Héctor Recalde, el otro yo razonable de Hugo Moyano
Discutidor verborrágico y vehemente, negociador duro pero a la vez conciliador, Recalde se ha convertido en la cara políticamente correcta de la CGT y, también, en el cerebro que da sustento intelectual al accionar muchas veces polémico del líder camionero Laura Di Marco Para LA NACION
Héctor Recalde y Hugo Moyano se hablan por teléfono todas las mañanas. El tema de conversación de la última semana fue el conflicto en Kraft, encabezado por líderes sociales muy alejados (y críticos) de la CGT, del mismo modo que el escándalo por la mafia de los medicamentos, que involucra a las obras sociales, dominó las charlas de la anterior. Es que pasar revista al día político por venir forma parte de una rutina cotidiana, desde que el abogado se convirtió en el otro yo del jefe camionero. Un alter ego intelectual, más políticamente correcto, conciliador, y racional.
Si hubiera que definir a Recalde con una sola frase, podríamos decir que es el gran cerebro legal de la central obrera. Y, por extensión, ahora también de su actual cacique. Juntos forman una extraña pareja cuyos roles parecen ejecutar en perfecta armonía: mientras el jefe cegetista acciona, su cerebro en las sombras le da sustento intelectual.
"Nuestros métodos pueden ser distintos, pero el objetivo que perseguimos es exactamente el mismo: la defensa de los trabajadores", dirá este experto laboralista, ampliamente respetado por la coherencia de sus ideas -un reconocimiento que le hacen incluso sus adversarios- pero que, al mismo tiempo, es cuestionado por defender un modelo sindical considerado antidemocrático, prebendario y, en algunos casos, corrupto.
Es que el Recalde que enfrentó la flexibilización laboral impulsada por el menemismo, y que más tarde denunció los sobornos en el Senado cuando se votó la "ley Banelco" es el mismo que, según sus críticos, siempre aparece señalado como el estratega legal que, en las sombras, inventa artilugios para frenar el avance de las listas alternativas a la burocracia sindical.
"Siempre lo respeté mucho intelectualmente, pero nunca me cerró esa dualidad que él tiene: ¿por qué un hombre tan inteligente y capaz aparece siempre pegado a dudosos hombres del sindicalismo?", resume Carlos Raimundi, hoy diputado del bloque Solidaridad e Igualdad (SI) y aliado estratégico, en los noventa, de la dupla Moyano-Recalde en contra del menemismo. Es que en aquella década turbulenta comenzó el laboralista su relación política con el jefe camionero, que entonces revistaba en la CGT rebelde, enfrentando a Los Gordos (los gremios más grandes), que apoyaban a Carlos Menem.
Defensor a ultranza del modelo vigente -y del monopolio sindical ejercido por la central moyanista-, Recalde es de los que creen que la libertad sindical sólo terminará debilitando a los trabajadores. Sabe que el esquema actual tiene sus fallas, pero está convencido de que no existe un esquema superador. "Así como hay muchos que quisieran un mundo sin periodistas, también hay otros que quisieran un mundo sin sindicatos", dice una de sus frases de cabecera.
Es abogado desde hace 48 años -tiene 71- y atiende en el mismo estudio, sobre la calle Tucumán, desde marzo de 1976. "Una trágica y paradójica coincidencia", señala. Se crió en una típica familia de clase obrera, en el barrio de Colegiales. Su padre fue colectivero y, en su bufete, aún conserva una antiquísima máquina sacaboletos que le perteneció.
En las paredes, se ven fotos suyas con Cristina y Néstor Kirchner; otra de Marilyn Monroe ("la única que me deja tener mi mujer"), de Evita, de su hija, la actriz Mora Recalde, y una histórica, en Ezeiza, en blanco y negro, recibiendo a Perón en noviembre de 1972. Muy cerca de un Recalde veinteañero aparece Héctor J. Cámpora y, más atrás, el joven abogado Eduardo Luis Duhalde: formaban parte del grupo de abogados peronistas, defensores de sindicatos y presos políticos, en el que también revistaba Ortega Peña, asesinado por la Triple A, y Esteban Righi. "Me cargaban con que yo era el único burócrata admitido".
Es que Recalde es abogado de la CGT desde 1964. Ligado desde sus comienzos a la militancia gremial, llegó a ser el asesor del combativo dirigente textil Andrés Framini. Y, tiempo más tarde, conoció a Perón en su exilio madrileño. Fue cuando terminó de comprender lo que llama el "costado irracional" del peronismo y a partir de allí devino en "racional y emocional".
Es verborrágico, venal, discutidor y seductor: nada de lo que dice es inocente. Disfruta de la polémica; incluso, con su enemigo íntimo, el abogado de la UIA, Daniel Funes de Rioja, con quien debate desde hace 30 años, por los mismos temas. "Pero siempre con lealtad", aclara. Funes de Rioja ratifica el pacto de caballeros sostenido en el tiempo, pero deja dicho que tienen "visiones políticas totalmente diferentes, sobre todo ahora con las leyes que él está proponiendo [en referencia, básicamente, a la discusión en torno a las indemnizaciones por los accidentes de trabajo]. El sostiene una hiperprotección del trabajador, que trae como consecuencia un 40 por ciento de trabajo informal. Y yo preferiría menos protección y más formalidad".
