Fuerzas de seguridad con más saberes universitarios
Para un mejor desempeño del poder policial es fundamental que se profesionalice, con una mayor capacitación de sus miembros
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En los últimos meses, en la agenda pública volvió a aparecer la importancia del respeto por el orden, especialmente en el espacio público, y los dirigentes políticos volvieron a hablar de la importancia del respeto a las fuerzas de seguridad. Si bien la importancia del cumplimiento de las leyes y el darle el espacio a las fuerzas para que cumplan con sus funciones tal cual lo expresa el orden de derecho y tal cual se establece por lo que conoce como “contrato social” es indispensable, también es importante analizar otros aspectos. Es muy necesario que las fuerzas se profesionalicen, capacitando a sus miembros para que tengan más y mejores herramientas para responder a las demandas cada vez más complejas de los ciudadanos.
De un miembro de una fuerza de seguridad se espera idoneidad, vocación de servicio, honestidad y capacidad para cumplir con eficacia su labor siendo capaz de ejercer con criterio el uso racional de la fuerza. Pero con un mundo cada vez más complejo y desafiante, los varones y mujeres de las fuerzas deben adquirir nuevas herramientas y saberes para poder estar a la altura de nuevas demandas.
Así es clave que las fuerzas se profesionalicen promoviendo la formación universitaria de sus miembros. Para ello, pueden promover la capacitación en las universidades nacionales públicas y gratuitas, pero también pueden promover la postulación de sus miembros a becas universitarias en universidades privadas que promuevan dichos beneficios. Desde ya, el nivel de calidad universitaria de las universidades nacionales es innegable, pero muchas veces las universidades privadas en términos de un esquema ordenado y garantizado de cursada, puede ser una opción muy conveniente para miembros de fuerzas que combinan el esfuerzo del estudio con el deber del trabajo y muchas veces un sano equilibrio para el tiempo con sus familias.
Como caso testigo, en la actualidad hay una universidad que tiene un programa de fuerzas abierto a las fuerzas de seguridad desde hace 22 años (fundamentalmente, Policía Federal, Policía de la Ciudad, Prefectura Naval Argentina, Gendarmería Nacional, Policía de la provincia de Buenos Aires) e incluso otras fuerzas complementarias (como cuerpos de voluntarios como Bomberos Voluntarios de Pinamar) que ha permitido recibir las postulaciones de centenas de becados que iniciaron su formación universitaria. Entre las carreras más elegidas, se encuentran disciplinas como Abogacía y Psicología, pensando en referentes de las fuerzas que conozcan y manejen en detalle no sólo leyes sino también el conocimiento de la conducta humana, así como también otras como contador público y administración de empresas, como formaciones que ayuden a los miembros de las fuerzas herramientas para mejorar el seguimiento del rastro financiero en el delito, tal vez una de los rastros más importantes a la hora de pensar en estrategias para desarmar armas criminales, de narcotráfico y /o lavado de dinero. También se destacan elecciones en otras ramas como Informática para el procesamiento de delitos informáticos o incluso áreas como Relaciones Públicas para el manejo más eficiente de los vínculos con la comunidad. La amplitud de saberes que es importante que se incorporen a las fuerzas es amplia y cada vez más diversa. No debe sorprendernos los intereses cada vez más específicos de los nuevos postulantes.
Cuanto más capacitadas y más herramientas integradas tengan los miembros de nuestras fuerzas, más eficaz e idóneo será el ejercicio del “poder de policía” que nuestras fuerzas realicen. En definitiva, no se trata solo de la capacidad de imponer “por la fuerza” el legítimo poder que tiene el estado para promover la salubridad, la seguridad y la moralidad públicas, sino de la capacidad de tener cada vez más herramientas para que los miembros de las fuerzas sean capaces de desempeñarse con mayor valor y eficacia las funciones para las que fueron ungidos.
Vicepresidente primero de Academia Nacional de Educación (ANE), presidente y rector honorario de UADE.