El presidente saliente se retira sin reconocer su derrota y tratando de quitarte legitimidad de origen a su sucesor; la polarización de EE.UU., la pandemia, el cambio climático y la relación con China son, a la vez, desafíos y oportunidades para el mandatario que llega,panorama. El cambio de poder político en EE.UU. coincide con el comienzo de los años 20 de un siglo que cada vez se asemeja más a un tembladeral
Las banderas estadounidenses flameaban en lo alto. Centenares de gorras rojas con la leyenda Make America Great Again irrumpían en el gris invernal de Washington DC. Los carteles que sostenían miles de manifestantes postulaban una clara consigna: "Detengan el robo". Con los seguidores de Donald Trump protestando en las afueras de la Casa Blanca, el clima se tornó violento y tenso. Asediado e invadido por los manifestantes, el Congreso estadounidense suspendió la sesión en la que debía certificarse el triunfo electoral de Joe Biden. Todo ocurrió el miércoles pasado.
Instituciones vulneradas. Una frágil legitimidad de origen ocasionada por el propio presidente Trump, con sus reiterados intentos de anular el resultado de las elecciones. Una polarización política acentuada, cada vez más intensa. Una sociedad desgastada por la crisis sanitaria que supuso la pandemia de coronavirus, y la crisis económica que trajo encadenada. En el frente externo, los desafíos también son grandes y la herencia de Trump, problemática. El cambio climático y el ascenso de China serán dos de los asuntos pendientes que Biden deberá resolver. ¿Qué legado deja Trump luego de su presidencia y qué país recibirá Joe Biden cuando asuma el cargo máximo del Ejecutivo, el 20 de este mes?
Todo apunta a que recibirá un país con fuertes tensiones, enfrentado, dividido e institucionalmente resquebrajado. Mientras continúe la polarización, será difícil para Biden encontrar puntos en común con los republicanos, aún a pesar de su vocación dialoguista. Por más que Trump abandone la presidencia, sus seguidores seguirán presentes la escena política, y podrán continuar presionando por desconocer el resultado electoral.
En el plano internacional, Biden intentará romper con el legado confrontativo que Trump deja en las relaciones con China, y buscará volver a liderar los espacios de diálogo internacional en aspectos como el cambio climático o la lucha contra la pandemia, escenarios de los que Trump se había replegado.
La erosión institucional quizá sea uno de los legados más alarmantes. Según el instituto Varieties of Democracy de la Universidad de Gotemburgo, Estados Unidos es el único país de Europa Occidental y Norteamérica que sufrió una autocratización sustancial en los últimos años. Experimentó un fuerte retroceso de la democracia liberal, cayendo un 15% entre 2008, cuando asumió Barack Obama, y 2019, tras cumplirse tres años de gobierno de Trump. Parte de este deterioro se exhibe en el estado de las instituciones de la democracia estadounidense.
"Trump fue un líder depredador de instituciones. Pero, aunque en algunos casos han quedado erosionadas, no ha podido derribarlas. Hay otros casos de populismos depredadores de instituciones donde el daño ha sido más severo, como en Polonia, Hungría o Turquía. Si bien queda un legado institucional negativo en EE.UU., probablemente se puedan recomponer", observó el analista Sergio Berensztein.
En este aspecto, Lourdes Puente, directora de la Escuela de Política y Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina (UCA), agregó que "la experiencia de Trump puso al desnudo las instituciones. Pero de hecho, no pudo hacer todo lo que quiso y como lo quiso. No prosperaron los juicios iniciados para cambiar el resultado de la elección, ni siquiera los dos que llegaron a la Corte Suprema que tiene mayoría republicana. La verdadera crisis no es tanto de las instituciones como de los dos partidos".
Buena parte del Partido Republicano, impregnado por el discurso demagógico y polarizante de Trump, se plegó al intento por desconocer el resultado electoral. Esto también tuvo impacto en los propios votantes republicanos. Sólo el 39% de quienes apoyaron al oficialismo creen que Biden ganó la elección del pasado 3 de noviembre. El porcentaje restante considera que la ganó Trump o no está seguro del resultado, según un estudio de las universidades de Harvard, Northeastern, Northwestern y Rutgers.
"Que un porcentaje importante de votantes republicanos descrean del sistema electoral es un dato muy preocupante. Es un problema de legitimidad de origen que no va a ser sencillo revertir, porque no creen en la transparencia del resultado", opinó Berensztein, respecto al desafío que deberá enfrentar Biden si continúan las protestas. Y es probable que eso ocurra, dado el alto grado de polarización.
