Guerra en Ucrania: juegos de simulación que no son tales
Desde el momento que una cruenta guerra e invasión fue desatada por Rusia en Ucrania el 24 de febrero de 2022, pero fue llamada “operación militar especial”, comenzaba a percibirse un periodo donde se intentaba mostrar al mundo que " lo que realmente ‘es’ en realidad ‘parece no ser’“. Está claro que ese juego lo propuso, lo mantiene y hasta lo incrementa cada día más la Federación, pero algunos países de Occidente también apelan a verdaderos subterfugios para “enmascarar” algunas decisiones que saben que a la luz de la opinión pública son vistas como “políticamente incorrectas” pero pretenden no pagar el precio de esas “incorrecciones”.
El país de Occidente que quizás más se presta a este juego de “realidades paralelas” es Alemania. Hay otros actores también, valga decirlo, pero pasan más desapercibidos, por caso, Francia, Turquía, Hungría, o hasta el mismo Israel, para citar sólo algunos ejemplos. Alemania trató por todos los medios simular el tener profundas “reflexiones” para decidir finalmente el envío a Kiev de los tanques pesados Leopard, cuando en realidad las dilaciones estaban basadas no en el peligro de que dicha decisión resultara en una escalada del conflicto sino, principal y fundamentalmente, como la misma iba a ser recibida por su “amigo/ contrincante” de siglos, Rusia, y no ser considerado “cobeligerante”.
La entente Rusia/Alemania desde el siglo XVIII en adelante ha sido la de dos vecinos de la región poderosos, muchas veces con ambiciones contrapuestas, pero que en muchos casos (incluso a veces más de las necesarias) apelaron a treguas o pactos entre ellos que lo único que hicieron fue postergar encontronazos que inevitablemente se iban a producir por la divergencia de intereses. En el caso Ucrania, ni siquiera es necesario irse a períodos de antes de la Segunda Gran Guerra. La invasión al Donbass y la anexión unilateral de Crimea en el 2014 hizo que Alemania y Francia fueran elegidas por Ucrania y Rusia para que los cuatro países conformaran lo que se dio en llamar el “Cuarteto de Normandía”, que dio lugar luego a la firma de los Protocolos de Minsk (Grupo de Minsk I y Grupo de Minsk II) con los mismos cuatro actores internacionales.
Francia y Alemania no tuvieron un comportamiento que se pueda llamar totalmente imparcial o autónomo, separado de los intereses que compartían, sobre todo Alemania, con la Federación Rusa desde hacía muchos años. Eso, por lo tanto, impedía un correcto funcionamiento de ese “Cuarteto”, el cual en general tenía un sesgo contrario a los intereses del país invadido, o sea Ucrania. El Ministro de RREE de Alemania por aquellos tiempos era Frank Walter Steinmeier, hoy día el actual Presidente germano. Es necesario recordar al respecto, que Steinmeier, al principio del nuevo conflicto, allá por el mes de marzo de 2022, estuvo a punto de ser declarado “persona no grata” por Ucrania, que reaccionaba a nuevas decisiones de Alemania que perjudicaban ostensiblemente a los ucranios, pero también recordando sus participaciones en el Grupo de Minsk, que no eran precisamente benévolas o benéficas para con el país agredido.
Pero por suerte, eso también ya es historia. Finalmente, Alemania ha autorizado el envío de los anhelados tanques pesados que reclamaba Ucrania. Eso permitió que otros países europeos y de Occidente (se habla de doce países en general), que tienen también en sus arsenales los Leopard, pudieran asimismo comprometer su envío a Ucrania. EEUU, luego también de varios cabildeos, decidió enviar finalmente sus tanques pesados Abrams, similares de algún modo a los Leopard alemanes. Quedaría solo que Francia envíe sus Leclerc para que Ucrania se sienta respaldada por Europa y EEUU en este nuevo apoyo armamentístico para afrontar de la mejor manera que se pueda la escalada del conflicto que se espera para la primavera boreal.
No obstante, las demoras y dilaciones en llegar ese tan esperado envío ha hecho que algunos analistas aleguen que los mismos podrían llegar tarde o en cantidades no suficientes como para torcer verdaderamente el destino de la guerra en favor de Ucrania. Además, Ucrania nunca ha podido ser lo suficientemente fuerte en el espacio aéreo (ese ha sido su gran Talón de Aquiles) y por lo tanto, mientras sigan sin llegar los aviones caza de combate occidentales o armamento anti misiles aéreos, Ucrania parece no estar verdaderamente en condiciones de torcer dramáticamente el curso de la guerra, expulsando definitivamente a su agresor de sus territorios internacionalmente reconocidos, invadidos por Rusia en 2014 y en 2022.
Es allí donde comienza a percibirse otro “juego de simulación”, siendo en este caso el causante, el que es, nobleza obliga, el principal sostén de Ucrania en este conflicto: los EEUU. Si se desmenuzan de manera profunda las declaraciones de las principales autoridades estadounidenses en Defensa y RREE (Biden, Blinken, Austin, Milley, Sullivan, etc) no se percibe en las mismas una coherencia total que no deje lugar alguno a ciertas contradicciones. Así por ejemplo, el presidente Biden señala que EEUU estará al lado de Ucrania hasta el final del conflicto, pero al mismo tiempo el Comandante del Estado Mayor Conjunto, Milley, señala que el conflicto no tendrá un claro ganador -por lo menos en el transcurso de este 2023- y que por ende deberá ser “resuelto en la mesa de negociaciones y allí cada uno deberá ceder algo”, todo eso dicho en momentos en que bajo pueriles argumentos, EEUU se negaba al envío de los Abrams y mucho más al de aviones caza de combate que realmente puedan resultar un elemento significativo para torcer a favor de Ucrania el curso del conflicto.
