“Fuenteovejuna lo hizo” y la rebelión de las mujeres
Félix Lope de Vega (1562-1635) es una de las figuras destacadas del Siglo de Oro español, en el que descolló a la par de Miguel de Cervantes Saavedra, Pedro Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Diego Velázquez, El Greco, Santa Teresa de Jesús, Francisco Suárez, Luis Vives. Un admirado Cervantes lo llamó “monstruo de la naturaleza”, por la extraordinaria cantidad y calidad de obras que escribió, que le han valido ser considerado uno de los autores más prolíficos de la historia.
De entre sus centenares de obras de teatro en verso sobresale Fuenteovejuna, convertida en un símbolo de la lucha de los pueblos contra los tiranos que los oprimen. Sin embargo, cabe destacar en Fuenteovejuna otro tema central, que no ha pasado inadvertido para la crítica, pero que, en general, no es conocido: la rebelión de las mujeres frente a la pasividad de los hombres, que no se atreven a enfrentar a los poderosos.
La villa de Fuenteovejuna se ha puesto bajo el dominio del comendador de la Orden de Calatrava, Fernán Gómez, quien utiliza su posición de poder para forzar a mujeres de la villa a tener relaciones. Esta práctica, que hoy sería inaceptable, era más o menos común en esa época. Pero una de ellas, Laurencia, hija de Esteban, alcalde de la villa, y prometida de Frondoso, se resiste. En una escena de la obra, el comendador pretende violar a Laurencia. Frondoso se interpone y lo amenaza con una ballesta, permitiendo que huya Laurencia. Luego escapa él, pero Fernán Gómez jura vengarse. Pese a los ruegos de Laurencia, Frondoso no abandona la villa y deciden casarse. El comendador irrumpe en la boda escoltado por soldados, lo toma prisionero y despoja a Esteban de la vara de alcalde. Ante estos hechos, Laurencia increpa a su padre con un extenso recitado que merece figurar como una de las primeras y más excelsas defensas de la condición de mujer subordinada a los hombres: “Liebres cobardes nacistes; bárbaros sois, no españoles. Gallinas, ¡vuestras mujeres sufrís que otros hombres gocen! Poneos ruecas en la cinta. ¿Para qué os ceñís estoques? ¡Vive Dios, que he de trazar que solas mujeres cobren la honra de estos tiranos, la sangre de estos traidores, y que os han de tirar piedras, hilanderas, maricones, amujerados, cobardes, y que mañana os adornen nuestras tocas y basquiñas, solimanes y colores!”.
Laurencia da el ejemplo y convoca a las mujeres con unos magníficos versos: “Caminad, que el cielo os oye. ¡Ah, mujeres de la villa! ¡Acudid, por que se cobre, vuestro honor, acudid, todas!”. Cuando Frondoso está a punto de ser colgado, las mujeres acuden armadas, el pueblo las imita y mata al comendador. Enterados los reyes católicos, envían a un juez y tropas a investigar quién lo asesinó. Interrogan y torturan a muchos aldeanos, pero, ante la pregunta por el asesino, niños, mujeres, hombres y ancianos responden: “Fuenteovejuna lo hizo”. Esta expresión se ha hecho justamente famosa como símbolo de la resistencia de los pueblos, unidos frente a la opresión. Antes de que los pensadores ingleses teorizaran el liberalismo y el derecho a enfrentar a los tiranos, Lope de Vega escribió en 1612 una obra maestra que todavía tiene vigencia. Hoy la democracia nos protege de caer bajo las garras de tiranos y, por eso, quizá debamos dar otro sentido a esa expresión. Viendo nuestro pasado de fracasos, tal vez deban ser las mujeres argentinas, madres, esposas e hijas, hartas de sufrir pobreza, las que nos den el ejemplo y se adelanten a derrotar la miseria y el atraso. Quizás ellas nos inspiren con un gesto de rebeldía frente a las calamidades del presente y nos permitan algún día decir: “la Argentina lo hizo”.