Habla el poder
La democracia no es para africanos ni para latinos, y la Argentina es una tragedia. Esto opinaban el presidente de EE.UU. y Henry Kissinger, según las cintas que registran más de 400 horas de conversaciones privadas en la Casa Blanca, entre febrero y julio de 1971, y que el Estado norteamericano acaba de poner a disposición del público.
WASHINGTON.- DIA 8 de abril de 1971. Salón Oval de la Casa Blanca. El presidente Richard Nixon conversa con Alexander Haig, del Consejo Nacional de Seguridad. Siete micrófonos, cinco escondidos en el escritorio de Nixon y otros dos en la chimenea, registran el diálogo.
De pronto, se se escucha con claridad cómo Nixon insulta a Juan Domingo Perón, mientras se refiere a la situación política de los países de América latina: "¡Qué diablos es América latina!; Colombia, ¿tienen que cambiar de partido cada cuatro años?; México es un sistema de un solo partido; Venezuela..., y el resto es caos, con la excepción de Brasil, que tiene relativa estabilidad...; la Argentina, eso es una tragedia, tragedia porque, maldito sea, tendría que ser el segundo mejor después de Brasil y de repente, ese hijo de puta de Perón dejó... dejó... residuos".
Alejandro Agustín Lanusse había asumido la presidencia de facto el 26 de marzo de 1971, mantenía negociaciones secretas con Perón en Madrid, por intermedio del coronel Francisco Antonio Cornicelli, y preparaba una apertura política. Las dictaduras militares predominaban en los países de América latina.
En una conversación anterior, del 5 marzo de 1971, Nixon había hecho explícita ante Haig y el director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), Richard Helms, cuál debía ser la política de los Estados Unidos:
"Creo que debemos apoyar a quienes sean nuestros amigos en el mundo. Creo que en la mayoría de los países de América latina... no digo dictaduras, ésa es una palabra horrible, y les sonaría mal a los norteamericanos, pero un liderazgo fuerte es esencial. De Gaulle lo comprobó. Francia es un país latino, y hasta Francia, con toda su sofisticación, no pudo manejar una democracia; Italia..., España... y ningún país de América latina que yo conozca puede... con la excepción de Colombia".
"Me alegra escuchar eso", intervino el director de la CIA, que minutos antes le había aconsejado que mantuviera "la línea dura" frente a la Cuba de Fidel Castro. Y agregó: "Señor presidente, después de lo que pasó en Chile, es aún más recomendable mantener la línea dura con Cuba... Me temo que América latina se va a caer de todas maneras..., pero se expandirá por la región a mucha más velocidad".
Nixon, como vicepresidente de Dwight David Eisenhower, había participado de la planificación inicial del desembarco en la Bahía de los Cochinos, la invasión a Cuba que llevó adelante la administración de John Fitzgerald Kennedy, en 1961, y que resultó un fiasco para los Estados Unidos. En la conversación con Helms, Nixon le aplica a Cuba la lógica de la Guerra Fría:
"Sobre Cuba, mis convicciones son muy fuertes: no podemos dejar que ningún país de América latina siga el ejemplo de Cuba. Como están ahora las cosas podemos esperar que Chile sea el próximo en caer. Los problemas en Cuba son enormes..., hay pocas chances de revertir esa revolución. Pero si tiramos la toalla en Cuba, el efecto en el resto de América latina sería un incentivo para que los comunistas, los marxistas y otros intenten nuevas revoluciones".
Salvador Allende había ganado las elecciones en Chile y para el director del Consejo Nacional de Seguridad de Nixon, Henry Kissinger, con el triunfo socialista surgía un nuevo régimen comunista que podía provocar un efecto dominó en la región.
El 11 de junio de 1971, Kissinger, que no sabía que Nixon había montado un sistema de grabaciones clandestinas en su despacho, desarrolló su teoría sobre el gobierno de Allende:
"Señor presidente, él está yendo hacia un sistema de un solo partido... Cuando tuvimos esa reunión en el Ex-Im Bank, pregunté si se está moviendo de manera más lenta a lo esperado, y todo el mundo estuvo de acuerdo en que se está moviendo rápido... Está ganando control de la prensa, aisló a los militares..., los neutralizó... Nunca más habrá una elección libre en Chile".
Cuando le tocó, años más tarde, declarar ante la comisión del Congreso que investigó la participación de los Estados Unidos en el golpe de 1973 -que inauguró la dictadura que encabezó Augusto Pinochet hasta 1990-, Helms dijo que Nixon "quería que se hiciera algo, y no le importaba mucho cómo".
Kissinger -según relata el académico Peter Smith en el libro Los talones del águila, que trata sobre las relaciones entre los Estados Unidos y América latina- puso en marcha un comité integrado por diversas agencias del gobierno.
El comité diseñó dos planes: uno consistía en reinstalar como presidente al demócrata cristiano Eduardo Frei, al que la Constitución le impedía una reelección; el otro, habilitaba "la promoción de un golpe de Estado". En ese marco, Nixon exigió la adopción de medidas que "asfixiaran" la economía chilena.
