Gabriel Valansi. Transformación de una imagen
"La fotografía ya dijo todo lo que tenía que decir", asegura este artista que sorprenderá en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires con una instalación conceptual que incluirá una intervención sonora
La radicalidad es un componente esencial en las apuestas de Gabriel Valansi, artista, fotógrafo e historiador de arte con trayectoria internacional y adepto a mantener el bajo perfil. Tal vez por su formación de fotógrafo –y docente de la materia en la universidad– coloca la imagen y su mutación en el centro de sus planteos. En mayo publicará un libro en el marco de una muestra individual en Rolf Art, y en septiembre tendrá una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba). Aunque resulte llamativo, en esta última no usará fotografías.
“La fotografía murió –opina Valansi (1959)–. El soporte ya dijo todo lo que tenía que decir. Va a venir un loop, donde todo va a cambiar dramáticamente. Paradójicamente, mientras la foto muere, se calcula que hay 80 billones de imágenes tomadas cada año con celulares.”
El artista, que participó en la Bienal de La Habana en dos oportunidades y cuya obra integra colecciones nacionales e internacionales, recibe a LA NACION en su taller de Villa Crespo, mientras afuera llueve a cántaros.
“Me interesa interrogar la realidad en forma permanente”, dice este creador que estudió física durante algunos años. “Hay una idea de la ciencia a la que adhiero en cuanto manera de admirar el mundo –explica–. Me interesan la física cuántica, la cábala, el pensamiento filosófico. Tengo con mi obra la actitud del científico. Pongo un signo de pregunta a las cosas.”
Gabriel Valansi - BABEL from URSA on Vimeo.
El factor sorpresa
La muestra en el Macba es por ahora un work in progress. “No puedo adelantar demasiado porque se pierde la sorpresa, que es un factor clave en este contexto. Lo que sí puedo decir es que voy a trabajar con los límites de la idea de seguridad en la contemporaneidad y cómo eso incide en lo que es un museo de arte.”
Los límites no parecen asustar a este fotógrafo, cuya obra interactúa con la tecnología pero también con cierto halo catastrófico, algo apocalíptico de la humanidad. “La canción es siempre la misma –parafrasea Valansi–, los paradigmas rotan, la tecnología va hacia un lugar de crecimiento agigantado. Vamos hacia la singularidad tecnológica; ya el hombre no va a manejar las tecnologías que generó, y eso es insoslayable.”
Montañas de residuos tecnológicos (montañas de restos de computadoras) fueron utilizados por Valansi para realizar la instalación Babel, exhibida en 2011 en una torre de Puerto Madero construida por el arquitecto César Pelli. Pero la tecnología como tema recurrente en su obra ya podía evidenciarse en 2004, cuando presentó su muestra Abstract en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En aquel entonces, las Torres Gemelas eran una temática reciente.
“Había un pico de paranoia con el tema de las cámaras de vigilancia, al mejor estilo orwelliano. En Londres había una cámara cada cuatro habitantes, y se conversaba sobre la destrucción de la vida privada. Si pasabas una frontera, se hacía una topografía de tu rostro al estilo lombrosiano, para determinar si caías o no en un código de peligrosidad.”
Con toda esa carga, su muestra se preguntaba qué sumaba a la idea del retrato clásico esa nueva cantidad de datos que antes no existían, esa paranoia ligada a la proliferación de los dispositivos de seguridad y vigilancia.
Otros paradigmas
Trece años después de aquella exhibición, Valansi debió desprenderse de esos conceptos como un reptil debe mudar su piel. En esta era de redes sociales, de disolución entre lo público y lo privado, de permanente conexión a la tecnología y de viralización de imágenes, ser filmado dejó de ser un acto paranoico para convertirse en un gesto vanidoso que se replica en selfies y videos.
“El mundo ha cambiado, el paradigma de seguridad también. Uno se topa con una sociedad que asumió hace rato haber perdido su privacidad –observa–. La idea de la privacidad destruida es una idea caduca. Y ya es inversa, porque la proliferación de las redes sociales como punto vinculante entre la gente hace que el mundo quiera aparecer ante la cámara y no ocultarse. Entonces, lo que era un acto de resistencia en 2004 hoy es irrisorio.”
Numerosos pensadores y artistas han abordado el tema de la tecnología y el borroso límite entre público y privado. Por ejemplo, el filósofo y crítico alemán Boris Groys, autor de Volverse público. Las transformaciones del arte en el ágora contemporáneo, quien opina que la tecnología se vuelve cada vez más religiosa porque ambiciona la eternidad y busca prolongarse en el futuro.
La muestra del Macba se gesta, explica Valansi, en el proceso del devenir doméstico de la tecnología y de aquella paranoia a la actual sobreexposición “y su correspondiente procesamiento de datos, que permite saber las coordenadas exactas de una persona. No sólo de su presente sino también de su futuro, lo cual implica lo opuesto de la idea de seguridad.”
Un museo-obra
“Las muestras dialogan con los espacios que las contienen. Todo el museo será la obra, no sólo una sala. Lo que van a ver es un museo-obra”, dice Valansi, y se ríe con ganas. Habrá que esperar hasta septiembre para protagonizar la experiencia inusual, con curaduría de Florencia Battiti, que llevará Exit como posible título.
Además, la exposición incluirá una intervención sonora, suerte de música original compuesta por el propio Valansi en su rol de guitarrista, junto con Sebastian Schachtel, tecladista de Las Pelotas, en la banda que forman juntos: Vilna.
“Hace años que la música empezó a fusionarse con la obra. Trabajamos con la idea del sonido en cuanto a la conducción y detección de las personas: sirenas, audios desclasificados de la Guerra Fría, códigos morse –ejemplifica–. Esta vez va a ser una muestra mínima, lo más despojado que hice en mi vida.”