Hay que hacer un pacto: cumplir con la Constitución
En estos días en que se habla de consensos y liderazgos, ha llegado el momento de hablar con la verdad. La población está angustiada y tiene tristeza y desesperanza. Nuestro gran país se nos escurre como agua entre las manos. Pero la verdad es que en medio del destrozo social y económico, un grupo de personas chico pero poderoso continúa a todo vapor su tarea de capitalismo de amigos, corrupción, abuso proveniente de privilegios, depredación y destrucción de valor. Delante de los ojos de todos se revolearon bolsos de dólares en conventos, se detectaron secretarios del poder con cientos de millones de dólares o secretarios de Estado con jets privados, se contaron montañas de billetes con máquinas por televisión, se confesaron pagos descomunales de coimas en obras y servicios públicos sin tanta penalidad, mientras que con licitaciones públicas transparentes quedaron al descubierto sobreprecios del 30% en rutas o del 80% en remedios contra el cáncer. Basta de hacernos los distraídos. Ante eso no hay lawfare que valga. Asumámoslo para construir desde ahí.
Mientras eso pasaba (y nadie dice que hayamos salido, porque se siguen dando concesiones sin licitación, se ocultan contratos de vacunas, se condonan miles de millones a empresas de energía y es arbitrario el paso por la Aduana), la mitad de nuestros chicos no terminaban el secundario en tiempo y sólo el 16% comprende textos y hace operaciones matemáticas básicas. Los datos anteriores son sólo pinceladas de una obra macabra.
Lo que queda en el futuro para la Argentina es tener el coraje de afrontar un cambio profundo que exige, no acordar con los depredadores la continuidad de sus depredaciones, sino hacer un pacto de sangre con todos los que quieran integrar una coalición para el desarrollo basada en el cumplimiento de la ley igual para todos (desde el pago de impuestos hasta la competencia en beneficio de los consumidores argentinos), en el Estado de derecho, en el respeto de la propiedad y de los contratos, en la reconstrucción de una moneda estable y en acciones internacionales que permitan a los argentinos vender sus productos en los mercados del mundo. Eso no se negocia con los mafiosos; eso se impone. Los mafiosos podrán adecuarse a derecho o no, pagando las consecuencias.
Creemos que en los próximos años liderará el éxito: o se tiene éxito rápido actuando con convicción, decisión, simplicidad, inteligencia, transparencia y austeridad, o no se liderará. Los problemas de la Argentina son básicamente tres: la inseguridad ciudadana, la inestabilidad y desorganización económica, y la caída brutal de la calidad educativa y de la capacitación para el trabajo. El tratado de paz de los argentinos, el pacto político que nos identifica como nación o como comunidad organizada, es la Constitución. Ella dice que no hay privilegios y que los argentinos son iguales ante la ley y los impuestos; que los jueces deben aplicar la ley a como dé lugar y que el cumplimiento de la ley no es optativo; que el Congreso debe garantizar la estabilidad de la moneda, el funcionamiento de todos los mercados y el control de los monopolios; que los fiscales deben acusar y no mirar para otro lado; que todos son dueños del fruto de su trabajo y que los gobernantes no se lo pueden quitar; que se puede ejercer cualquier industria lícita, incluida la minería; que lo que deben hacer las provincias no lo debe hacer la nación; que la educación es un derecho de los chicos y de sus padres; que debemos impulsar el vínculo comercial y productivo con todos los países, desde nuestros valores que son el respeto de la dignidad del hombre, la democracia y los derechos humanos. Hay que hacer un pacto: cumplir con la Constitución. Hay que hacer un consenso: impedir que la violen los depredadores. Orden y Progreso.
Presidente Provisional del Senado (2015-2019)