Guerra en Ucrania. Autoritarismo vs Democracia, cada vez más vigente
Cuando el 24 de febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania, nunca había quedado tan claro que esa invasión no era tan solo la de un país poderoso a otro más pequeño, basado meramente en la conquista de territorios. Mucho menos aun, que estuviera basado en los absurdos argumentos rusos esgrimidos, así como tampoco que se respetaran las más elementales normas del Derecho Internacional vigente.
Si bien es Ucrania la que sufre los inenarrables tormentos de manera directa, manifesté en mis primeras columnas sobre el tema que esta invasión era, en su fin ultimo, la disputa por la prevalencia de regímenes autoritarios por sobre las democracias liberales a las cuales esos regímenes autocráticos no habían querido, interesado, o sabido obtener.
Manifesté también que, de prevalecer Rusia en su infame intento, eso podía dar pábulo a nuevas aventuras de otros países para obtener de manera bélica y cruenta sus inconfesables fines. Pensaba en Corea del Norte asediando a Corea del Sur y Japón, en China y su frenética búsqueda de neutralizar, aunque tenga que ser por la vía de los hechos, a la “irreverente” Taiwán. Quizás también habría que mirar con detalle los movimientos de Turquía (país de la OTAN, necesario es decirlo) en su asedio a Grecia y Armenia, o ahora intentando complicar el ingreso de Suecia a la OTAN, con el argumento que el país escandinavo sirve de refugio a grupos kurdos a los cuales ha catalogado de terroristas.
Obviamente, no pueden dejarse de lado los movimientos de Irán, ya no tan solo en su ancestral disputa con Israel sino, ahora se sabe, por medio también de su apoyo a Rusia suministrando drones “suicidas” que atacan todos los días a poblaciones ucranianas. Para no mencionar la “influencia” en grupos terroristas diseminados en Siria, Líbano y Palestina.
Mundo convulsionado, sin dudas. Democracias demasiado asediadas, también.
Pero ese asedio no queda circunscripto a Europa, Asia o Medio Oriente. América Latina, cuna lamentablemente de muchas dictaduras de diferentes ideologías que pulularon entre los años 1930 y 1980, había comenzado una esperanzadora “primavera” desde principios de esos años 80 que dio como resultado que la democracia se extendiera fuerte y sostenidamente en una gran mayoría de países latinoamericanos.
Pero hace ya algunos años, comenzaron a percibirse “imperfecciones” en esas despuntadas democracias. Así, a la histórica dictadura cubana de 1959 siempre vigente, comenzaron a existir nuevas aventuras antidemocráticas en Venezuela, en Nicaragua, en El Salvador, en Perú, en Bolivia, en la poderosa Brasil, y siguen las firmas.
Más grave aun, la cuna de la democracia moderna -aunque fuera de Latinoamérica, Estados Unidos- fue agredida con métodos jamás conocidos anteriormente, los cuales culminaron con el intento de abordaje al Capitolio estadounidense, en un intento de no reconocer el resultado electoral por el cual Joe Biden iba a reemplazar a Donald Trump. Necesario es mencionar este antecedente, porque hace apenas días, simpatizantes del ex Presidente Bolsonaro acaban de hacer un intento muy parecido en Brasil al escarnio del Capitolio norteamericano.
Estos ejemplos pueden ser catalogados como intentos de grupos de extrema derecha. Los grupos de extrema izquierda no se han quedado atrás y hasta los han superado, como ha podido verse claramente en las vapuleadas Venezuela y Nicaragua, donde sus regímenes autocráticos y dictatoriales han arrebatado todas las libertades individuales de sus ciudadanos, incluso hasta la mas importante de ellas, la vida.
En otros países, todavía no se ha llegado a tanto aun, pero claramente existen graves intentos de socavar las instituciones democráticas y republicanas bajo diferentes formas y métodos, que pueden consistir, por ejemplo, en vapulear a los poderes legislativos y/o judiciales, de manera de someterlos a los designios del Ejecutivo de turno para que respondan a sus propios intereses.
La “nueva Rusia” que emerge en 1999 con Putin; la China que cambia dramáticamente sus visiones del mundo (y sus procederes) desde la llegada al poder de Xi Jinping, dejando de lado las sabias determinaciones de la China moderna de Deng Xiao Ping, y que casi lo convierten a Xi en un monarca vitalicio cual remedo de Mao Tsetung; para no hablar de los métodos terroristas de Irán, han intentado “exportar” sus visiones y métodos internos en el relacionamiento con un variopinto mosaico de países o partidos políticos ya sea en Europa, Asia, África, y por cierto América Latina tampoco ha sido la excepción ni mucho menos.
Es por todas estas razones, que cada vez cobra mayor significado e influencia las palabras del Presidente ucraniano Zelenski, cuando menciona que Ucrania es en estos momentos el más claro ejemplo de “la lucha de la democracia contra el autoritarismo” y que esa lucha no es solo por Ucrania, sino también por Europa y Occidente todo. En mi visión, agregaría que a ese Occidente, al cual claramente siempre perteneció América Latina y que casi la consideraría como “cofundadora” en los últimos cien años, hoy deberían adicionarse también “como Occidente” a países tan diversos como Japón, Corea del Sur, Singapur, y seguramente habrá varios más.
Por ende, Occidente debe sopesar clara y concienzudamente que Ucrania no puede perder esta guerra, porque su victoria o derrota es la victoria o derrota de las democracias liberales, imperfectas sí, incompletas sí también muchas veces, pero que hasta el presente no han podido ser reemplazadas por el descubrimiento de un sistema mejor, mucho menos por autocracias, autoritarismos, autarquías o incluso tiranías, que los populismos nos intentan mostrar como “modelos superadores”.
Los fascismos y comunismos que pulularon en el siglo XX y que se nos intentó divulgar a la humanidad como “regímenes de encanto” fueron un fracaso absoluto, pero sobre todo en la no preservación de las libertades y derechos individuales fundamentales. Tampoco en la necesaria inclusión o igualdad a la que permanentemente referían procesar pero que cada vez quedaban más lejos de ser logrados u obtenidos por sus pueblos, salvo para sus minúsculos grupos de gobernantes privilegiados. A eso se expone Ucrania hoy, y a eso se expone también Occidente todo hoy. Sepa el pueblo (y la humanidad toda) discernir.