"Hay que ver a Trump como el resultado de un proceso de polarización en EE.UU. que ya lleva 25 años por lo menos, y no tanto como una causa. Pero sin dudas, Trump polarizó más a la sociedad y a la vida política. Modificó el comportamiento de la figura del presidente: solía ser una figura unificadora que intentaba ponerse por encima de las rencillas, sin mostrar tanta partidización. Trump deliberadamente polarizó y dividió. Latinoamericanizó la presidencia. Esto no desaparecerá con Trump y posiblemente sea uno de sus principales legados", sostuvo Juan Negri, doctor en Ciencia Política y profesor en las universidades Torcuato Di Tella (UTDT) y San Martín (UNSAM).
La grieta norteamericana
La polarización se observa en la presencia de grupos de extrema derecha y extrema izquierda, dispuestos a recurrir a la violencia, como los Proud Boys o Antifa. También quedó plasmada en la tensión racial que renació el año pasado durante las protestas de Black Lives Matter.
No es sólo una cuestión de extremos. Afecta a los partidos mayoritarios de EE.UU. Y esta lógica polarizante hace más difícil poder tender puentes entre los republicanos y Biden.
"El Partido Republicano se transformó. De forma gradual, Trump terminó conquistándolo, a pesar de las resistencias iniciales. Dentro del legado institucional, el Partido Republicano ha quedado devastado. Hay algunas construcciones hechas con Biden, que siempre fue un dirigente bastante centrista. Nunca tuvo políticas pro-grieta con los republicanos. Hay que ver hasta qué punto sin Trump en el Poder Ejecutivo, el Partido Republicano vuelve a una lógica más normalizada y menos exaltada", puntualizó Berensztein.
Sin embargo, aún con Trump fuera de la presidencia, mientras la polarización perdure, es difícil que el Partido Republicano sea más dialoguista. "El partido lo necesita a Trump porque no tiene líderes alternativos. La base de sustentación que tiene Trump obliga al partido a no eludirlo. Con la grieta potenciada, Trump tiene futuro, porque es quien mejor interpreta el extremo", afirmó Puente.
En una línea similar, Federico Merke, director de la maestría en Política y Economía Internacional de la Universidad de San Andrés (UdeSA), afirmó que: "Con un cambio de tono en su discurso y con una mirada más tolerante e inclusiva, Biden tiene un margen para achicar la brecha, pero hoy la narrativa más sólida dentro del Partido Republicano es la que se construyó en torno a la figura de Trump, de modo que sus seguidores continuarán en esa dirección".
Lo mismo consideró Carla Yumatle, doctora en Ciencia Política de la Universidad de California-Berkeley y profesora en la UTDT: "El trumpismo no desaparecerá automáticamente. Trump podrá desvanecerse, pero su base social y electoral no desaparecerá necesariamente en la misma medida y con igual rapidez".
La relación con el Partido Republicano es fundamental para entender por qué ocurrió una erosión de las instituciones en los últimos cuatro años. "Trump ha significado una seria profundización en el camino hacia el debilitamiento de la legitimidad democrática cuestionando la integridad de las elecciones, avivando la violencia callejera, expresando un racismo abierto y mentiras explícitas. Gran parte del Partido Republicano lo acompañó en sus atropellos", observó Yumatle. Y agregó: "La polarización antecede a Trump, pero él la ha exacerbado a través de su demagogia, retórica y exabruptos".
Uno de los planos en los que mejor se reflejará la política de polarización, enfrentamiento y división, será el Congreso. A pesar de la reciente victoria demócrata en Georgia, el recinto legislativo quedó dividido y sin un predominio contundente de demócratas o republicanos.
"El Congreso dividido requiere acuerdos. Este modo de acción requiere saltear la grieta y eso será complejo si se sigue amplificando", observó Puente. En ese sentido, Negri señaló que "dada la alta polarización que hay en EE.UU. es difícil que muchos republicanos colaboren abiertamente con Biden. Lo que muestra el gobierno de Trump es que tampoco hubo tantos republicanos moderados, así que va a ser difícil para Biden trabajar con los republicanos. El grueso del paquete legislativo, como el estímulo económico o la reforma en los seguros de salud, va a estar bloqueado".
Desafíos globales
Pero los desafíos no se terminan en el frente interno. Problemas globales, como la pandemia de Covid-19, el cambio climático o el ascenso de China también suponen un complejo legado de Trump, con el que Biden deberá enfrentarse.
