Ganar imagen mientras se pierde poder
¿Qué tal Elisabeth Vernaci? Cristina Kirchner sondeó en estos días a sus colaboradores. Quería saber cómo veían una posible participación de la locutora como entrevistadora del ciclo televisivo Desde otro lugar, que tiene a la Presidenta como protagonista.
Es posible que esas entrevistas tengan en adelante un rol preponderante. Serían la ventana que le mostraría a la sociedad el lado íntimo de la jefa del Estado. El modo en que, una vez asumida la imposibilidad de ser reelegida, le gustaría despedirse para quedar en la historia. Diana Conti podría aquí cambiar su eslogan. Si no es "Cristina eterna", será al menos "Cristina inmortal".
La legisladora Gabriela Cerruti lo celebró el domingo en Twitter. "Voy a hacer un típico comentario opositor. ¿Por qué recién ahora? ¿Por qué nos perdimos seis años sin entrevistas de CFK? Es genial!", dijo, y agregó: "Me encanta escucharla y me parece que se pone mejor cada domingo".
Para el kirchnerismo esa presencia mediática supondrá un modo de renovar el fervor militante, mientras toma cuerpo una decisión que trasciende desde Olivos: no habrá correcciones drásticas, la Presidenta está dispuesta a dejar el Banco Central con las mismas reservas que recibió Kirchner en 2003 y cualquier medida antipática quedará a criterio del sucesor.
Quienes ambicionan heredar a Cristina también aspiran a un final no traumático. No es casual que desde las filas de Sergio Massa quieran aplacar a los productores agropecuarios. Los reclamos pueden ser atendibles, dicen, pero una vuelta a la ruta le daría al kirchnerismo una excusa para victimizarse.
Los empresarios también buscan evitar convulsiones. Uno de ellos alertó a este diario: "No quiero que Massa saque una diferencia abrumadora; temo la reacción". Esta benevolencia podrá ser sincera, cínica o sobreactuada. Como sea, intentarán esquivar la confrontación y, si es posible, mostrarse constructivos.
La semana pasada, consciente de la inquietud que suscitan los medios en la Presidenta, Cristóbal López, invitado a Olivos, buscó tranquilizarla con una broma sobre el futuro de su contrato de alquiler del edificio donde funciona C5N, todavía de Daniel Hadad, distanciado de la Casa Rosada. "No se lo voy a dejar -dijo-. Voy a seguir alquilando aunque ponga un estacionamiento."
Ese afán conciliador explica el respaldo que Carlos Bulgheroni acaba de darle a Guillermo Moreno al anunciar la compra de Baade, uno de los instrumentos del blanqueo, por 500 millones de dólares. Moreno lo venía pronosticando hace dos meses en sus colectas para el blanqueo. "No les pido que pongan 500 palos como Bulgheroni, pero pongan", decía. En las dos últimas reuniones con banqueros y cerealeras fue más específico: "Bulgheroni pone, tenemos que cerrar algunas cositas, pero es cosa hecha que pone".
El petrolero no adelantó todavía qué parte de esos 500 millones corresponden a inversiones ya anunciadas. Pero encontró en ese atajo -que le permitirá ingresar de a poco capitales a una cotización 25% superior al dólar oficial- un modo de distender las cosas después del enojo que provocó en el Gobierno su desembolso fallido en Vaca Muerta. Eran 1500 millones de dólares que detuvo cuando recibió, en Nueva York y en Madrid, advertencias de Repsol.
La prueba del malestar llegó en agosto, cuando Pan American Energy, la empresa de Bulgheroni, quiso comprarle el área Río Neuquén a Petrobras. La operación tenía el respaldo de Miguel Galuccio, CEO de YPF, pero se ahogó horas después por orden de Carlos Zannini. La justificación que el secretario de Legal y Técnica hizo en la intimidad incluyó un doble reproche: "Si las empresas que están no hacen las inversiones, esas áreas van a ser de YPF".
Después de las elecciones podría haber una política energética más exigente con la inversión. Por lo pronto, desde el Gobierno se promocionará el método Bulgheroni. Apelar al Baade. ¿Volverá Julio De Vido como interlocutor? Sería una novedad. Hace tiempo que, por ejemplo, las empleadas de la Secretaría de Transporte viven una tranquilidad inusitada porque los teléfonos no suenan como antes. El mundo de la política es impiadoso.
A la militancia, un avance sobre las corporaciones podría devolverle la sensación de que se despedirá de la administración fiel a sus principios. Es verdad que ciertas epopeyas vienen perdiendo lustre. Mariano Recalde estalló anteayer al ver que el Boeing 737 (matrícula LV-CAP) de Aerolíneas Argentinas, compañía que preside y que debía llevarlo a Mendoza, se demoraba 45 minutos por tres fallas de mantenimiento. La mecánica no repara en gestas patrióticas.
A veces tampoco alcanza con una puesta en escena. Un batallón de funcionarios recibió el miércoles a unos 25 representantes de empresas y gremios metalúrgicos en la Secretaría de Comercio Interior. El sector está en problemas. Sus tres industrias base -fundición, forja y matricería- subsisten quebradas o al borde del cierre. Moreno condujo la conversación. Dijo que los había convocado para ver si realmente existía una baja en la competitividad y, de ser así, el origen. "Hay que analizar si los empresarios han generado músculo o grasa", graficó, y agregó que muchos problemas no eran tales. "Es hora de afinar el lápiz", aconsejó, y propuso revisar las compañías: cuánto se invierte, cómo se gestiona y, más aún, si los trabajadores cumplen. Se ha detectado, explicó, un aumento en la tasa de ausentismo.
Además, invitó a todos a un seminario que organizará sobre el tema en Tecnópolis tras las elecciones. Lo relacionó con el "Congreso de la Productividad" del fin del gobierno del general Perón. "Yo estaba", apuntó enseguida Juan Belén, de la UOM. Moreno exigió además listas de costos "con nombre y apellido" y alentó a Ana María Edwin y Norberto Itzcovich, directores del Indec, allí presentes, a repartir encuestas entre los empresarios con tres preguntas: cómo se sentían ubicados tecnológicamente, quiénes eran sus países referentes y qué factores podrían limitar inversiones.
Gerardo Venutolo, N° 1 de Adimra, una de las cámaras del sector, acotó que se había reunido con el ministro Lino Barañao por la misma cuestión y fue interrumpido por Débora Giorgi. "¿Por qué te cortás solo? Tendrían que haber participado autoridades del INTI", dijo. Venutolo no contestó. Y cuando Alejandro Mentaberry, jefe de Gabinete del Ministerio de Ciencia y Tecnología, propuso planes de capacitación, la que reaccionó fue Noemí Rial, viceministra de Trabajo: "¡Hace diez años que nosotros tenemos planes de capacitación!".
Aluar, Techint y Acindar aclararon que ya les habían pedido datos. "¿Cómo que mandaron encuestas?", se crispó Moreno. Contestaron que habían obedecido al requerimiento de Mariana González, subsecretaria de Coordinación Económica y Mejora de la Competitividad, que asintió ante la pregunta del secretario. "Nena, a ver si te queda claro -la cortó-. Acá el que coordina soy yo."
Hubo un tiempo en que la autoridad de Moreno, el hombre que se abre paso hace siete años como símbolo del poder oficial, no sonaba forzada. Tal vez lo aguarde ahora otro rol protagónico. Como el kirchnerismo, ha entrado en su fase menos espontánea.
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