Guillermito
"En alta mar, una vaca dio a luz a un ternero de 45 kilos al que la tripulación bautizó como Guillermito, en honor al secretario de Comercio Interior, gran impulsor del intercambio comercial con este singular país africano."(De la crónica sobre la misión comercial de la Argentina en Angola.)
Un toque de clarín que anunciaba el comienzo de la muestra de productos argentinos en Luanda irritó al ternero Guillermito. Joven aún, pero dueño de un carácter vivo, embistió contra los precarios puestos con los que nuestro país pretendía maravillar a los africanos. No dejó nada en pie y su furia aumentó, naturalmente, al divisar la bandera angoleña que enarbolaba un puñado de nuestros anfitriones, ya que la franja superior de esa divisa es de un intenso color rojo. Los angoleños entonaban en esos momentos el himno, que dice: "Oh, Patria, saludemos a tus hijos tumbados por nuestra independencia". Al levantarse, magullados, comentaron que una cosa es ser aplastados mientras se lucha por la libertad y otra ser derribados por un retoño de mala vaca.
Cuando volvió en sí, Guillermito comenzó a experimentar una extraña nostalgia. ¿Qué estaba haciendo allí, tan lejos de su tierra? Había oído decir que las vaquitas eran ajenas, pero no había imaginado que tanto. Los tamboriles demasiado sensuales de la semba y el kizomba kuduro no se parecían en nada a los bombos legüeros. Desesperado, buscó con la mirada a su padre adoptivo. Lo vio a lo lejos, calzando guantes de box y en el papel de mamba, juego folklórico angoleño en el que el cazador debe atrapar a sus rivales en un cuadrado de cinco por cinco. "¡Papá, papá!", berreó, pero, en el fragor de la contienda, no fue advertido. Una fragata real, el ave nacional de Angola, se le posó en el lomo. Como la gaviota de María Elena Walsh, lo picoteaba como si fuera una hamburguesa. Guillermito la echó a los corcovos.
"¡Qué destino tan triste -pensó-: ser un toro nacido en alta mar, añorar un país nunca visto y ser regalado a cuenta de negocios que tal vez no sean más que utopía!" Exagerara o no, nadie puede negar que Guillermito tiene un lenguaje bastante evolucionado para ser un ternero.