Gritá, llorá, pero resolvé los problemas
“Si hubiera encontrado el Gobierno como estaba, también gritaría y lloraría”. (De Susana Giménez)
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No es un domingo más. Mientras el desayuno familiar sucede en horarios más laxos que en la semana, hay tiempo para ver a Franco Colapinto en su segunda carrera de la Fórmula 1. Ya vamos a empezar a compararlo con los grandes del automovilismo que supimos tener. Somos argentinos. Queremos que el piloto de Williams dé el batacazo en Bakú y empecemos a contar cuánto le falta para emular a Fangio. El despiste del viernes en Azerbaiyán nos dejó un sabor agridulce: no fue lo que se esperaba, pero enseguida le pidió disculpas a su equipo sin perder la calma.
Por la noche, seguiremos pegados a la TV. La gran diva Susana Giménez, no debutará con su programa tras varios años de ausencia en la pantalla porque justo se le ocurrió a Javier Milei montar su propio show. Será el primer presidente en ir al Congreso a entregar el proyecto de presupuesto y, de yapa, explicarles a los “degenerados fiscales” que tienen que aprobarlo, de qué se trata este eventual nuevo capítulo de la motosierra libertaria. Quizás ahora sí saque a los jubilados de la lista de “la casta” y resuelva el temita de sus bajos ingresos. Por ahora, solo los salarios legislativos le ganan a la inflación. Y ojalá incluya en la motosierra a los oscuros espías de la SIDE, que en sus épocas de esplendor y amplio presupuesto vieron pasar como si nada los atentados contra la embajada de Israel y la sede de la AMIA. Y todavía seguimos sin tener a los responsables entre las rejas.
Para asegurarse el rating, el presidente libertario vociferará entusiasmado por cadena nacional. El próximo domingo cuando sí Susana Giménez pueda debutar, habrá que medir bien la audiencia, porque ella no tendrá la chance de la cadena nacional, se tendrá que contentar con salir por un solo canal. De todos modos, la diva del teléfono aclaró que no se siente afectada por la reprogramación: “Me encanta todo lo que está haciendo, así que lo apoyo a muerte”.
Le restó importancia al ímpetu presidencial al decir que no le molesta que grite, “cosa de él”. Y lo justificó aún más: “Grita porque es así, calentón, pero ya se va a acostumbrar. Si yo fuera presidenta y hubiera encontrado el Gobierno como estaba, también gritaría y lloraría”. ¿Entraremos en una etapa de “gritá y llorá” para tapar los déficits de gestión y las promesas que aún se esperan con ansias? Vayamos por partes. Primero tratemos de llorar y gritar de alegría por Colapinto. Después veremos si al relato se le suma gestión contundente.