y poco deportiva práctica de la ruleta rusa.
"Nunca tenés la garantía de que se abra, es un regalo cada vez que oís la explosión cuando se despliega la campana." La "campana" es el paracaídas y el que dijo esta frase fue el español Darío Barrio, que en junio de 2014 falleció en una exhibición con traje de alas. Barrio era un cocinero reconocido en España, tenía mucha pinta y se definía como un "deportista polifacético". Ahora es otro cadavreexquis en los papeles espontáneos que se escriben sobre esta nueva actividad.
El chileno Ramón Rojas estableció el récord del mundo de esta especialidad con un vuelo de 4100 metros desde el cerro El Plomo en la cordillera de los Andes. Un mes después, el 20 de septiembre del año pasado, tuvo un pequeño percance mientras se preparaba en el valle suizo de Lauterbrunnen para los campeonatos del mundo. No es necesario explicitar las consecuencias de ese "percance".
El atávico deseo del hombre de dominar el arte de volar siempre estuvo relacionado con la tragedia. Desde la leyenda de Ícaro y Dédalo, que escaparon de la isla de Minos gracias a unas alas construidas con plumas y cera, hasta los aficionados del wingfly. Ícaro, como ya todos saben, se aproximó demasiado al sol y la cera de las alas terminó derritiéndose: cayó al mar y murió. Los fanáticos del wingfly a veces se aproximan demasiado a las rocas, ásperas, mortales con un trajecito de nailon. Al parecer, para algunas personas no tener alas es como una deficiencia de nuestra especie. El cuerpo es pesado para ellos. La sangre, los pies, el agua, las vísceras y todo lo que nos conforma resulta un poco insoportable de cargar. La ley de gravedad es fatigosa. Por eso la palabra "libertad", supongo, queda muy frecuentemente asociada al sueño de volar o las aves. Una vuelta irónica sobre esta fórmula volar-libertad podría hallarse en la película Las alas del deseo, de Wim Wenders, donde los ángeles, en cambio, estaban dispuestos a dar sus alas con tal de obtener la sensibilidad y los sentimientos humanos? O sea: un poco de nuestra fatiga.
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