Por lo tanto, ¿cuál habrá sido el mensaje subyacente de Milley? Hasta el momento, reconozco no tener reflexiones que me lleven a la dilucidación de ese acertijo. Eso no significa que no se pueda, agudizando el ingenio, pensar eventuales formas de dilucidación del conflicto en la mesa de negociaciones. Pero otra vez, solo sería un juego de simulación más. Ningún analista reputado o prestigioso puede imaginar en que están pensando verdaderamente las autoridades de EEUU o europeas, así como tampoco las ideas del mismo Volodimir Zelensky. Mucho menos, cual es el real pensamiento de Vladimir Putin. En este caso, porque se hace imposible pensar que Putin imaginara, a priori, el total fiasco de esta guerra e invasión absurda rusa.
No obstante ello, los perjuicios se palpan diariamente. En Ucrania, sobre todo, pero también en Occidente, en la misma Rusia y en el mundo en general. Un evento anual de la importancia del Foro Económico de Davos, Suiza, ha pasado prácticamente desapercibido porque además, el nivel de las delegaciones de los países que históricamente formaban parte de este prestigioso evento, fue el más bajo y poco representativo de los últimos veinte años, incluidos los años de la pandemia mundial. Lo que muestra eso es que el mundo desde el 24 de febrero de 2022 ha quedado sin un rumbo definido y, entre otras cosas, la gran mayoría de los organismos o foros internacionales de relevancia han quedado sumidos en un descrédito como quizás nunca antes.
Es por ello que se hace imposible imaginar escenarios de salida del conflicto que tengan una relativa certeza. Porque prácticamente desde el 24 de febrero de 2022, el mundo pareciera funcionar sin reglas, o por lo menos con ciertas reglas ordenadoras creíbles. Por lo tanto, no es de extrañar el “fracaso” de Davos que, aun no siendo estrictamente un organismo internacional, sus debates y resultados muchas veces tenían parecida fuerza a decisiones de verdaderas organizaciones internacionales como la ONU o la OMC, también “anestesiados” o permeados por un conflicto que los sacó de eje ¿definitivamente? Está por verse, pero es muy factible que asi sea.
Se vienen semanas y meses que a priori parecería que no serán determinantes para que se termine la guerra. En los juegos de simulación de Occidente hay muchos IF (palabra inglesa utilizada en cálculos probabilísticos que significa, simplificadamente, SI PASA TAL COSA, PUEDE OCURRIR TAL OTRA) con demasiadas respuestas, muchas de ellas muy divergentes entre sí, a esos IF que se plantean como pregunta. Aparentemente, quizás solo aparentemente, parece haber menos IF por parte de Rusia, a juzgar por la línea de las declaraciones descaradas, amenazantes y cínicas de muchas de sus autoridades, como por ejemplo las de Medvedev, Lavrov, Peskov, Prigushin o el mismo Vladimir Putin.
Dice el refrán popular “dime de que alardeas y te diré de que careces”. Sin embargo, para muchas de las autoridades de Occidente, esas “fanfarronadas” son tomadas muy en serio y han impactado en la cautela cada vez mayor que muestran. Como siempre el tiempo, eternamente sabio, mostrará si esos “juegos de simulación” que realiza Occidente, y que responden a los activados por la Federación Rusa -al menos en sus amenazas y declaraciones, pero también en sus acciones- serán acertados o no en sus resultados. Hasta ahora, y desde hace varios años, el país agresor puede llamarse contento porque ha podido neutralizar contundentes decisiones de Occidente que detengan su permanente y eficaz diatriba y acción agresora. Así lo demuestran hasta aquí, Chechenia, Georgia, Siria, y quizás ahora se les sume Ucrania. Es de esperar que las autoridades de EEUU, de Europa, y de Occidente en general estén a la altura del acertijo y el desafío planteados por Rusia, para que el mundo que se pergeñe al final del camino de esta absurda guerra (y también de varias otras) pueda ser el de un mundo mejor y no peor. Está en sus manos, en su inteligencia, en su espíritu, y también en su coraje.
El desafío es complejo como quizás nunca antes, pero lo que está claro es que se pueden convenir fórmulas de disuasión nuclear como se ha venido haciendo desde 1945 a la actualidad. Lo que no se puede admitir es que esa disuasión pretenda ser tergiversada o cambiada por el chantaje o la extorsión y mucho menos ceder ante ella, porque eso traería, más temprano que tarde, la construcción de un mundo sin leyes ni reglas confiables, mucho peor de lo que ha sido hasta aquí con sus más y sus menos. En ese escenario de debilidad o por lo menos de frágil fortaleza, el peligro de la destrucción final del planeta podría estar mucho más cerca, a contrario sensu de lo que evalúan, estiman o esperan, noble y bien intencionadamente, algunos tímidos intérpretes occidentales de esta “realidad paralela” que nos muestra la voraz Rusia de Putin.