Historia triste y brillante
Sobre Stoner, de John Williams
El comienzo de El buen soldado, la historia que Ford Madox Ford publicó en 1929, es célebre –entre otras razones– por representar el summum de lo luctuoso: "Ésta es la historia más triste que jamás he oído", sentencia el narrador, y hay que decir en su honor que cumple palabra por palabra con su explícita promesa. Aquella frase podría aplicarse perfectamente a Stoner, esta soberbia novela de un tal John Williams, publicada originalmente medio siglo atrás.
El paralelo con la novela de Ford podría extenderse a toda su introducción. Como en aquélla, Williams resume sobria pero rotundamente la anécdota completa, sólo que es todavía más puntilloso. ¿Hasta dónde, cabría preguntarse con inocencia, es posible continuar leyendo con intensidad cuando ya nos han resumido todo lo que en adelante ocurrirá? Justamente por eso, y allí reside una de las maravillas que de vez en cuando logra la gran literatura: a partir de determinado momento, si algo ha ocurrido entre el protagonista y el lector, éste estará dispuesto a desear que lo engañen con tal de que eso que aparentaba ser una anécdota cerrada sea apenas un destino al que se logrará vencer. Sin embargo, Williams no hace trampa –como no la hace García Márquez en Crónica de una muerte anunciada–, y es así como Stoner se convierte no en el negativo de "la Gran Novela Americana", esa entelequia irrealizable, sino en su mutitudinaria contracara: no muestra las fisuras del sueño americano sino que lo presenta como algo lejano o incluso inimaginable.
Stoner dialoga con la enorme tradición de novelas norteamericanas situadas en el universo de la enseñanza, recogiendo los vicios y las ruindades de ese entorno pero con la particularidad de que la vida de William Stoner, el protagonista, carece de cualquier atractivo.
Stoner, un oscuro profesor universitario con una mujer perversa cuya infelicidad la empuja a hacer infelices a los otros, es alguien que acaso tuvo una oportunidad, y no más que eso. Lo que Williams demuestra sombríamente es que la "lectura" de ciertas vidas puede restringirse con frecuencia a un par de decisiones. Pero sin duda lo más terrible es hasta qué punto el camino del conocimiento le tiende a Stoner una trampa. Saber más es, también, ser más consciente de la propia desgracia. Williams no cede a la tentación de sublimar poéticamente a su personaje montándolo al paradigma de la locura. Le alcanza con el camino de la ilustración. Stoner es alguien a quien el saber arranca de una existencia opaca para proponerle un nuevo mundo. Pero la vida en una intrascendente universidad del Medio Oeste es sólo una escenificación distinta de ese callejón sin salida en el que un día es igual a otro, y así hasta la muerte.
STONER
Por John Williams
Fiordo
Trad.: Carlos Gardini
290 páginas
$ 302