Graciela Camaño: una militante que vale por dos
Pieza clave en el armado estratégico de la Cámara baja, temida y respetada incluso por los pesos pesados del mundo gremial y político, a Graciela Camaño no le gusta quedar opacada por la figura de su esposo, el sindicalista Luis Barrionuevo
Sería fácil explicar a Graciela Camaño como la mujer del polémico Luis Barrionuevo, famoso por acopiar frases brutales, como aquella en la que aconsejaba dejar de robar por dos años. Pero las cosas no son así en el caso de esta chaqueña dura -impiadosa, dicen algunos- a la hora de negociar leyes y segura de sí misma como para ocupar lugares clave en el engranaje de poder de la Cámara baja, a la que ingresó durante el gobierno de Carlos Menem.
"Tiene capacidad de frenarte una ley por las alianzas que maneja", coinciden sus pares -oficialistas y opositores-, hasta tal punto que el año pasado, cuando la guerra peronista estaba al rojo vivo entre duhaldistas y kirchneristas, se convirtió en el principal sostén del contrariado jefe de la bancada del PJ, José María Díaz Bancalari, quien ofició de negociador fallido en la fallida batalla en favor del duhaldismo.
Sus puentes con la CGT y el mundo de los gordos (los gremios más poderosos), más los lazos con el peronismo bonaerense, parecen ser los puntos fuertes de esta mujer a la que muchos le tienen respeto, sí, pero también miedo. El jefe de una bancada opositora en Diputados lo resumió así: "No es que le tenga temor, pero si digo abiertamente lo que pienso de ella, no apruebo más una ley".
Extraña pareja
Con Néstor Kirchner convertido en claro ganador y el libro de pases activo, Camaño fue mutando de duhaldista crítica con el Gobierno a satélite del planeta K cuando votó a favor de la polémica ley del Consejo de la Magistratura.
Claro que todo está muy entrelazado. El apoyo de la ex ministra de Trabajo de Eduardo Duhalde a esta ley clave del Ejecutivo coincide con un acercamiento del Presidente a la CGT, conducida por Hugo Moyano, con quien Barrionuevo teje acuerdos.
Este acercamiento de Kirchner hacia el peronismo tradicional se tradujo en cargos estratégicos. Ejemplo: Juan Rinaldi, ligado al gastronómico Barrionuevo, quedó al frente de la Administración de Programas Especiales (APE), del Ministerio de Salud, que maneja 300 millones de pesos para las obras sociales.
El sociólogo Julio Godio, especialista en temas gremiales, asegura que el poder de los gremios está sujeto a los fondos de las obras sociales, así que quien maneje esos fondos podrá dominar el abanico de la CGT.
Una premisa que Camaño (y Barrionuevo) parece haber seguido puntualmente, a pesar de que ella juegue al golf y él grite en Chacarita Juniors. O que el gastronómico queme urnas -como en 2003, cuando lo inhabilitaron como candidato- y la diputada garantice la salida de leyes clave, maquillada y en tailleur.
Sin negar sus méritos personales, el jefe del bloque Ari en Diputados apunta: "Ella expresa intereses económicos vinculados a las obras sociales de los sindicatos y a actividades relacionadas con la Salud, y lo sabe".
Un dirigente de alto perfil dentro del PJ bonaerense definió así el funcionamiento del matrimonio: "Se trata de una sociedad conyugal en la que ella aporta la materia gris y Barrionuevo la operatividad".
Estudiosa y capaz
Algunos de los doce ex duhaldistas que votaron en contra de la Magistratura no están muy amigables ahora con ella porque sospechan inminentes acuerdos con el Gobierno.
"Acá hay toda una fantasía que no existe -se defiende-. Yo no me siento ni cerca ni lejos de Kirchner. De hecho, jamás tuve una reunión con él", remató.
Una mujer de carácter, sin duda. Amigos y detractores coinciden en que es difícil ganarle una discusión. "Es estudiosa y capaz", continúan las coincidencias. Más aún: es habitual que califique entre los mejores legisladores, según la evaluación de sus pares y de periodistas especializados.
"Indudablemente, es un cuadro político", opina el diputado y economista Claudio Lozano, de la CTA, enfrentado ideológicamente con Camaño, idea con la que coincide, desde la otra punta de arco ideológico, el macrista Cristian Ritondo.
Quienes la critican argumentan que siempre se movió con la lógica del sindicalismo vandorista. Esto es, que define sus posiciones allí donde el poder calienta. Claro que ella se explica a sí misma de otro modo. "Los que dicen eso no me conocen. Hay muchas leyes con las que no estuve de acuerdo, y no las voté o me abstuve. Siendo secretaria parlamentaria del bloque (del PJ), no voté los superpoderes, por ejemplo. Ni tampoco la privatización de YPF o de las jubilaciones, durante el gobierno de Menem", sostiene.
La irrita que la llamen menemista, duhaldista o kirchnerista. No acepta colocarse el sayo de esos "ismos". Es peronista a secas. Y punto. En la intimidad, Camaño cree que Menem usó a los sindicalistas y eso es algo que le factura a Barrionuevo, según cuentan amigos de la pareja. Argumenta que el menemismo, en los hechos, recortó el poder de los sindicatos. Apela a datos y estadísticas: mientras que en el 83 los gremios tenían 37 bancas en Diputados, dice, hoy sobran los dedos de una mano para contar esa representación en la que, obviamente, se incluye.
"Yo no acepto que se hable de la sumisión del Parlamento; en todo caso, la sociedad le dio un rol minúsculo a la oposición a partir del alineamiento que nosotros tuvimos en octubre. Estoy convencida de que con esta ley (la del Consejo de la Magistratura) no estamos aportando a una hegemonización del poder, sino que la composición de este organismo está ahora en su justa medida".
