Gestos y cálculos que potencian el optimismo de Milei
Las chances del candidato libertario de ganar crecerían si se quedase con más del 70% de los votos que obtuvo Patricia Bullrich en octubre; la fiscalización de los comicios, la mayor duda
- 6 minutos de lectura'
Cauto optimismo en el búnker de Javier Milei y creciente nerviosismo entre los allegados a Sergio Massa. Así podrían definirse los estados de ánimo en los equipos de campaña de uno y otro candidato a 48 horas del balotaje que definirá al futuro presidente de la Nación.
La contrariedad entre dirigentes del oficialismo se comenzó a advertir desde principios de esta semana. La principal razón pasó por el hecho de que el supuestamente mejor desempeño de Massa en un debate presidencial que tuvo el rating de una final de un campeonato mundial de fútbol no se había traducido en una clara transferencia de votos a su favor.
Un segundo motivo para alimentar el nerviosismo entre los colaboradores del postulante de Unión por la Patria es la posibilidad de que intendentes y gobernadores que ya tienen garantizada su continuidad en el poder se relajen y no estén favoreciendo la necesaria movilización de sus aparatos partidarios en pos de asegurar el triunfo de su candidato presidencial. “No están haciendo todo lo que podrían hacer”, reconocen dirigentes massistas.
Tal vez esas voces se refieran a la necesidad de que todos repliquen mensajes como el difundido recientemente por el intendente de Castelli, afines a una lógica tendiente a imponer el mayor miedo posible a Milei, aunque a partir de exageraciones emparentadas con una campaña sucia. “Les quiero decir que si gana Milei, no vamos a poder pagar aguinaldos, no vamos seguramente a poder pagar los sueldos de los trabajadores municipales y las cooperativas directamente van a desaparecer”, advirtió el alcalde de ese municipio bonaerense, Francisco Echarren.
Lo ocurrido en Ezeiza el miércoles último, cuando una fuerza de choque, con el intendente kirchnerista Gastón Granados a la cabeza, intentó complicar la realización del acto de Milei, también dice mucho acerca del nerviosismo que reina en las filas del oficialismo. No hizo más que transmitir una señal de debilidad desde Unión por la Patria.
Tras el éxito en la primera vuelta electoral del 22 de octubre, con el 36,7% de los votos, paradójicamente, Massa comenzó a atravesar la peor fase del proceso electoral. Ante la exigencia de pescar voto opositor para alcanzar la mitad más uno de los sufragios en el balotaje presidencial, el massismo planteó dos ejes estratégicos. El primero consistió en ofrecer algo nuevo a esa porción de la ciudadanía que se ha convertido en árbitro de este duelo electoral, algo que se asemeje a un cambio. El segundo eje se tradujo en la necesidad de asustar al electorado con su rival y en una campaña negativa.
Pero así como toda campaña negativa tiene un límite, por cuanto si suena exagerada o plagada de falsedades puede volverse en contra de quien la cultiva, Massa enfrenta otro problema difícil de resolver: la fuerte imagen negativa de la gestión del gobierno nacional de Alberto Fernández, del que Massa forma parte desde hace más de 14 meses.
La bronca que anida en buena parte del electorado con la gestión gubernamental es un dato del presente. El miedo a Milei se basa, en cambio, en elementos hipotéticos. Cuando se trata de asustar a alguien por algo que podría suceder, pero sobre lo cual no hay certezas de que vaya a ocurrir, la campaña del miedo se complica. Y el elector podría terminar diciendo “más vale bronca conocida que miedo por conocer”, optando por apoyar al desconocido antes que al malo conocido.
La dificultad de Massa para crecer electoralmente y alcanzar el porcentaje de votos requerido para ganar radica, además, en que el 36,7% de votos que obtuvo a nivel nacional ya tiene incorporado un caudal de apoyo de ciudadanos que se movieron en un contexto de virtual balotaje en la primera vuelta electoral. Ese 22 de octubre, Massa logró capitalizar un voto útil anti Milei proveniente de sectores de izquierda que en las PASO se inclinaron por terceras fuerzas. Se trata de un comportamiento electoral que se anticipó al balotaje como producto de la campaña de miedo contra el candidato libertario.
El analista de opinión pública Cristian Buttié juzga que el debate del domingo pasado no generó ninguna distorsión de tendencia sobre las mediciones que, hasta la semana última, le otorgaban una ventaja a Milei, al tiempo que el bajo nivel de aprobación de la gestión nacional (26,8% de imagen positiva y 70,8% de imagen negativa) es el principal limitante para las posibilidades de Unión por la Patria.
Hay, con todo, apreciaciones diversas sobre el efecto que pudiera tener el debate en el electorado. A algunos observadores les llamó la atención, por caso, que allegados a Milei –y hasta el propio candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA)– expresaran satisfacción por el simple hecho de que, con sus virulentos ataques, Massa no logró que su adversario perdiera la compostura y “se sacara”. Esa satisfacción no deja de traslucir una debilidad del candidato libertario, que reside en la posibilidad de que, frente a cualquier contingencia, pueda desequilibrarse emocionalmente.
Las acciones del equipo de Milei en las últimas horas se orientaron en dos direcciones. Por un lado, advertir sobre la posibilidad de un fraude y aceitar los mecanismos de fiscalización de los comicios. Por otro, a desacreditar la campaña de miedo montada por el massismo con un mensaje personal del postulante de LLA que se viralizó a través de las redes sociales. Pero, sin dudas, el mayor aporte en el mismo sentido lo hicieron Mauricio Macri y Patricia Bullrich pidiendo el apoyo de los votantes de Juntos por el Cambio al candidato libertario.
Particularmente sugestivas fueron las palabras de Macri señalando que esta vez “hay que seguir a los jóvenes” y que, si bien “hay cosas que no nos gustan” de Milei, “no van a suceder” porque “tendrá que ir a negociar al Congreso”.
Más allá de todo lo que puedan haber dejado el debate y los cierres de las campañas, lo cierto es que, según distintos estudiosos de la opinión pública, si quienes en octubre votaron a Massa (36,7%) y a Milei (30%) repitieran este domingo su voto, la elección será definida básicamente por quienes apoyaron en aquella instancia a Patricia Bullrich (23,8%), a Juan Schiaretti (6,8%) y a Myriam Bregman (2,7%). Y hay coincidencia en analistas como Lucas Romero, de Synopsis, en que si el 71% de los votantes de Bullrich y el 30% de los votantes del gobernador cordobés fueran capturados por Milei, el candidato libertario estaría a las puertas de una victoria electoral. Solo una potencial ventaja de Massa en la provincia de Buenos Aires por más de diez puntos porcentuales podría desequilibrar el partido a favor del oficialismo si se dieran aquellas condiciones.