Leé un fragmento de Henrik Ibsen, un hombre fuerte y raro, que Rubén Darío publicó en LA NACION
Es uno de los numerosos textos que Rubén Darío publicó en este diario entre 1894 y 1897
No hace mucho tiempo han comenzado las exploraciones intelectuales al Polo. Ya Leconte de Lisie había ido á contemplar la naturaleza y aprender el canto de las runoyas; Mendés á ver el sol de media noche y á hacer dialogar á Snorr y Snorra, en un poema de sangre y de hielo. Después los Nordenskjóld del pensamiento descubrieron en las lejanas regiones boreales, seres extraños é inauditos: poetas inmensos, pensadores cósmicos. Entre todos, hallaron uno, en la Noruega; era un hombre fuerte y raro, de cabellos blancos, de sonrisa penosa, de miradas profundas, de obras profundas. ¿Estaba acaso en él el genio ártico? Acaso estaba en él el genio ártico. Parecería que fuese alto como un pino. Es chico de cuerpo. Nació en su país misterioso; el alma de la tierra en sus más enigmáticas manifestaciones, se le reveló en su infancia. Hoy es ya anciano; ha nevado mucho sobre él; la gloria le ha aureolado, como una magnificente aurora boreal. Vive allá, lejos, en su tierra de fjords y lluvias y brumas, bajo un cielo de luz caprichosa y esquiva. El mundo le mira como á un legendario habitante del reino polar. Quienes, le creen un extravagante generoso, que grita á los hombres la palabra de su sueño, desde su frío retiro; quienes, un apóstol huraño, quienes, un loco. Enorme visionario de la nieve! Sus ojos han contemplado las largas noches y el sol rojo que ensangrienta la obscuridad invernal: luego miró la noche de la vida, lo obscuro de la humanidad. Su alma estará amargada hasta la muerte.
Maurice Bigeon, que le ha conocido íntimamente, nos le pinta: "La nariz es fuerte, los pómulos rojos y salientes, la barbilla vigorosamente marcada, sus grandes anteojos de oro, su barba espesa y blanca donde se hunde lo bajo del rostro, le dan «l'air brave homme», la apariencia de un magistrado de provincia, envejecido en el cargo. Toda la poesía del alma, todo el esplendor de la inteligencia, se han refugiado, aparecen en los labios finos y largos, un tanto sensuales, que forman en las comisuras una mueca de altiva ironía; en la mirada, velada y como abierta hacia adentro, ya dulce y melancólica, ya ágil y agresiva, mirada de místico y luchador, mirada turbadora, inquietante, atormentada, bajo la cual se tiembla, y que parece escrutar las conciencias. Y la frente, sobre todo, es magnífica, cuadrada, sólida, de potentes contornos. frente heroica y genial, vasta como el mundo de pensamientos que abriga. Y, dominando el conjunto, acentuando todavía más esta impresión de animalidad ideal que se desprende de su fisonomía toda, una crinada cabellera blanca, fogosa, indomable...
...Un hombre, en resumen, de esencia especial, de tipo extraño, que inquieta y subyuga, cuyo igual es inencontrable,-un hombre, que no se podría olvidar aunque se viviesen cien años."
Pues todo hombre tiene un mundo interior y los varones superiores tiénenlo en grado supremo, el gran escandinavo halló su tesoro en su propio mundo. "Todo lo he buscado en mi mismo, todo ha salido de mi corazón."
Es en sí propio donde encontró el mejor venero para estudiar el principio humano. Hizo la propia vivisección. Puso el oído á su propia voz y los dedos al propio pulso. ¡Y todo salió de su corazón!
[...] Su organización vibradora y predispuesta á los choques de lo desconocido, se templó mas en el medio de la naturaleza fantasmal, de la atmósfera extraña de la patria nativa. Una mano invisible le asió, en las tinieblas.
Ecos misteriosos le llamaron en la bruma. Su niñez fué una flor de tristeza. Estaba ansioso de ensueños, había nacido con la enfermedad. Yo me lo imagino, niño silencioso y pálido de larga cabellera en su pueblo de Skien, de calles solitarias de días nebulosos. Me lo imagino en los primeros estremecimientos producidos por el espíritu que debía poseerle, en un tiempo perpetuamente crepuscular ó en el silencio frío de la noche noruega. Su pequeña alma infantil apretada en un hogar ingrato; los primeros golpes morales en esa pequeña alma frágil y cristalina; las primeras impresiones que le hacen comprender la maldad de la tierra y lo áspero del camino por recorrer.