Hablemos de familia. Para que los jóvenes vayan a votar y fiscalizar
Participar: es importante ayudar a los jóvenes a interesarse por la vida cívica y la defensa de sus derechos
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Hoy cambiaría unas cuantas cosas de las que hice cuando criaba a mis hijos, y prueba de ello son mis libros, charlas y artículos en la prensa en los que intento explicar ciertas pautas de crianza que me habría gustado tener claras cuando los educaba durante los años ochenta y noventa. En los últimos años desperté a otro tema que me parece fundamental y al que en casa no le dimos suficiente envergadura: la conciencia cívica, quizás porque nuestros padres no lo hicieron cuando éramos chicos –es decir por costumbre–, quizás por miedo, por desesperanza o falta de confianza en nosotros y nuestra capacidad de cambiar la situación de nuestro país. Tuvimos amigos en la adolescencia que se enrolaron en movimientos que tomaron las armas para “salvarnos” y fuimos testigos de mucho dolor, sufrimiento y muertes, quizás también por eso muchos de nosotros nos apartamos y nos dedicamos a trabajar y a criar a nuestros hijos lejos de la política.
Recuerdo de chica las discusiones entre mis abuelos, uno radical y el otro conservador: nacidos a afines del siglo XIX fueron parte de una generación en la que era un honor hacer política. Tíos abuelos diputados, algún intendente, todos eran miembros activos de los partidos en los que estaban enrolados… En cambio en la generación de mis padres, y más adelante en la nuestra, muchos de nosotros quisimos ayudar a levantar el país con nuestro trabajo y, hoy lo digo con dolor, dejamos de lado el compromiso cívico-político.
Se nos presenta una excelente oportunidad desde ahora hasta el día de las elecciones, y también de ahora en adelante, para comprometernos e invitar a hacer lo mismo a los jóvenes que tenemos cerca, ya sean hijos, sobrinos, alumnos, vecinos, no sólo para que se informen y entiendan su importante papel y vayan a votar, sino también para que se animen a hacer el curso para ser fiscales y fiscalicen en noviembre. En las PASO de este año vi de cerca la experiencia de un grupo de chicos del último año de secundaria quienes, convocados por padres y docentes, hicieron el curso y tuvieron primera experiencia como fiscales. Fue un hito en sus vidas, y seguramente esa jornada resultó transformadora en su relación con la política y también en la de sus amigos y hermanos, que escucharon las historias de lo que vivieron ese día: la experiencia se fue extendiendo como las ondas en el agua cuando tiramos una piedra.
¿Cómo lo hacemos? En primer lugar revisemos nuestro modelo, ejemplo de compromiso personal con el tema: ¿estamos suficientemente informados, comprometidos, interesados y se lo mostramos a nuestros jóvenes? ¿Nos alegramos si nos eligen como autoridad de mesa y vamos contentos a cumplir con nuestro deber cívico? ¿Hablamos de nuestras experiencias anteriores y actuales, ya sea como votantes, como fiscales o como autoridades de mesa?
Hablemos con ellos de política y de nuestro compromiso personal para lograr el gobierno que queremos tener. Transmitamos y contagiemos a los jóvenes nuestra voluntad y confianza, la fuerza para no rendirnos, nuestra esperanza de estar poniendo nuestro granito de arena para elegir a nuestros representantes.
Hablemos con ellos de política y de nuestro compromiso personal para lograr el gobierno que queremos tener. Transmitamos y contagiemos a los jóvenes nuestra voluntad y confianza, la fuerza para no rendirnos, nuestra esperanza de estar poniendo nuestro granito de arena para elegir a nuestros representantes.
También tenemos que preguntarles a los jóvenes, hablar con ellos, comprometerlos, ayudarlos a descubrir que su opinión pesa, que tienen no solo derecho sino también la obligación de expresarla. Que sepan que con la fuerza de todos y de cada uno pueden lograrse los cambios, que no podemos dejar que las cosas ocurran sin hacer nada, como simples testigos, rendidos antes de empezar.
Que entiendan que el enojo, la queja, el reclamos o la renuncia solo sirven para desperdiciar nuestra energía y se convierten en profecías autocumplidas: al entregarnos al destino, al creer que no está en nuestras manos, nada cambia. Y, sin darnos cuenta, podríamos ser parte de la construcción del futuro que no deseamos.
El principal inconveniente para lograr movilizarlos es nuestra propia desesperanza que nos hace bajar los brazos, pero en el otro extremo tampoco ayuda el fanatismo: somos brújula para nuestros jóvenes cercanos, por lo que tenemos que transmitir confianza de que es responsabilidad de todos ejercer nuestros derechos, expresar nuestra voluntad y trabajar para lograrlo. Y hacerlo con energía pero sin fanatismos que tanto pueden impedirles pensar y decidir como apartarlos porque les es difícil identificarse con nosotros y nuestro modelo.
El principal inconveniente para lograr movilizarlos es nuestra propia desesperanza que nos hace bajar los brazos, pero en el otro extremo tampoco ayuda el fanatismo: somos brújula para nuestros jóvenes cercanos, por lo que tenemos que transmitir confianza de que es responsabilidad de todos ejercer nuestros derechos
Si no ejercemos de brújula –en este y tantos otros aspectos– serán otras las personas o instancias que frontal o subliminalmente llevarán a nuestros jóvenes por caminos que no son los que deseamos para ellos, desde el desinterés y el sálvese quien pueda, el desconocimiento de que somos parte y que es importante lo que haga cada uno ejerciendo sus derechos y deberes cívicos hasta incitarlos a rendirse sin hacer nada. No dejemos libre el espacio para que sean otros los que seduzcan a nuestros jóvenes con posturas que no compartimos.
Se escucha por ahí que tenemos el gobierno que merecemos, ojalá no sea verdad. Sí es importante que cada uno de nosotros llegue a la noche a la cama sabiendo que participamos, que hicimos lo posible para que el pueblo tenga voluntad y la ejerza en la urnas.
Ser parte en una elección es una experiencia que nos puede cambiar para siempre, es lo que me ocurrió durante los años en los que fui convocada como autoridad de mesa. U hoy, cuando me toca cuidar nietos para que sus padres sean también autoridades o fiscalicen. Me encanta ver sus caras al volver, escuchar los relatos de sus experiencias, los problemas que atravesaron, y ver en ellos el orgullo de haber hecho su parte para tener un gobierno democrático que nos represente.
Psicóloga