En la conversación del 11 de junio de 1971, Kissinger le comenta a Nixon una gestión que funcionarios de la administración habían realizado ante el Ex-Im Bank, reclama una política "más dura" y propone utilizar como "excusa" un asesinato que había ocurrido dos días antes, el de Edmundo Pérez Zujovic, fundador de la democracia cristiana chilena:
"Les dijimos que podían imponer condiciones a los chilenos, vinculadas con cuestiones políticas... si no ceden con las expropiaciones (...) Con Chile, yo siempre seré partidario de una línea más dura. Tenemos una buena excusa ahora, porque se produjo el asesinato de un dirigente del ala derecha de la democracia cristiana, y los hijos de puta nos están echando la culpa a nosotros (...) Le están echando la culpa a la CIA... Era uno de los que más nos apoyaba, y lo usaron (al asesinato) para imponer una ley marcial y lanzar un ataque violento. Entonces creo que deberíamos usar esto como pretexto".
En una de las grabaciones que transcribió el diario The Washington Post, Nixon afirma que Kissinger, que en 1973 llegaría a ocupar al mismo tiempo los puestos de secretario de Estado y director del Consejo Nacional de Seguridad, es el hombre que mayor influencia tiene sobre sus decisiones.
Kissinger no tenía una buena relación con Haig, que era su segundo en el Consejo Nacional de Seguridad. Haig ocuparía luego el puesto de jefe de asesores de Nixon, y la Secretaría de Estado en la gestión de Ronald Reagan, durante la cual intentó mediar en el conflicto entre el Reino Unido y la Argentina por las islas Malvinas.
En el último volumen de sus memorias, Años de renovación , Kissinger explica que la base de su estrategia hacia América latina consistía en entablar "una relación especial" con Brasil, que tiene "los recursos y la población para convertirse en una de las potencias del mundo".
El 27 de julio de 1971, John Bowden Connally, el secretario del Tesoro, le comenta a Nixon que el titular de la comisión de relaciones exteriores del Senado, el demócrata Frank Church, había criticado a la administración por mantener buenas relaciones con Emilio Garrastazú Medici, que lideraba el régimen militar brasileño.
El gobierno de Medici, que se extendió desde 1969 hasta 1974, estuvo marcado por una fuerte represión contra la oposición, censura a la prensa, y también por un crecimiento económico espectacular, conocido como "el milagro brasileño".
Nixon se indignó con las críticas del senador Church:
"¿De qué está hablando? (...) Nos vamos a llevar bien con Brasil, que es un país amigo, nos vamos a llevar bien con cualquier país que se lleve bien con nosotros. Nuestro juicio sobre los países no está basado en sus sistemas (políticos) internos, sino en lo que hacen con relación a los Estados Unidos. No me importa un comino lo que hace el hijo de puta de Castro (en Cuba), el problema es lo que nos hace a nosotros".
En otra de las grabaciones, se escucha a Kissinger cuando le dice a Nixon que la administración tiene que tratar mejor a Brasil, porque "han estado siempre de nuestro lado, tienen un gobierno que esencialmente es pro Estados Unidos".
El director del Consejo Nacional de Seguridad se queja de que la división de América latina del Departamento de Estado no quiere construir una buena relación con Brasil "porque tienen un régimen militar", y le pide a Nixon que designe a nuevos funcionarios en esos cargos.
La voz de Kissinger, que sin saberlo solía sentarse frente a uno de los micrófonos del Salón Oval, también se escucha en una reunión del 17 de junio de 1971, cuando interrumpe a Donald Kendall, un empresario de Pepsi que era muy amigo de Nixon.
Kendall se estaba refiriendo a Grecia y Kissinger acotó que el desempeño de la economía brasileña también era muy elogiable. El empresario siguió adelante con una comparación entre Grecia y la Argentina.
"Pero en Grecia, la economía está en un boom . Están encaminados, y si se pueden olvidar de las elecciones por un tiempo, el país estará de nuevo en la ruta económica. Y eso no pasará en la Argentina, que es un ejemplo típico... redujeron la inflación del 30 al 7 por ciento, pero el gobierno se debilitó, dijeron que no podían mantener la política, y en doce meses volvieron al 30 por ciento."
Otra referencia a la Argentina de las 134 grabaciones de Nixon desde febrero de 1971 hasta julio del mismo año que el Archivo Nacional hizo públicas la semana última, surge de una conversación del presidente con el secretario del Tesoro.
Connally le plantea al presidente que la administración debería mejorar sus relaciones con los países de América latina, "en particular con los de origen europeo", y en "especial" con la Argentina:
"Le tenemos que decir a esta gente en forma directa, le tenemos que decir a la Argentina: miren, no los vamos a tratar como tratamos a Honduras ".
El concepto de Nixon -que asumió la presidencia de los Estados Unidos en enero de 1969, fue reelegido en 1972 y tuvo que renunciar dos años más tarde por el escándalo Watergate- sobre la Argentina está sintetizado en una frase:
"Si Brasil, el país más grande, tiene éxito, mantendremos a la Argentina en línea".
