"Gestas" militares; feriados militantes
Una misma palabra, objeto de tensiones políticas en las últimas décadas en la Argentina, define dos extremos supuestamente antagónicos: "militar". Cuando es sustantivo remite al uniformado castrense que revista en las fuerzas armadas del país. Cuando es verbo, en cambio, apunta a los que hacen política desde un partido político o una organización social. El sustantivo y el verbo, encarnados en personas diferentes, salpicaron de sangre a uno y otro lado en las ofensivas terroristas y en la aún más grave represión estatal.
Lo inesperado sucedió en los últimos tiempos con el intento, aún en curso, de "bolivarizar" al cuestionado jefe del Ejército, César Milani , con el sorprendente esponsoreo de Hebe de Bonafini . "Tenemos que lograr que las Fuerzas Armadas sean nuestras", lanzó con brutal franqueza días atrás.
¿No es también paradójico que el kirchnerismo, que se ufana de ser el exclusivo adalid de los derechos humanos en el país, mantenga como feriados casi consecutivos las dos fechas máximas del calendario procesista?
Alemania no conmemora, mucho menos con un feriado, la llegada de Adolf Hitler al poder, ni Italia lo hace con Mussolini. Sin embargo, el golpe militar más cruento de la historia argentina cuenta con feriado propio, con el eufemismo de ser evocado como Día nacional de la memoria por la verdad y justicia, lo que no deja de ser una broma macabra ya que fue justo a partir de esa infausta jornada que se violentaron como nunca la verdad y la justicia.
La contradicción quedó expuesta el sábado de la semana pasada cuando el conductor del noticiero de la TV Pública pidió para el 24 sumarse a la "reflexión" y seguidamente pasó con cara festiva a hablar del "fin de semana largo". También Télam destacó las rutas atestadas por tal situación.
Es que "feriado", según el Diccionario de la Real Academia Española, significa "día festivo", "fiesta oficial" o "día de la Iglesia". No hay lugar para el lamento.
Dos días antes del último 24 de marzo, la biógrafa oficial Sandra Russo se tomó el trabajo de escribir la contratapa de Página 12, que intituló "El feriado", a manera de justificativo. Todos los años sucede lo mismo: las huestes oficialistas salen a defender con mayor o menor incomodidad esa insostenible decisión. Luego, en la calle, los manifestantes no se expresaron bajo el signo del dolor ni del recogimiento, sino de la "alegría" -palabra que utilizó el ex CQC Pablo Camaiti en el informativo nocturno de Canal 7-, y como se vio en el festival musical que tuvo lugar en la ex ESMA. Por supuesto que vivir en democracia desde hace 30 años es motivo de felicidad como para ser celebrada, pero ¿no sería mucho mejor hacerlo el 10 de diciembre, con feriado incluido, en coincidencia precisamente con la fecha del fin de la dictadura y, no sólo por eso, sino porque coincide con los aniversarios de la asunción de varios presidentes constitucionales y, como si fuera poco, es el Día de los Derechos Humanos ?
Sería lo más razonable. Pero en la lógica K no lo es porque necesitan que ese dolor lacerante se mantenga abierto como algo bien presente para poder vincularlo forzadamente con conflictos actuales. Es más, han superpuesto en esa fecha un aniversario propio: en efecto, el 24 de marzo de 2004 el presidente Néstor Kirchner mandó a descolgar el cuadro de Videla -emblema máximo de la "década ganada"- y decidió entregar la ex ESMA a las organizaciones de derechos humanos afines a su conducción, con lo cual ahora no sólo se evocaron los 38 años del golpe militar, sino también los 10 de aquellos episodios "fundantes" del kirchnerismo.
El miércoles será otro día no laborable que recordará la ocupación militar de las islas Malvinas, otra página oscura de aquel régimen dictatorial. Pero en este caso sucede algo todavía más grave: el presidente Raúl Alfonsín había derogado el feriado del 2 de abril impuesto por su antecesor de facto, Reynaldo Bignone, y lo trasladó al 10 de junio, día en que, en 1829, asumió Luis Vernet como gobernador de las islas, con el título de Día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Malvinas e islas del Atlántico Sur. Es cierto que durante el gobierno de Fernando de la Rúa se decidió volver al feriado anterior, pero ya que el kirchnerismo reivindica cuando le conviene a Alfonsín podría honrarlo mejor reponiendo el feriado malvinero en una fecha más cívica y desligada de esa nefasta guerra.
La Legislatura porteña acaba de sumarse al disparate al rebautizar el pasaje Inglaterra, del barrio Agronomía, como 2 de abril.
Mientras en la mayoría de los países se evoca el natalicio de sus héroes aquí se los recuerda el día de su muerte. Los feriados son por fiestas nacionales, religiosas, días de la independencia o episodios heroicos.
Los medios oficialistas se hacen cargo de esta obsesión: el 24 las señales televisivas afines tuvieron programas especiales y transmisiones desde la Plaza de Mayo y desde la ex ESMA. Al día siguiente, 13 páginas le dedicó Tiempo Argentino a la cobertura y 9, Página 12, en ambos casos incluyendo sus tapas.
Aquí la necrofilia argentina es manipulada políticamente de manera aviesa y paradójica: quienes más dicen execrar a la dictadura militar son los que sostienen en alto sus aniversarios más oprobiosos.
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