Gran triunfo la derrota
“Llenemos la Plaza de Mayo y celebremos este triunfo como corresponde”. (De Alberto Fernández)
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Estamos a dos minutos –¡qué digo dos minutos, dos segundos!– de negar la caída de Constantinopla y del Muro de Berlín, de desmentir las bombas en Hiroshima y Nagasaki y el descubrimiento de la penicilina. Estamos a un tris de adjudicarle la imprenta a Mark Zuckerberg y Facebook a Johannes Gutenberg. De confundir a Astor Piazzolla con L-Gante y de creer que las ondas gravitacionales son embarazadas que tienen onda. Y todo eso sin que se nos mueva un pelo.
Tenemos moneda, pero, al igual que en el espacio, en el que la masa permanece y no se altera, el peso es casi inexistente. El alumno pone las reglas, el maestro obedece y, si no lo hace, los padres del chico lo ubican con un certero cross a la mandíbula.
El almacenero chino no fía porque no sabe qué es fiar y porque “el que rompe paga” y andá a cantarle a Xi Xinping.
Colón es solo un monumento en la Costanera; Churchill, un complejo de suites en Miami Beach; Kennedy, el dueño de un aeropuerto, e Isaac Newton es el medio hermano de Olivia Newton Jones.
En nuestro país, un fracaso es un triunfo y un triunfo, una decepción. Alberto Fernández, como Julio Cobos en 2008 con “mi voto no es positivo”, habla hoy de la “no derrota” del Frente de Todos, al que se le esfumaron 5,1 millones de votos respecto de las presidenciales de 2019, y convoca a festejar que perdió por un pelito en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo puso una megaagencia de remises, aprovechó el mal momento de Garbarino para monopolizar el reparto de heladeras y cocinas y les disputó a los bancos la idea de “billetera virtual”, pero para repartir sin permiso platita de todos.
El neurólogo Manes, que conoce por dentro el cerebro de Cristina, jura que Alberto tiene anosognosia: no admite los problemas y eso le impide encarar la rehabilitación. Capitanich dice que la gente común es tonta e incapaz de pensar por sus propios medios. La portavoz Cerruti asegura que el Gobierno no se reúne con quienes tienen posturas antidemocráticas (con excepción de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y compañía). Y, en Renca, una pequeña localidad de San Luis, votó el 102,06 por ciento de los empadronados.
En la Argentina, lo blanco no es tan blanco ni el negro tan oscuro. Así como te dicen una cosa, te dicen la otra; Dios no ayuda al que madruga, y en casa de herrero, pájaro en mano.
Y, contra lo que se cree, el Himno no es el de Parera y López y Planes, sino el de Discépolo: “Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.