Globos chinos e inmigrantes rusas
La afluencia de turistas rusas a la Argentina y de globos chinos a los Estados Unidos crearon una cacofonía de conjeturas. Entre teorías conspirativas y realidades sobre las que se está echando luz, lo cierto es que están entrando en el radar, tanto metafórica como literalmente, muchos temas que hasta ahora habían pasado desapercibidos.
Los Estados Unidos aseguran que podría haber habido ovnis (hablamos de objetos voladores no identificados, no necesariamente de extraterrestres) que pasaron inadvertidos antes de que agudizaran sus radares. Sean globos meteorológicos, drones o marcianos, la decisión de concentrarse en ellos, detectarlos, y eventualmente permitir su paso o destruirlos apareció recién ahora y no antes. Llegó el momento de analizarlos, de problematizarlos para bien o para mal.
Los acontecimientos recientes sucedidos en Ezeiza marcan la oportunidad de hacer lo mismo con la migración. Un análisis sincero y multidisciplinario puede ayudar a cambiar la fisonomía de nuestro país a futuro.
Tres cuestiones fundamentales en este sentido son la estigmatización, la política migratoria y la inclusión.
Con respecto a la primera, hay un gran tema difícil de abordar del que se ha hablado mucho a raíz de la invasión rusa a Ucrania, y es el de la discriminación de migrantes dentro de las sociedades de acogida. Se criticó a Europa por el doble standard en cuanto a la bienvenida otorgada a la población ucraniana, abriendo fronteras, escuelas, servicios de salud y vivienda, y las dificultades que encuentran por ejemplo inmigrantes de África o Medio Oriente. A los ucranianos que llegaron a España, por ejemplo, se le facilitó la atención sanitaria y concedió sumariamente residencia y permiso de trabajo.
Sin ánimo de tratar a los respetables inmigrantes como aliens (valga la ironía de que en inglés, se denomina alien a un sujeto extranjero), en la Argentina, un país eminentemente tomador de inmigración, pluralista culturalmente hablando, existen diversas oleadas de migraciones contemporáneas más o menos masivas que no han llamado tanto la atención de los medios o la población en general. En nuestro imaginario, así como lo que sucede en casi todos los países, la cantidad de extranjeros está sobrerrepresentada. Los datos indican que tenemos aproximadamente solo un 5% de inmigrantes internacionales recientes. Casi el 80% de nuestros inmigrantes provienen de países limítrofes y otros latinoamericanos. Aviones cargados de pasajeras rusas embarazadas llaman claramente la atención. Los inmigrantes de países vecinos, en muchísima más cantidad que los rusos, tal vez pasan desapercibidos bien porque se parecen más a ¨nosotros¨, como los vecinos paraguayos o bolivianos, o bien porque ya nos acostumbramos a verlos.
Migrantes, refugiados, expatriados, cada término tiene sus propias connotaciones valorativas. Sesgos y distorsiones, estigmatización y discriminación positiva y negativa, abundan. Se trata de abrir a la discusión temas espinosos pero necesarios.
En cuanto a política migratoria, existe multitud de casos para comparar y poder encontrar una estrategia adecuada. Aluviones de embarazadas migrantes se dieron similarmente en Hong Kong durante los años 2001-2010. Mujeres chinas cruzaban la frontera sur para conseguir una residencia permanente para sus hijos en Hong Kong y así beneficiarse sobre todo con educación de excelencia. La consiguiente protesta de los hongkoneses por cuidar que sus clínicas no se saturaran y la escasez de leche en polvo para los lactantes locales fue la primera consecuencia. Es conocida la migración a los Estados Unidos debido al ius solis, por el cual los hijos de inmigrantes puedan acceder a la tan codiciada nacionalidad, más allá de las reglas implementadas por Trump de declarar en el pedido de visa que se trata de ¨turismo para nacimiento¨. Lo mismo en Canadá o en Australia. En este tipo de sistema legal, en el cual el nacimiento da acceso a derechos de residencia o nacionalidad, tenemos el orgullo de poder compararnos con países del Primer Mundo.
La posición con la que vemos la llegada de estas madres buscando oportunidades, nos habla sobre la invasión de Rusia a Ucrania. Pero también nos pone frente a nuestra política migratoria, y sobre nuestra visión del mundo. Muchas personas buscan protección para sí y para sus hijos, evitar ser enlistados ahora o en el futuro, escapar al régimen al que muchos se han opuesto, o a las sanciones por apoyarlo. El exilio no es fácil. Es una oportunidad para una persona, pero también una oportunidad para el país receptor. La migración puede cambiar la fisonomía de un país por generaciones.
Para la Argentina, se trata de una oportunidad de política interna y de política internacional. Y para que revisemos nuestros standards. Como argentinos, a la hora de analizar los aviones cargados de rusos, ¿nos acordamos que paralelamente hay una oleada creciente que parte desde Ezeiza para conseguir nacionalidades sobre todo italiana y española? Existen también en estos países los tours organizados, con gestores, abogados y agentes inmobiliarios, ya que se necesita encontrar una vivienda apta para fijar residencia, para poder obtener la ciudadanía. España ha sido también un gran receptor de exiliados argentinos durante la dictadura.
La inclusión de migración atraviesa cantidad de políticas públicas; la integración idiomática, el acceso a la salud y educación de los migrantes, tanto internos como internacionales, exige un trabajo y monitorización constantes. A largo plazo se extiende a concepción sobre el orden social, político, económico al que apuntar, idealmente en la riqueza de la interculturalidad, al enriquecimiento y no a la mera asimilación.
Está saliendo a la discusión pública la cuestión de la protección de los migrantes en estado de vulnerabilidad. La verificación documental en el aeropuerto y las investigaciones sobre la posible explotación de la necesidad de conseguir un pasaporte son ejemplos de la acción estatal en este sentido. Muchos inmigrantes llegan altamente calificados, con estudios y con dinero para gastos e incluso inversiones. Ya sea que decidan instalarse o simplemente pasar por nuestras universidades u hospitales, o ejercer durante un tiempo una actividad económica, su paso crea redes de contactos y el sentirse afines a un idioma e idiosincracia para ellos desconocidas anteriormente. Se abren sinergias para colaboración en aspectos económicos, políticos y culturales.
Así como el espacio aéreo en Estados Unidos está siendo escrutado con mayor detalle, también el espacio geográfico de la Argentina y la permeabilidad de sus fronteras. Ambas vehiculizan un refinamiento del análisis geopolítico. En el fondo está la difícil cuestión de quiénes entran, quiénes permanecen, quiénes no, y en qué condiciones. La Agenda 2030 de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) puede proporcionar una hoja de ruta. Tenemos una oportunidad para pensar en una política y una estrategia migratoria. Partimos de la riqueza de la multiculturalidad que está en letra del Preámbulo de nuestra Constitución, dictada ¨para todos los hombres (y mujeres) del mundo que quieran habitar en el suelo argentino¨.
Politóloga