Hacia la unidad por el camino de la diversidad
La "unidad del español" es un concepto que está poniéndose de moda. Probablemente ha influido en ello el hecho de que desde hace años, la RAE toma muchas decisiones consultando con sus colegas académicos del resto del mundo hispanohablante (quizá no tanto como estos querrían, pero mucho más que antes, indudablemente).
Por supuesto, también hay que celebrar la "diversidad". Eso fue lo que hizo el filólogo catalán Alberto Gómez Font en la 48a. edición de la Feria del Libro de Valladolid, en abril pasado. Ex director del Instituto Cervantes en Rabat y ex coordinador general de la Fundación del español Urgente (Fundéu), en su intervención "Castellano, español y americano" apuntó a esa característica que enriquece la lengua, dijo, y que no es obstáculo "para que nos entendamos entre todos".
También el escritor y periodista Álex Grijelmo dedicó su artículo de El País Semanal, "Todas las voces del español", el 10/5, al famoso, prometido y quizá también muy esperado "diccionario del español universal". Grijelmo recuerda que el proyecto existe desde 1997, y que es coordinado por el lingüista mexicano Raúl Ávila con la participación y contribución de material de 26 universidades de 20 naciones -"en España, las universidades de Alcalá y de Almería"-, pero que nadie sabe cuándo estará terminado.
Uno de los temas más atractivos que desarrolla Grijelmo en su artículo es el trabajo que se está haciendo para determinar cuál sería ese corpus general del español del que todos participamos sin malentendidos: por ejemplo, las palabras comunes y las variantes con mayor número de usuarios. Esa clasificación surge de cruzar miles y miles de datos, con la esperanza de jerarquizarlos luego, de acuerdo con una serie de parámetros, como grado de difusión internacional, nacional y regional, a través de los medios, en los que (variantes más, variantes menos), según el equipo de estudiosos, se encontraría la mayor parte del español común a todos, porque también los medios, sostiene Raúl Ávila, "desde la imprenta a Internet, siempre han promovido la unidad de las lenguas".
Por supuesto, estas normas generales no rigen para textos literarios ("donde aflora la riqueza léxica peculiar de cada autor y de su entorno") ni para conversaciones familiares ni para la lengua de todos los días. En cambio, sería -o será, de terminarse algún día- útil para alcanzar una comunicación internacional y masiva, cuando se trata de redactar de manera más comprensible que la actual cierto tipo de textos, como los manuales de instrucciones de uso de artículos del hogar o herramientas, o los prospectos de los remedios.
Estos debates y trabajos cada vez más frecuentes logran "visibilizar" (un verbo que también se usa cada vez más) desde los medios el proceso de crecimiento y desarrollo de nuestro idioma que va ocupando lugares estratégicos en la comunicación mundial, avalado por el número también creciente de millones de hablantes.
Contra los muchos pronósticos agoreros, no son solo los académicos y los escritores los que se interesan y reflexionan sobre el fenómeno lingüístico.
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