Guerra en Ucrania: escapar a los 82 años
Mientras algunas personas festejan el año entrante con el estallido de fuegos artificiales, otras escapan de los ruidos estruendosos porque significan peligro. Así es la historia de “Baba Nina”, el apodo cariñoso de Nina Ryazantseva, una mujer ucraniana de 82 años que abandonó su hogar por los ataques aéreos que se intensificaron en su país desde agosto 2024.
Baba Nina construyó su casa ladrillo por ladrillo en Donetsk, al este de Ucrania, una región parcialmente ocupada desde 2014. Cuando en agosto de este año comenzaron los ataques y los rumores de que las fuerzas rusas avanzaban hacia su pueblo se mantuvo semanas cautiva en el sótano, hambrienta y aislada. El 9 de agosto, una explosión destrozó casi al instante toda la zona donde ella vivía. Pero, entre los escombros, Baba Nina logró escapar. Atinó a recuperar sus documentos, algunas fotos y un trozo de papel con su número de contacto de emergencia, que también había escrito en sus manos y brazos: “Si no sobrevivía y el papel se perdía, quería que quien me encontrara supiera a quién llamar”, comentó Baba Nina. Sabía que la esperaba un camino largo hasta encontrar ayuda.
Su pueblo, Serhiivka, quedó completamente desierto: los habitantes fueron evacuados, las casas se consumieron por el fuego y el aire se llenó de un denso humo. La invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Federación Rusa —que inició en febrero de 2022— se ha cobrado un gran número de vidas civiles y ha destruido infraestructura vital. Recientemente se cumplieron mil días desde esta invasión y las necesidades de la población civil están creciendo con otro crudo invierno en camino. Ucrania perdió el 65% de la capacidad de generación de energía debido a la destrucción de la infraestructura energética.
La historia de Baba Nina se suma a la de 4 millones de personas que permanecen desplazadas dentro de Ucrania y 6,7 millones más que han buscado refugio fuera del país, forzados a abandonar sus hogares para buscar seguridad en otra parte.
Agotada y sola, la mujer de 82 años recorrió kilómetros interminables atravesando campos. “Me agachaba cuando caminaba para evitar ser localizada por drones o ser alcanzada por disparos”, explica Baba Nina. “Me sentaba cuando detectaba una amenaza. Había disparos desde ambos lados”, agrega. Hasta que se encontró con dos
hombres que la contactaron con el grupo socorrista Ángeles Blancos. Solo alimentada con agua, pan y chocolate para recobrar fuerzas, llegó a un centro de tránsito para evacuados que cuenta con el apoyo de Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Mezhova, en la región de Dnipro. Baba Nina estaba a kilómetros de su hogar, pero finalmente a salvo y acompañada por asistencia psicosocial, una cama, ropa y ayuda para acceder a servicios sociales. Una segunda oportunidad. Luego de ducharse y recomponerse, descansó unos días allí antes de regresar a Zhytomyr, su ciudad natal, a reencontrarse con su familia.
En Ucrania, más de 14,6 millones de personas -es decir, el 40% de la población total del país- requieren apoyo humanitario con urgencia. La situación es particularmente grave en regiones como Járkov, al noreste, lo cual ha acrecentado las necesidades humanitarias y el desplazamiento forzado.
A diario, historias como la de Baba Nina se repiten y hombres, mujeres y niños abandonan sus pueblos destrozados en búsqueda de un lugar seguro. El próximo febrero, se marcará el tercer aniversario de esta emergencia humanitaria que transformó la vida de todos los habitantes del país. Actualmente, Acnur trabaja con socios locales e internacionales entregando kits para reparaciones de emergencia de viviendas dañadas, apoya directamente en las reparaciones de casas y proporciona apoyo legal y terapia psicológica a quienes han sufrido los traumas de la guerra. Desde Argentina es posible ayudar a personas como Baba Nina y a los millones de refugiados que huyen para salvar sus vidas en fundacionacnur.org/dona.
Acnur brinda protección, apoyo y nuevas oportunidades para quienes debieron abandonar sus hogares para salvar sus vidas. En este contexto, la colaboración de toda la sociedad es esencial para continuar brindándoles protección y asistencia. Nadie elige ser refugiado, pero todos podemos elegir cómo ayudar.
Directora de Comunicaciones de Fundación Acnur Argentina