Hay que pensar en 2016
Conmovidos por la muerte del fiscal Alberto Nisman, los tira y afloja judiciales y las agresiones presidenciales, rabietas antojadizas y sin límite, poco se habla de cómo nos arreglaremos a partir del año que viene. Qué harán los elegidos, teniendo en cuenta que la promesa del actual ministro de Economía y del titular del Banco Central es que no habrá devaluaciones a lo largo del año. Parece que no han leído la historia de los finales de quienes se empecinan en atrasar el tipo de cambio. Los casos de Martínez de Hoz y de Cavallo, por ejemplo. Y ahora el de los Kirchner, desde hace más de un lustro. En algún momento, la realidad barre con todas las sonrisas, pero Kicillof y compañía tienen como meta dejarles los problemas a los que vienen. Quieren conseguir votos y fomentan el consumo para que todos vivan en el universo de la felicidad, cosa que ayuda a la hora de las decisiones en el cuarto oscuro.
Difícil camino eligió el oficialismo. Hagan lo que hagan, los analistas privados pronostican una inflación anual de alrededor del 30%. Esa inflación sigue siendo muy alta y oficia de tenaza que, junto con el freno cambiario, el cepo, la falta de dólares y el alza de los costos internos, está llevando a la quiebra a las economías regionales y a algunos sectores industriales.
Todos los candidatos presidenciales contestan, más o menos, lo mismo antes las mismas preguntas de los periodistas. Hasta ahora no les sobra creatividad ni talento. Nadie entre ellos ha presentado la agenda completa de lo que harán a partir de diciembre. Algunos sectores dirán que sólo el peronismo está capacitado para gobernar. Y que los que no son peronistas siempre se encargan de perder el poder porque no saben gestionar. Dos falacias comprobables.
El peronismo se equivocó muchas veces. Basta recordar al mismo "líder", que agotó las reservas externas poderosas que tenía el país por mala gestión, a lo que se sumó una poderosa sequía. Se debe tener presente a Gelbard y el fracaso de la inflación cero, el Rodrigazo y sus secuelas, los delirios de Isabel Perón, los empecinamientos de Menem y su equipo ministerial, que debió tomar conciencia de que la convertibilidad se caía en 1995, cuando sucedió el "tequilazo" y dejaron de llegar los dólares que permitían mantener aquella fantasía de un peso igual a un dólar. Y no hay que olvidarse de las privatizaciones, que fueron votadas por los mismos dirigentes peronistas que en estos últimos años aplaudieron las estatizaciones. Cambios que aparejaron costos monumentales. Las mismas personas votan a ojos cerrados y luego no tienen pudor de cambiar de parecer, siguiendo los lineamientos de la Casa Rosada. Una obediencia ciega, una sumisión al máximo poder.
El político, ex ministro, ex senador y periodista Rodolfo Terragno es uno de los que vienen planteando la crisis de gobernabilidad que brotará a partir del próximo mes de diciembre. Propone reglas que deberían observarse en las relaciones entre mayoría y minoría en el Parlamento, y en la defensa de las instituciones republicanas, además de la creación de un mecanismo que ponga freno definitivo a la impunidad de los que practican la corrupción. Terragno habla de un "programa común" que evite discordias y malentendidos. El ex presidente Eduardo Duhalde está en lo mismo. Y utiliza como plataforma su Movimiento Productivo, donde participan figuras de todos los partidos políticos.
Hay quienes están más preocupados por el futuro económico que por el político. El dólar tiene un atraso que ya duele mucho. Los que vienen tendrán que flexibilizar el tipo de cambio y recuperar las reservas externas. Hace poco Guillermo Nielsen aseguró que las reservas disponibles apenas llegan a los 16.500 millones de dólares.
Inexorablemente, habrá que aumentar las tarifas de los servicios públicos, muy atrasadas, porque de lo contrario nos quedaremos sin ellos. Los cortes de luz, por ejemplo, que llegan sin que exista crisis grave de provisión, son consecuencia de la falta de infraestructura de Edenor, Edesur y las centrales provinciales, que están trabajando a pérdida porque las tarifas no son rentables desde hace años. La conducción de Edesur ha declarado que con mucho gusto le cede la compañía al Gobierno.
No debe faltar en la agenda el mejoramiento de las relaciones exteriores con el mundo, la negociación con los holdouts y la recreación del vínculo con el Fondo Monetario Internacional. Todos espacios perdidos por negligencia, oscurantismo ideológico o ineptitud. Los lazos con el mundo fueron cortados, salvo con Venezuela, Ecuador, Bolivia y en parte Brasil, donde el populismo está a sus anchas. Del mismo modo, estamos "peleados" con las principales potencias.
El desprestigio de la Argentina debe ser revertido. Si no lo hacen los que vienen, seguiremos siendo una región olvidada por los inversores y por aquellos que poseen la más alta tecnología.