Haroldo Conti como precursor
Mañana se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del escritor oriundo de Chacabuco, cuyo legado es fuente de referencia dentro de la narrativa actual
Mañana se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Haroldo Conti, el 25 de mayo de 1925, en la localidad bonaerense de Chacabuco. El narrador (y profesor de latín, seminarista, piloto civil y graduado de filosofía) fue secuestrado en mayo de 1976 y aún se encuentra desaparecido. En los años 70 Conti militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y, como varios intelectuales de la época, buscaba un equilibrio entre ideales cristianos y principios marxistas. Fue activo participante de la revista cultural Crisis. En 1962 ganó el premio Fabril con su primera novela, Sudeste, que transcurre en el delta del Paraná. Conti es uno de los autores que mejor ha retratado el universo de los seres desamparados, sin apelaciones a la denuncia ni golpes bajos sentimentales. Su escritura aborda a los personajes de manera directa y los encuentra siempre en medio de búsquedas, cambios y transformaciones.
Varios narradores actuales de la Argentina retoman a su modo el legado de Conti, autor de cuentos memorables, de novelas cortas y de narraciones de largo aliento en las que la historia interviene con un semblante de farsa, como en Mascaró, el cazador americano.
"Hay autores a los que uno siempre vuelve. Nuestros clásicos –dice Débora Mundani, que en su tercera novela, El río, rinde homenaje a la memoria y al paisaje favorito del escritor navegante que fue Conti–. Aquellos que nos ‘sirven para entender quiénes somos y adónde hemos llegado’, como dijo Italo Calvino. ¿Acaso el antirobinsonismo del Boga (protagonista de Sudeste) no nos pega duro en la cara cuando subraya el afán de dominio sistemático de la naturaleza del hombre contemporáneo? Sin hacer un manifiesto, Conti nos lleva desde lo literario, y sin salir de ahí, al terreno de lo político y social. La balada del álamo carolina, Todos los veranos, Alrededor de la jaula son relatos donde se hacen presentes algunas de sus preocupaciones: el olvido como último destino y el acecho de ‘lo fatal’. De ahí que el autor vaya al rescate de los gestos cotidianos y haga, con ellos, literatura. Acaso por eso Sudeste es el libro que mejor lo define: ‘El río es el tiempo irrecuperable. Nunca es el mismo, transcurre, cambia, se parece al hombre’." Es verdad que el río Paraná puebla las narraciones de Conti como un personaje más, sublevado, imprevisible y a veces fatal.
Juan Bautista Duizeide, autor de Alrededor de Haroldo Conti, observa que la figura de Conti fue institucionalizada de un modo tal que tendió a velar su obra. "Se lo recordó sobre todo como escritor desaparecido por la dictadura cívico-militar. Paradójicamente, eso lo sometió a otra especie de desaparición: un encasillamiento que dificultó la asimilación de textos de por sí problemáticos para nuestra época. Muchos lectores jóvenes que se acercaron a sus cuentos o novelas se sintieron desorientados. Conti no escribió una Operación Masacre o una Carta a la junta militar, como hizo Rodolfo Walsh. Otros soslayaron su lectura por suponerlo un mero escritor realista de los años 60. Pero en Conti el trabajo con la forma, el buceo en el lenguaje y una aproximación etnográfica, aunque no exenta de ternura y comprensión, a ámbitos y personajes populares, resultan inseparables. Allí están su aporte estético y su aporte político. Nadie contó como él –y en él contar es poetizar– la pampa gringa, el Río de La Plata, el delta o las orillas de Buenos Aires."
Conti es, para Duizeide, uno de los grandes antropófagos de la literatura local por la forma en que asimiló influencias y tradiciones: el existencialismo, la nueva izquierda latinoamericana, el catolicismo post conciliar, la narrativa norteamericana de Faulkner, Hemingway, Steinbeck, Caldwell; escritores italianos como Cesare Pavese o Elio Vittorini, el aprendizaje de lo mítico merced a Juan Rulfo y Guimarães Rosa; la narrativa del uruguayo Juan José Morosoli, el rebelde británico Alan Sillitoe.
"No faltan autores argentinos activos que tengan a Conti como referente. Carlos María Domínguez, que retomó ámbitos y personajes contidianos en su novela Tres muescas en mi carabina; Débora Mundani con El río; Hernán Ronsino, a quien la lectura de los relatos de Conti ambientados en Chacabuco liberó de tener que escribir en porteño. O los poetas Claudio Itza y María Belén Aguirre. Sin embargo, creo que novelas como Sudeste o Alrededor de la jaula, y cuentos como Todos los veranos, Las doce a Bragado o Mi madre andaba en la luz, acechan en el futuro. Son textos con mucho que dar aún, abiertos a lecturas generosas que restituyan a Conti otra ubicación en nuestro mapa literario."
Hernán Ronsino, el autor de Glaxo y Lumbre, entre otras historias ambientadas en pueblos de provincia, señala que algunos momentos de la obra de Conti han envejecido; sin embargo, reivindica los textos que aún aportan vigor al devenir de la literatura argentina. "Si hay algo que, de alguna manera, sobrevive y encuentra ciertas líneas de continuidad en el presente, esa zona de su obra tiene que ver con el río. Tanto en cuentos como Todos los veranos o en Sudeste, allí hay una manera de pensar y abordar estéticamente el río, a sus personajes marginales, que, con variantes, resuenan en El limonero real de Juan José Saer, en donde se radicaliza una geografía y un lenguaje. Pero también en el presente la obra de Conti dialoga con las búsquedas narrativas, por ejemplo, de Carlos María Domínguez y Juan Bautista Duizeide o con la reciente novela de Débora Mundani. Porque en Conti hay una geografía (que también es un clima, una atmósfera melancólica) y una lengua que mira críticamente al mundo."
Para conocer a Haroldo Conti
- Alrededor de la jaula, de Haroldo Conti (Emecé)
- En vida, de Haroldo Conti (Emecé)
- Cuentos completos, de Haroldo Conti (Emecé)
- Alrededor de Haroldo Conti, de Juan Bautista Duizeide (Sudestada)
- Haroldo Conti. Caminos al andar, de Federico von Baumbach (Godot)