Estados Unidos fue el país más golpeado por el coronavirus, con más de 20 millones de casos y 357.000 muertes. Esto provocó una fuerte caída económica, de la cual se está empezando a recuperar: en el tercer trimestre de 2020, EE.UU. creció 7,4%. Mientras, ya está en marcha la campaña de vacunación contra el Covid-19, que superó las 4 millones de dosis administradas.
"El plan de Biden apunta en dos direcciones. Una es poner en marcha la economía. La otra es encarar la pandemia de una manera más organizada. Trump deja un legado de enorme incompetencia, arrogancia y desdén por la ciencia. La clave estará en cuán rápido y eficiente será Biden para dar una respuesta a la población en términos sanitarios y de estímulo económico. Lo que ya se puede apreciar es que Biden se está tomando con mucha seriedad la pandemia", observó Merke.
Si bien Trump está lejos de ser el responsable de un fenómeno como la pandemia, fuera de todo plan, sí debió encargarse de gestionarla. Por eso, la respuesta de Trump ante la pandemia puede explicar, al menos en parte, por qué se frustraron sus planes de reelección. "La respuesta caótica y desordenada de Trump frente a la pandemia, con mentiras y minimizaciones es una causa de su derrota", apuntó Negri.
Por esta razón, la pandemia también puede implicar una oportunidad para Biden. "Todos los países enfrentan el mismo problema, y Biden puede recuperar liderazgo si se anima a plantear estos retos vinculados a la pandemia a un nivel global, y no sólo doméstico", agregó Puente.
En ese sentido, también el cambio climático puede servir para marcar una diferencia con el legado que deja Trump, y reinsertar a Estados Unidos, luego del repliegue que inició Trump, tras retirarse de espacios de diálogo internacional como el Acuerdo de París y desmantelar a nivel doméstico la Agencia de Protección Ambiental (EPA). "Estados Unidos y China son los principales emisores de gases de efecto invernadero, de modo que si uno se baja de los compromisos no será posible avanzar en la lucha contra el cambio climático. Durante los años de Trump se conjugaron dos cosas: la negación acerca de la existencia del cambio climático y la negación a dialogar con China en este y otros asuntos. Biden puede señalar su compromiso con el Acuerdo de París y buscar enderezar el rumbo", opinó Merke
Al respecto, Negri afirmó que "con Biden podemos imaginar una vuelta a la política exterior de Obama, con un diálogo más abierto, más amistoso, una mirada más amplia de la política exterior, no solamente concentrada en el déficit comercial, y la vuelta de EE.UU. a los escenarios multilaterales de diálogo. Sobre todo, esto se va a ver en la cuestión del cambio climático, donde EE.UU. va a tener un rol más constructivo en ese punto, más atento a las cuestiones ambientales".
"Lo único que miraba Trump era el superávit de la balanza comercial. Esto lo llevó a las famosas guerras comerciales con China", completó Negri. Cómo evolucione la relación con China, será otro de los interrogantes. El ascenso chino es innegable e irrefrenable. Y aunque excede a Trump y a Biden por igual, el presidente republicano hizo uso constante del discurso anti China como una herramienta para consolidar sus apoyos, tanto durante su mandato, como en las campañas electorales.
"Trump deja a un Estados Unidos muy dañado en cuanto a su situación en el mundo. Trump irritó a sus aliados, buscó acercarse a autócratas y dejó de lado todo aquello que no representara una ganancia individual de corto plazo. Biden puede traer una retórica más multilateral, más basada en principios y valores y más dispuesta a la cooperación y al diálogo. No veo un cambio drástico en la relación con China. Seguramente haya un período de acercamiento y diálogo, pero Biden y buena parte de sus bases de apoyo, en particular los sectores más de izquierda, ven a China con mucha preocupación en términos comerciales, ambientales y de derechos humanos", observó Merke.
Más allá de todo, hay cuestiones estructurales que exceden al color político que ocupe la Casa Blanca. La degradación del multilateralismo, del liberalismo en las relaciones internacionales, y la crisis de las democracias occidentales es un fenómeno global. "En el mundo, el liberalismo, el institucionalismo, y el multilateralismo, quedaron muy diezmados. Pero eso ya pasaba antes. Quizá Trump profundizó la velocidad de degradación", sostuvo Berenzstein.
Al respecto, Yumatle afirmó que "el trumpismo es otro ejemplo de las derechas radicalizadas a nivel mundial. Además, el sendero hacia la erosión de la democracia fue legal. Casi todos sus avances anti democráticos han respetado los parámetros constitucionales. Por eso, desvía nuestra atención pensar en la experiencia y el legado de Trump como populista, demagogo, autoritario o fascista", concluyó.