Hablar
"Como tenemos que trabajar mucho, no podemos hablar tanto. Otros, como no hacen nada, se la pasan todo el día hablando."(De la presidenta Cristina Kirchner.)
La Presidenta habla muy bien: eso lo reconocen hasta los que todavía no aprenden a quererla. No se destaca sólo por su facilidad para improvisar, sino también por un instinto teatral que le dicta la progresión dramática de sus mensajes y le indica cuándo debe ser dura y cuándo tierna, cuándo debe aliviar con una broma o con una anécdota banal una tensión que de otro modo sería insoportable. Escucharla es una experiencia estética, como asistir a la ejecución de una obra impresionista: un murmullo de hadas y elfos por aquí, más allá una cascada, de repente el estrépito de un trueno que provoca la huida de ardillas, ciervos y demás criaturas del bosque. La oratoria es su arte. Sería un pecado que hubiera decidido abandonarlo para mudarse al terreno desconocido de la acción. "Hechos y no palabras" es una expresión muy celebrada, es cierto, siempre y cuando siga siendo tan sólo una expresión. En general, los que no nacieron para hablar y viven condenados al oficio pedestre de las realizaciones ni siquiera se toman la molestia de decir eso.
Es mentira que hablar, cualquiera habla: habla el que sabe. También es falso que hablar no sirve para nada. Hablando se le levanta el ánimo a la gente, se la consuela, se la ayuda. En cambio, cuando se trata de la mera realidad... ¡Hay tanto chapucero suelto, tantos "expertos" que harían un gran favor si no metieran mano en nada, tantos encantadores de serpientes mordidos cuando comienzan a tocar la flauta! Basta con mirar un poco alrededor para pensar: "Deje, señora, tranquila, por favor, no se meta en camisa de once varas, mejor que siga hablando".
Hace menos de un mes se abrieron las sesiones ordinarias con un espléndido discurso. El país entero quedó admirado. No hubo una línea que no fuera brillante. Duró más de tres horas. ¿Tendremos que renunciar a ese placer de ahora en adelante? Tal vez no. Quizá la primera oradora crea que eso no es hablar tanto. Ojalá quiebre la barrera de los 200 minutos. Mientras el mandatario habla no tiene tiempo de causar otros daños.
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