Hay que asumir con más celo y cuidado el voto del pueblo
Terminando 2021, el Congreso Nacional rechazó el proyecto de Presupuesto 2022 enviado por el Ejecutivo Nacional por las inconsistencias que llevaba el mismo. Ni lerdos ni perezosos, mostrando un manejo del poder exquisito, el Gobierno impulsó el Consenso Fiscal 2021 como forma de eludir al Congreso, bajar subsidios y desplazar la carga tributaria a las provincias para que el costo lo afronten los gobernadores.
Esta acción política de Alberto Fernández no es ni más ni menos que burlar las competencias originarias constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación, donde están en apariencia nuestros representantes, y establecer por vía indirecta una nueva andanada de impuestos que deberán soportar el bolsillo de todos los argentinos desde los que más tienen hasta los que no tienen para comer.
Casi todos los gobernadores firmaron el lunes 27 de diciembre el Consenso Fiscal que faculta a las provincias a subir y crear nuevos impuestos, y lo grave de ello es que la firma lo ha sido con el respaldo de oficialistas y opositores. El Presidente salió fortalecido dentro del Frente de Todos y utilizará el pacto para mostrar iniciativa y consenso político frente a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Trabajamos construyendo acuerdos con las provincias, atendiendo la diversidad y las necesidades de nuestro extenso país con una mirada federal. Por tercer año consecutivo vamos a firmar el Consenso Fiscal con todos los distritos excepto CABA”, expresó el ministro del Interior, Wado De Pedro, remarcando el rechazo de Horacio Rodríguez Larreta, continuando con la confrontación política en vez de dar una solución al reclamo de los porteños.
El Consenso Fiscal 2021 -que se aplicará a partir de este año- le permitirá a las provincias crear nuevos impuestos, como por ejemplo, un “impuesto a la herencia” y también incrementar otros, como las alícuotas de Ingresos Brutos de algunas actividades. Sin embargo, en Casa de Gobierno aseguran que se trata de una “armonización tributaria”.
Lo cierto es que nuevamente se ve burlada la voluntad popular por un equipo de funcionarios que en vez de trabajar buscando formas de consenso que impliquen verdaderamente beneficios para los ciudadanos, se ponen de acuerdo para seguir profundizando el gasto y la presión tributaria en beneficio de la política.
Y a esta altura tenemos que preguntarnos qué hace la oposición. Vemos que los gobernadores radicales, quienes con ínfulas recientemente declamaron que son el futuro en miras a 2023, domésticamente acuerdan con el Gobierno Nacional en el “consenso del poder” dando la espalda a los trabajadores, a la clase media, a los jubilados, a los pobres, al conjunto del pueblo que hoy reclama vivir con dignidad.
Pero ello no es un caso aislado de burla democrática, ya que a la segunda ocasión donde la oposición debía cumplir con el mandato otorgado en las urnas, la vemos defeccionar teniendo una imperdonable ausencia de tres de sus integrantes en la Cámara de Diputados de la Nación perdiendo la posibilidad de ejercer la mayoría y frustrando las expectativas de los ciudadanos aprobándose la ley de Bienes Personales, anclando una mayor presión tributaria.
El broche de oro y la decepción total de los votantes se logra en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en donde contra toda promesa de campaña se vota la reelección de los intendentes borrando con el codo lo que la gestión Vidal firmara con el fundamento de la transparencia y recambio en la política municipal.
¿La oposición es o se hace? ¿Tiene capacidad de enfrentar en un solo bloque al Frente de Todos, o también son parte de un relato que de día se pelean y de noche duermen en la misma cama? Los argentinos necesitamos certezas y terminar con las mentiras, con los engaños y con los versos. La oposición necesita una discusión profunda y una lucha democrática para establecer la unidad de liderazgo nacional de la fuerza. Mientras no haya un liderazgo claro tendremos libre pensadores que dentro del paraguas de la defensa de la República y la libertad se “amontonan” para acceder al poder, pero que en el fondo carecen del afecto societario necesario para hacer una autentica coalición opositora. La discusión se debe dar en forma horizontal con todas las fuerzas que la integran, sin exclusiones, terminando con la hegemonización de algunos dirigentes con la acción de oro por su carácter de fundadores.
El 14 de noviembre del año pasado los argentinos masivamente votamos. Más del 70% rechazando el rumbo en general del Gobierno Nacional; se votó una oposición para que nos represente, pero los hechos están demostrando que no están a la altura de las circunstancias. Se les escapó el impuesto a los bienes personales, la reelección de los intendentes y ahora ¿se les escapará la aprobación del consenso fiscal 2021? ¿Quién respeta la voluntad popular? ¿Estaremos ante una oposición de pacotilla?
Los argentinos queremos recuperar la confianza en nuestra clase política, pero debemos colaborar nosotros como políticos primero en ayudar para recuperar esa confianza, dejando al descubierto desde quienes no tenemos cargos de gestión o legislativa lo que sucede, y llevando adelante con sus acciones y con los votos aquellos que tienen esa responsabilidad. No hay que callar por acuerdos de poder. El Congreso tendrá la oportunidad de rechazar este mentiroso consenso, como así ejercer la obligación de aprobar o desechar las cuentas de inversión, es decir la ejecución de los presupuestos que desde 2014, salvo 2016, no se tratan, haciéndose los distraídos y permitiendo que se siga gobernando con el presupuesto del año anterior trasladándolo al ejercicio actual, lo que le permite al Ejecutivo Nacional mayor discrecionalidad en el manejo de los fondos públicos y menor o nula transparencia.
Hay tiempo todavía, somos muchos que estamos dispuestos a aportar y esperanzados en un “frente esperanzador” que haga lo que dice, promete y muy especialmente que sea capaz de elaborar y llevar adelante un proyecto de país que enamore a todos los argentinos sin exclusiones.
Nuestro compromiso como ciudadanos debe ser asumir con más celo y cuidado “el voto”, como así, no desentendernos de la cosa pública, asumiendo la realidad de que somos socios de una sociedad muy importante y trascedente que determina nuestras vidas, que son el Estado Nacional, los Estados Provinciales y los municipales.
Abogado, diplomado en relaciones internacionales; secretario general Partido Demócrata Cristiano CABA, integrante de Juntos por el Cambio