Gobernabilidad, resultados e instituciones
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Este 10 de diciembre de 2023 abrió una nueva oportunidad a todos los argentinos. Nuestra democracia madura políticamente no ha podido mostrar resultados económicos acordes a las expectativas y necesidades de la sociedad.
Junto al faltante de resultados económicos, el vacío de institucionalidad y su degradación, ha generado un círculo vicioso que termina transformándose en una de las mayores causales de nuestro fracaso como sociedad. Falta de resultados, búsqueda de atajos, deterioro institucional y problemas de gobernabilidad han constituido ese círculo vicioso que consideramos indispensable y urgente quebrar y transformar en un círculo virtuoso.
Sin instituciones económicas de peso y bien diseñadas tendremos a la larga malos resultados. Y con malos resultados las instituciones siguen perdiendo legitimidad y los gobiernos se debilitan. La falta de institucionalidad alimenta el corporativismo que busca su propia ventaja, su blindaje a expensas de toda la sociedad.
El incumplimiento de contratos, los defaults, la falta de autonomía operacional del Banco Central, la toma estatal de propiedad privada, el no respeto a los depósitos bancarios y la destrucción de la institución fundamental el presupuesto público son ejemplos de sobra de lo que acá estamos señalando.
La herencia estructural a la que hicimos referencia en la primera nota de esta serie; estancamiento, inflación, desequilibrio externo, caída del poder adquisitivo, descontrol fiscal, informalidad laboral, pobreza, resultan, también la consecuencia de esta anomalía político institucional.
Para empezar a dar vuelta esta historia se impone que el circulo vicioso mute a virtuoso: resultados, institucionalidad, y gobernabilidad. Con resultados se abre la puerta par que el resto fluya. Sin resultados, todo se vuelve cuesta arriba.
Tener resultados es condición necesaria, pero no suficiente. Se requiere, además, un gobierno con visión de mediano plazo y mentalidad amplia de aceptabilidad de los cambios locales y globales.
La institucionalidad nos llevara, a partir de allí, a transformar la demanda de cambios, en el cambio más importante, un cambio cultural permanente.
El programa económico macro con reforma organizacional en el cual hemos trabajado y está terminado y que hemos presentado muy sintéticamente en 5 notas anteriores alinea los incentivos para un verdadero cambio de régimen: que sea le sector público el que ahorre y que sea el privado el que invierta y genere empleo de calidad. Que los emprendedores de todos los tamaños encuentren en este nuevo régimen las condiciones para crecer y aumentar su productividad, recuperando el capital humano con educación y capacitación, y que puedan insertarse de nuevo en el mundo, para lo cual habrá que hacer un gran esfuerzo público privado para abrir mercados y recuperar reputación como proveedor confiable. Un nuevo régimen para que los argentinos puedan contar con un horizonte de progreso.
La retroalimentación “resultados-instituciones-gobernabilidad” será solo la primera etapa. El paso del tiempo deberá ir gestando, luego, la irreversibilidad de los cambios a los efectos de evitar otra vez perder y castigar a varias generaciones.
La base institucional de lo que hemos presentado en las sucesivas notas son de interacción permanente. A modo de ejemplo:
- La recreación del equilibrio fiscal primero para llegar luego al superávit total. No hay más espacio para tomar deudas para gasto corriente ni financiamiento del Banco Central. Para ello, como mencionamos, se impone recuperar la “institución” presupuesto para fijar prioridades de gasto, en base a una estimación de recursos confiable. Esta es la institución económica central de una democracia republicana.
- Hay una segunda institucionalidad muy sensible y clave en los tiempos actuales para un país como el nuestro que es la relación federal entre nación y provincias. Cómo se recauda y cómo se gasta. Se trata de un problema muy serio que requiere para lograr modificaciones una alta dosis de liderazgo y patriotismo.
- A partir del respeto presupuestario se puede encarar seriamente y con credibilidad la política monetaria y cambiaria. Aquí surge entonces la institución Carta Orgánica del Banco Central que necesita garantizar su autonomía operacional. Esta institucionalidad que implica independencia de la política de turno va más allá de fijar límites duros a la emisión que han sido sistemáticamente violados. Resulta fundamental la designación y permanencia en el tiempo de sus autoridades ratificadas por el Congreso.
- El cuarto ejemplo es la asistencia social, tema muy sensible política y socialmente. Debe asegurar una base mínima para todos los ciudadanos que lo necesiten. Pero es muy importante repensarla, rediseñarla. Con focalización directa en las familias, con desintermediación logística. Con capacitación, temporalidad, e incentivos para la oferta y demanda de trabajo privado.
- Finalmente, la institucionalidad de la reforma organizacional y competitiva del sector privado. Mercados desregulados, nuevas relaciones laborales, y un sistema impositivo normalizado en todos los niveles jurisdiccionales.
Esta nota es la sexta y última de la serie. Las reformas de fondo que hemos propuesto son viables, tienen sustentabilidad y necesitan acuerdos políticos para lograr credibilidad e irreversibilidad.
Los problemas de la Argentina tienen solución, pero la demanda de cambio que se cristalizó con el voto de una mayoría de la sociedad exige un programa profesional, serio, innovador, apoyado y respaldado por la política. Los resultados deberán acompañar acumulativamente desde el primer día. Y en la tendencia aparecerá en el horizonte un país en crecimiento, con progreso y mejora de la calidad de vida de sus habitantes.