Hacia la plenitud democrática
La convivencia requiere cauces racionales para la conflictividad humana
Ello no obsta a que miremos también su proceso de desarrollo cuya responsabilidad nos cabe a todos como ciudadanía. Y sin olvidar que el estado de derecho colapsó en diciembre del 2001, cuyas causas reales, consecuencias, verdades y justicia, aún permanecen pendientes.
Más allá de todas las contradicciones y antinomias -ciertas o artificiales- democracia y derechos humanos vienen sosteniendo trabajosamente el piso axiológico, jurídico y cultural del pueblo argentino. Quizás sea el único consenso auténticamente mayoritario.
Qué y cómo ampliarlo es el espacio de debates, propuestas, avances y retrocesos, utopías, pragmatismos y discursos de todos los formatos y colores políticos e ideológicos que hoy nos unen o nos separan según las coyunturas.
En estos 30 años de democracia no sólo cambió nuestro país, también el contexto mundial fue cambiando. De la bipolaridad disputándose al tercer mundo, a la caída del imperio soviético, al surgimiento de un nuevo orden económico mundial hijo de la revolución tecnológica y la nueva etapa del capitalismo financiero, hoy digital, que se ha expandido planetariamente generando un nuevo esquema de la producción y del consumo, pero también de inequidades y violencias. Y como si esto fuera poco, la amenaza universal del cambio climático y degradación del ecosistema producto del mismo esquema capitalista mundial.
No sólo cambió nuestro país, también el contexto mundial fue cambiando
Difícil a veces pensar en tantas dimensiones: la historia de la que provenimos, el presente local que nos aturde con sus acuciantes demandas y controversias, las diversas utopías de futuro y todo ello en nuestra región latinoamericana que aún está en transición hacia la plenitud democrática, descolonizándose culturalmente, redefiniendo sus identidades locales y su producción económica en un mundo cuyas reglas de juego se cocinan muy lejos de las necesidades de nuestros pueblos.
En el derecho de los derechos humanos también se recorren caminos que, a veces van de lo particular a lo general y otras veces el recorrido es el inverso: de lo mayor a lo menor. En el campo mayor y general radican los valores fundamentales: vida, y dignidad, con sus derivados particulares: salud, libertad, trabajo, etcétera.
Ninguna coyuntura debiera lesionarlos puesto que son la opción estratégica.
Ni las normativas tácticas debieran contradecir a los valores que las sustentan.
Tampoco nuestro estado democrático, en estos tiempos globales, puede declinar identidad nacional, cuando sabemos perfectamente que el denominado "universalismo" de los derechos humanos ha sido una forma más de dominación cultural eurocéntrica.
Además, la realidad cotidiana nos muestra situaciones contradictorias, de colisión de normas, incluso derechos que por momentos se contraponen. Un reclamo de salario docente es conceptualmente una demanda de derecho alimentario, o sea de vida digna. Pero si el reclamo implica abandonar las aulas se vulnera el derecho a la educación y el "superior interés del niño" que ordena la Convención. He ahí derechos en ejercicio real y con contraposición fáctica. Sólo el diálogo racional puede abordarlo sanamente.
La democracia y sus libertades incluyen la normal existencia de conflictos
La democracia no es el caos ni el viva la pepa, sino que la convivencia requiere cauces racionales para la conflictividad humana. Cuando un conflicto no se gestiona tiende a escalar y se expresa en violencia. El diálogo y el respeto son los instrumentos de la paz, y ésta es esencial para la salud del estado de derecho.
La democracia y sus libertades incluyen la normal existencia de conflictos. Prevengamos acerca de la acumulación cuantitativa de desorden y agresiones porque pueden producir conversión regresiva en materia de libertades democráticas. Esas libertades son las que se recuperaron hace 30 años y son inescindibles del concepto de democracia y dignidad humana.
Por eso, hoy se necesitan constructores de cauces, promotores de diálogos, difusores de respeto humano y ecológico, militantes de la cultura del encuentro. Para que los próximos años sean de convivencia y garantía de los derechos de la democracia.
Alicia Pierini