En el gremio gastronómico
Graciela Camaño era una chica difícil a principios de los setenta. Tenía poco más de veinte años y, según cuentan sus amigos de entonces, Barrionuevo hizo una apuesta para conquistarla. Así fue como el gastrónomico terminó convirtiéndose en su marido, con quien hoy tiene dos hijos: uno de 17, al que llaman Junior, y Melina, de 22. "Cuando se conocieron no tenían un peso", relata una amiga de Camaño, que ahora es dirigente gremial.
Había venido del Chaco a los siete u ocho años y se instaló con su familia en la localidad bonaerense de Los Polvorines. A los 15, a la vez que estudiaba en la secundaria, trabajaba también como operaria en una fábrica de zapatos; más tarde, se recibió de maestra. En esos años, fabricó detergentes y puso una boutique en San Martín.
"Siempre fue una mina muy laburadora y militante, ojalá hubiera usado esa capacidad para una buena causa", dicen de ella en el campo gremial, en donde muchos sectores le facturan que no representa los intereses de los trabajadores.
Gracias a su vínculo con Barrionuevo, en los setenta ingresó al gremio gastronómico, a pesar de que nunca fue camarera, ni trabajó en ningún restaurante. Sin embargo, llegó a ocupar en la obra social de los mozos otro lugar estratégico: la gerencia de Recaudaciones. Y aunque ella admite que nunca fue trabajadora gastronómica sino militante gremial, saca a relucir su proyecto de laudo gastronómico -propone que los mozos tengan una participación del 10 por ciento sobre el total de la ventas- como una de sus acciones en defensa de los trabajadores. Desde el sindicato gastronómico opuesto al de Barrionuevo, Daniel Jorajuria (CTA), su secretario general, se queja de que "ella nunca consulta a los sectores que supuestamente representa" y alerta sobre las desventajas encubiertas que supuestamente tiene la medida.
Menem y Duhalde
A pesar de que hoy quizá no le guste recordarlo formó parte del menemismo desde su embrión. "Quizá la sociedad me cataloga por el accionar de mi marido, pero el hecho de que Barrionuevo haya adherido tan fervorosamente al proyecto menemista no es un problema mío. Nunca frecuenté los despachos del Ejecutivo en la época del Menem alto, rubio y de ojos azules, ni tampoco lo hago ahora", se defiende. Sin embargo, la única elección importante que ganó Camaño en su distrito, San Martín, fue a finales de los 80, cuando el riojano disputó y ganó la interna peronista contra Antonio Cafiero que le abrió la puerta a su primera presidencia. San Martín siempre fue el territorio político de Camaño, aunque nunca le dio demasiadas satisfacciones. Cuando quiso ser intendenta, no le alcanzaron los votos. Eso fue en el 95, cuando perdió una interna contra el duhaldista Antonio Libonatti.
Claro que, entonces, ella estaba en el bando opuesto al del caudillo bonaerense.
Poco después del incendio de 2001, Eduardo Duhalde era el presidente de un país en carne viva y decidió sumarlos a ella y al marido como aliados buscando algo de oxígeno y algunas garantías de gobernabilidad. Nombrando a Camaño al frente del Ministerio de Trabajo buscaba respaldo en el imperio legislativo. Entonces necesitaba leyes clave en la negociación con el Fondo.
La ministra manejó desde su cartera no sólo los 70 millones de pesos del presupuesto, sino también la plata de los planes Jefes de Hogar. Bajo su órbita estaban las superintendencias de las AFJP, la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) y algo del Pami. Precisamente, políticos, algunos gremialistas e investigaciones periodísticas siempre vincularon a Barrionuevo con manejos poco claros relacionados con la obra social de los jubilados.
Algo más: las mujeres le reconocen un logro "histórico" durante su gestión, que es haber llevado la ley de cupo a los duros sindicatos.
Camaño tiene una bien ganada fama de mujer fuerte dentro del peronismo, que sabe hacerse respetar aun entre los más pesados. En aquellos meses caóticos, la ministra recibía en su despacho a piqueteros, gremialistas y dueños de fábricas quebradas. Una de esas tardes calientes, estaban sentados a su mesa negociadora Hugo Moyano y un empresario del transporte cuando el camionero se enfureció, de pronto, y le pegó una piña en el ojo a su interlocutor.
"Moyano, vos a mí no me hacés esto -lo paró en seco Camaño-. O te comportás, o te retirás". Moyano se comportó.
Vive en Villa Ballester, en una casona que también habita su mamá chaqueña, quien tiene aún hoy gran influencia sobre ella. "Ella lleva los pantalones en la casa, maneja los chicos, todo?", relatan los amigos del matrimonio.
Ella insiste en que su vida política es independiente de la de su marido, sin embargo, difícilmente hubiera logrado acumular el poder que hoy tiene de no haber hecho valer el peso político de su socio conyugal, a quien defiende a capa y espada en la vida privada. "Algunos me dicen que yo sería más sin él. Pero esto a mí me ofende porque con mi marido formamos, desde hace treinta años, una pareja de felicidad."
Quién es
Del Chaco a la militancia
Nació en Roque Sáenz Peña, provincia del Chaco, en 1953. En los 70, empezó la militancia gremial en la delegación del Ministerio de Trabajo de San Martín. Allí conoció a Luis Barrionuevo, con quien tiene dos hijos, de 17 y 22 años.
Carrera política
Fue elegida diputada por el PJ bonaerense en 1987, 1997 y 2003. En el 95 se presentó como precandidata a intendente de San Martín. Durante el gobierno de Duhalde fue ministra de Trabajo.