Más allá de Tribunales, a Recalde le gusta bailar el tango, tanto que hace un tiempo hizo de bailarín, como extra, en una película que filmó su amigo el secretario de Cultura, Jorge Coscia. El ultra K Carlos Kunkel también figura en la lista de sus contactos frecuentes, igual la economista Mercedes Marcó del Pont y el histórico bonaerense José María Díaz Bancalari. En Villa Gesell, donde veranea todos los eneros, suele encontrarse con el socialista Héctor Polino y, algunas veces, con Aníbal Fernández. Entre sus amigos "opositores" figuran tanto el economista Marcelo Lascano como Ricardo Alfonsín. El hecho de estar casado con una jueza laboral -es su segunda esposa- facilita que también en su vida social se cuelen jueces de cámara y abogados, como Hugo Wortman, quien hace un par de años lo ayudó a filmar, con una cámara oculta, a un grupo de empresarios de los tickets de comida que intentó sobornarlo.
El matrimonio Recalde vive en Palermo. Desde allí, al comando de su Volvo 2005, él viaja a sus destinos cotidianos: su bufete céntrico, la CGT y las charlas con Moyano o su despacho en la Cámara Baja, donde preside la Comisión de Legislación Laboral, en nombre del kirchnerismo. Algunas veces le toca ir a Olivos. Recalde tiene tres hijos, aunque el que más aparece hoy en los diarios es Mariano, abogado laboralista como él, a quien logró sentar en el máximo sillón de Aerolíneas Argentinas gracias a sus aceitados contactos con el matrimonio gobernante y, sobre todo, con Hugo Moyano.
El modelo Moyano
Aunque nadie pone en duda su honestidad, recibe duros cuestionamientos, por izquierda y por derecha. Desde la CTA, que esta semana estuvo apoyando el conflicto en Kraft para, de paso, reclamar por la personería gremial que el Gobierno le niega, se sienten provocados por el otro yo de Moyano cuando escuchan, de su boca, que el modelo sindical que lidera el camionero es el "mejor que conoce".
Daniel Jorajuria, de la CTA, es el encargado de retrucar que ese modelo es monopólico, y no sólo atenta contra la distribución de la riqueza que los K dicen promover, sino que ya produjo 220.000 despidos en la primera parte del año. Y siguen: mientras los camioneros logran suelos salariales de 5000 pesos, la pobreza y el trabajo precario no paran de profundizarse. "Se castiga a un sindicalismo opositor", dirán en la central disidente.
Desde otro extremo, la ex ministra de Trabajo de la Alianza Patricia Bullrich lanza palabras lapidarias que, en comparación, hacen aparecer a Funes de Rioja como el mejor amigo de Recalde: "Esto me hace acordar a la mafia, que contrataba a los mejores abogados, y él le da sustento legal a esa gente...".
En la UIA le reconocen su seriedad -aunque también su dureza- a la hora de la negociación laboral. "Es un hombre que sabe olfatear dónde está el límite y lo respeta", dirá un hombre de la Unión Industrial.
Con el golpe del 76, tuvo un exilio breve, en Uruguay, que duró un año. "Tuve algunas amenazas, por eso me fui, pero venían del sindicalismo cómplice de la dictadura, no de los militares. Porque mi militancia siempre fue sindical, nunca milité en una agrupación política". En los 80, con la central obrera fracturada entre intransigentes y dialoguistas, empieza a vincularse con la CGT-Brasil, de Saúl Ubaldini, quien lideraba el ala dura.
Con la apertura democrática, es el encargado de redactar la parte laboral de la plataforma que el PJ presentó para las elecciones del 83. Con la CGT reunificada, durante el gobierno radical el cervecero se convirtió en una pesadilla para Alfonsín, a quien le hizo 13 paros generales. Por entonces Recalde tenía con Ubaldini una relación bastante parecida a la que hoy tiene con Moyano, al punto que, en 1991, cuando el sindicalista se candidateó para gobernador bonaerense, él se convirtió en su segundo y encabezó la lista de diputados que lo acompañó.
Acaso la historia vuelva a repetirse, ahora que Moyano apunta a lanzarse como sucesor de Daniel Scioli. Recalde escucha la especulación en silencio, recostado tranquilamente en el sillón de su bufete, y por un momento hace una pausa. No dice nada (raro en él). Sólo sonríe.
Quién es
Nombre y apellido: Hector Recalde
Edad: 71 años
De origen obrero: Hijo de un colectivero, se crió en un hogar humilde del barrio porteño de Colegiales, estudió Derecho en la UBA, donde se graduó en 1961, y se especializó en derecho laboral.
Con Moyano y el Gobierno: Peronista desde muy joven, ligado a la militancia gremial, desde 1964 es abogado de la CGT. Además de ser mano derecha de Hugo Moyano, es diputado por el Frente para la Victoria. Divorciado, tiene tres hijos.