Hasta siempre, Lipton
Pasaban los años y cambiaba el patrocinador, pero para muchos el torneo de tenis de Miami fue y será el Lipton. Aquel sueño, estrambótico en los 80, de crear un megacertamen en la por entonces lenta y tropical Miami es una de las grandes historias de éxito del tenis en las últimas décadas. Y, también, la suma de pequeños fracasos que impidieron que el sueño llegara lo lejos que se creyó en un momento.
El título de John Isner marcó este domingo el punto final a 32 ediciones en el Crandon Park, un enclave de ensueño en la ya de por sí paradisíaca isla de Key Biscayne. Volar sobre el océano en el auto cruzando del downtown al cayo –sí, sobre esos puentes se vuela– queda en el recuerdo para aficionados que deberán acostumbrarse al Hard Rock Stadium de Miami Gardens. Allí se encontrarán con la pantalla más grande que haya tenido un torneo, pero ya no con esa combinación de mar, arena, cocos y lagartijas que convertía en único el escenario en el que ganó Gabriela Sabatini y que vio en la final a Alberto Mancini , Guillermo Coria y Guillermo Cañas . Allí surgió –gracias al inagotable Butch Buchholz– el sueño de un mini Grand Slam en Nordelta. Aquel Lipton pertenecía a la Miami aún provinciana. Lo que se viene es otra historia. En otra ciudad.