La frase que sigue está borrada de la cinta que puede consultar el público. El Archivo Nacional sacó de las cintas los tramos que podrían dañar la seguridad nacional, violar la privacidad o revelar secretos comerciales, y sólo dejó en las guías temáticas una indicación genérica de lo que no se puede escuchar, que en este caso dice: "Argentina".
Darle prioridad a la relación con Brasil era una idea de Kissinger, que en el último volumen de sus memorias admite en una nota al pie de página que sólo se familiarizó con la Argentina después de dejar sus cargos en los gobiernos de Nixon y de Gerald Ford.
Kissinger viajó por primera vez a América latina como secretario de Estado en 1976, durante la administración Ford, y luego de tres postergaciones.
"Como muchos de mis contemporáneos, yo sufría de una perspectiva geográfica distorsionada: Londres, París, Roma, Bonn, parecían cerca; la ciudad de México, lejana; Río de Janeiro y Buenos Aires, fuera de mi alcance", dice en Años de renovación . "Mis primeras impresiones sobre América latina estuvieron profundamente moldeadas por Nelson Rockefeller", sigue.
Tras asumir su primer mandato como presidente, Nixon le encargó a Rockefeller, que había sido su rival en el partido republicano, un informe sobre las relaciones entre los Estados Unidos y América latina.
"Las semillas de la anarquía se expanden por todo el hemisferio", y "un nuevo tipo de militares" emerge como "la principal fuerza para un cambio social constructivo" en la región, reportó Rockefeller.
El académico Smith escribió que el informe fue parte de un proceso por el cual "la aceptación en Washington de las dictaduras se hizo aún más explícita durante la administración Nixon".
Entre las fuerzas "emergentes", Rockefeller mencionó a las mujeres, a los estudiantes, y a los jóvenes curas de la Iglesia Católica "que son vulnerables a la penetración subversiva".
En su conversación con Kissinger y el director de la CIA del 5 de marzo de 1971, Nixon habla del "deterioro" de la Iglesia Católica:
"El hecho más importante, en términos ideológicos, de los últimos diez años, en mi opinión, es el deterioro de la Iglesia Católica... Soy un gran admirador de la Iglesia Católica... En América latina hay un tercio de marxistas, un tercio está en el centro, y el otro tercio es católico... En los tiempos que corren ya no podemos contar con las viejas épocas de la Iglesia Católica (...) ¡Qué le está pasando a la Iglesia!".
Nixon había visitado varios países de América latina en mayo de 1958. El motivo original de la gira del entonces vicepresidente de Eisenhower fue representar a los Estados Unidos en la asunción de Arturo Frondizi.
Pasó por la Argentina, Paraguay -que entonces estaba bajo el mando de Alfredo Stroessner-, Ecuador y Colombia, sin mayores inconvenientes. Pero en Perú, en primera instancia, y en Venezuela después, lo recibieron con manifestaciones violentas que nunca olvidaría, sobre todo el episodio en Caracas donde temió que dieran vuelta el auto que lo transportaba.
"Fue un viaje muy traumático para Nixon, un viaje que moldeó sus impresiones sobre América latina. Desde su punto de vista, era una región no civilizada, que no importaba para las relaciones entre las grandes potencias del mundo. Como lo único que le preocupaba era la amenaza comunista, desde su perspectiva, la solución eran los regímenes militares fuertes", dijo Smith a La Nación desde la Universidad de California, San Diego, donde dirige el programa de estudios latinoamericanos.
En una conversación con Haig, del 11 de mayo de 1971, Nixon, que está hablando sobre la prostitución, las drogas y la corrupción en Vietnam, salta de pronto a América latina:
"Esperamos demasiado de esta gente, después de todo lo que pasaron, no podemos esperar que tengan elecciones libres de un día para el otro (...) Por Dios, miremos a América latina, todos tienen constituciones como la americana (...) Pero nombren a un país que no esté muerto... en este momento, el único país más o menos es Brasil, y Brasil está bajo una dictadura, mi Dios, los chilenos se están yendo por el tubo, los peruanos están cayendo, los bolivianos ya se fueron, Paraguay, por su puesto, es una dictadura... la Argentina es una mierda, Colombia, buu, buu... Venezuela lo va a lograr, por el petróleo... Gobernar no es fácil... tomemos a Africa negra, por ejemplo... todos esos países nuevos (...), no hay ninguno que tenga una democracia constitucional, y no la van a tener por cientos de años. Y no es porque son negros. Los blancos en Gran Bretaña, por Dios, se mataron entre ellos durante cientos de años, les tomó mucho tiempo llegar hasta este punto. Los franceses tuvieron una revolución, como nosotros... Se habla de la superioridad de los blancos, y es el hecho de que la gente, en diversos estadios del desarrollo, se tiene que dar cuenta de que la mejor forma de gobierno es la democracia constitucional, pero para llegar hasta ahí hará falta mucho tiempo".
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