Gobernar es producir
La tarea de gobernar incluye un conjunto grande y complejo de actividades para garantizar la libertad y derechos de los ciudadanos, así como su bienestar material. Sin embargo, en momentos particulares en la historia de una sociedad aparecen urgencias que reclaman una atención especial. Es lo que llevó a Alberdi a proclamar aquello de “Gobernar es poblar”.
La magnitud de los problemas sociales que hoy afronta nuestro país obliga a privilegiar un accionar del gobierno tendiente a resolverlos; y para eso se hace inevitable encarar la producción de una riqueza que debe ser distribuida equitativamente. La magnitud de esos problemas se refleja en el dato de una pobreza que alcanza a casi la mitad de los argentinos, asociada a una falta de empleo que es mucho mayor a la señalada por las tasas que se calculan sobre los que buscan empleos sin tener en cuenta a los que ya han desistido de buscarlo después de reiterados intentos fallidos. A eso se agrega que casi la mitad de los que trabajan lo hacen en la informalidad, carentes de asistencia médica y sin aportes para la jubilación.
Situación social que está probado no se resuelve a través de un asistencialismo que, en sus diferentes formas, cubre a la mitad de los argentinos, y para lo cual el Estado recurre al aumento de las ya exorbitantes cargas impositivas, que desalienta aún más las inversiones productivas con el efecto de crear menos empleos y más pobreza, además de menos recursos fruto de una menor recaudación impositiva. Estrategia política que busca la dependencia derivada de ese asistencialismo, incrementada en momentos electorales con otras formas de repartir “platita”, pero que ha incrementado sustantivamente la pobreza, pasando de sólo un dígito en los 60 a casi la mitad de los ciudadanos en el presente.
En los 70 se diluyeron las posibilidades de una sustitución de importaciones que se había hecho fuerte con la segunda guerra mundial pero que el Rodrigazo puso fecha de defunción, así como la crisis del 30 lo había hecho con el modelo agroexportador. Desde entonces los diferentes gobiernos no atendieron al desafío de producir riquezas, ya sea por entender que con la democracia bastaba para comer; ya sea por reminiscencias de un combate al capital que en lugar de poner el Estado al servicio de la producción lo usó para crear millones de pobres. Los resultados de esa desatención llevaron a décadas de estancamiento económico, con una producción que crece menos que el aumento de la población y con tasas de inversión insuficientes.
El único camino genuino para superar la pobreza y demás falencias sociales es el incremento sustancial de las inversiones productivas, las que junto con aumentar la riqueza a distribuir equitativamente, creará empleos genuinos que sacará del asistencialismo y la dependencia a millones de argentinos e incrementará una recaudación impositiva que permitiría mejorar la atención de la salud, la educación, y las posibilidades de vivienda con obras cloacales y pavimentación de calles en barrios vulnerables.
Para ello deben dejarse de lado las arengas populistas culpando de todo al sistema capitalista, el que no sólo no ha fracasado, sino que ha sido incorporado a la producción en países controlados por un partido comunista, como es el caso de China. En la tarea de gobernar se debe poner al Estado al servicio de la producción, estableciendo relaciones de cooperación con los actores concretos encargados de la producción: los empresarios. Evitando que el Estado asuma la producción, como ocurrió en los países socialistas ortodoxos, cosechando sólo hambre y falta de libertad.
El empresario es un actor social que cuenta con habilidades, vocación y creatividad, que han hecho aportes decisivos a la sociedad desde la revolución industrial hasta nuestros días; las que han sido reconocidas incluso por el extupamaro y expresidente de Uruguay José Mujica, quien confesó no contar con esas cualidades y a las que valoró explícitamente.
Lo anterior no debe desconocer que el empresario también puede actuar con un afán de lucro desmedido, por lo cual las tareas de gobernar deben incluir tanto políticas de seducción para que haya inversiones, como políticas que obligue a los empresarios al cumplimiento irrestricto de las leyes laborales, el pago de salarios dignos, el cuidado del medio ambiente y el cumplimiento de sus obligaciones impositivas.
Sociólogo