Frondizi y el Che, a puertas cerradas
En la mañana del 18 de agosto de 1961, hace ahora 50 años, el Comandante Ernesto Guevara visitó el país y mantuvo con el presidente argentino una reunión reservada que provocó un fuerte malestar en lasFuerzas Armadas, algunos de cuyos sectores reclamaron casi de inmediato la renuncia del mandatario. El malestar desembocaría, seis meses después del encuentro con el Che, en el golpe de Estado quederrocó al gobierno democrático
Como funcionario del Servicio Exterior de la Nación había sido adscripto a la Presidencia, y mi tarea comenzaba cada día en el despacho del doctor Arturo Frondizi en la Quinta de Olivos. Así las cosas, en la fría mañana del 18 de agosto de 1961 llegué a las 8.30 y el Presidente me informó que estaba por llegar desde Uruguay el Comandante Ernesto Guevara. Al advertir mi sorpresa más una no disimulada preocupación, me preguntó qué pensaba al respecto. Le dije francamente que me imaginaba una nueva crisis con las Fuerzas Armadas. El Presidente asintió y me dijo simplemente que habría que afrontarla.
Cuando se produjo su arribo salí a recibirlo para introducirlo en el despacho presidencial, y me quedé afuera con el embajador Aja Castro, que lo había acompañado y que estaba a cargo de la Dirección de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería de Cuba.
Terminada la conversación que se prolongó por una hora y media, el Presidente me dio su versión pidiéndome que la transcribiera. En la tarde le entregué mi texto, que aprobó, indicándome que le pasara una copia al Canciller y otra el Ministro de Defensa. En síntesis, Guevara comenzó diciendo que él no podía hablar con la sinceridad que deseaba por la diferencia de nivel. Pero Frondizi le contestó que dejara los niveles y las formas de lado, pues consideraba que estaba frente a un americano y que él era antes que nada argentino y americano. Que se diera cuenta de que iba a hablar simplemente con un hombre que deseaba que la conversación fuese absolutamente abierta y sincera, y que, como él, estaba dispuesto a dar la vida en la lucha por el país. Que no tenía nada que ocultarle.
El "Che" se explayó y dijo que Cuba quería permanecer en el Sistema Interamericano y que estaba dispuesta a entenderse con los Estados Unidos, siempre y cuando ello ocurriera de una manera digna, y que también querían independizarse de los soviéticos. Aceptó el hecho de que recibían de ellos mucha ayuda y algunas veces directivas e instrucciones. Pero que Cuba quería construir un Estado Socialista con autonomía absoluta de la Unión Soviética. Entendía respecto de la forma de llegar al socialismo que no había otro camino para los países chicos y pobres que el de la violencia.
Frondizi le dijo que aparte de no estar él de acuerdo respecto de esto último, consideraba que su posición era incluso errónea desde el punto de vista teórico comunista. Cuando le preguntó si había leído mucho sobre comunismo y teoría marxista, Guevara le contestó que no, pero afirmó que de todos modos, y más allá de lecturas y teorías, ellos consideraban que el único camino era el de la violencia. Reconoció, sin embargo, que los fusilamientos no habían dado resultado pues gestaban "héroes" muy especiales. Agregó que el reparto de tierras también había fracasado porque aparecían jefes indisciplinados que actuaban como caciques con independencia del gobierno central. Pero aun así, a pesar de esos inconvenientes, estaban dispuestos a seguir adelante. Dejó entrever que querían que la Argentina trabajase por una mediación entre Estados Unidos y Cuba. Tema sobre el cual no se expidió Frondizi por no considerarlo viable, porque sabía que ninguna mediación estaba en los planes del presidente Kennedy, que solo quería tener la seguridad de que Cuba no entraría en el Pacto de Varsovia.
Frondizi le expuso su pensamiento y nuestra política con toda claridad. Le dijo que, precisamente, habíamos tomado un camino distinto y opuesto al de Cuba y que, por esa vía, resolveríamos nuestros problemas.
La entrevista fue muy cordial y Guevara, según la opinión de Frondizi, fue mesurado y sincero.
La reacción de las FFAA
La visita de Guevara provocó esa misma tarde gran revuelo, preocupación e inquietudes en algunos sectores de las Fuerzas Armadas. A la mañana del día siguiente, el Presidente recibió al Jefe de Policía, capitán Recaredo Vázquez, quien le informó acerca del resultado de las deliberaciones habidas entre altos jefes de Marina: el Presidente debía renunciar.
El capitán Vázquez comunicó al doctor Frondizi que el general Poggi había planteado a varios almirantes la necesidad de que se solicitara al Presidente la renuncia a su cargo, pero no había logrado concitar unanimidad de criterios entre los jefes de Marina y Aeronáutica consultados. Sin embargo, prevaleció en todos ellos la opinión de que al menos eran necesarias las renuncias del Canciller, del Subsecretario de Relaciones Exteriores y del Embajador en Uruguay. Al respecto, el capitán Vázquez le hizo saber al Presidente que altos jefes de Marina proponían como sustituto del doctor Mujica al señor Laferrere, al almirante Hartung o al doctor Bonifacio del Carril.
Tal sustitución se requería como una manera de evitar así la renuncia del Primer Magistrado. El Presidente hizo responder que no estaba dispuesto ni a renunciar, por cuanto era privativo del Presidente de la Nación la conducción de la política exterior del país, ni a sustituir al canciller.
Al fin de esa tarde se solicitó al doctor Frondizi una reunión con los Secretarios, los Comandantes en Jefe y los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, para pedirle explicaciones acerca de la visita de Ernesto Guevara. Dicha reunión se llevó a cabo a partir de las 20.45 en la residencia de Olivos y finalizó a las 23.30.
Antes de iniciarse la reunión, el Presidente deliberó en privado con los tres Secretarios de las FFAA y el ministro de Defensa. Los tres primeros expresaron al doctor Frondizi que la situación era muy delicada, y que había en las tres armas una verdadera conmoción, tanto por la entrevista que había mantenido el señor Presidente con el ministro cubano como por la falta de consultas que la había rodeado.
El doctor Frondizi manifestó que no estaba dispuesto a dirigir la política internacional del país con restricciones de ninguna clase. Al consultar luego a los presentes sobre el método más adecuado para la reunión, se le sugirió escuchar la palabra de los altos jefes militares que a ella asistían.
La reunión
Después de escuchar a los Jefes de las Fuerzas Armadas, se desarrolló un largo debate que el Presidente cerró refiriéndose a la posición de los países en relación, por un lado, con los problemas de principios, por otro, con los problemas contingentes. Señaló que, si bien Cuba podía ser aislada, y aun segregada jurídica y económicamente del sistema interamericano, no lo sería en los hechos, desde el punto de vista geográfico y político, y que nada evitaría la influencia del "hecho de Cuba" en el resto de América e incluso en el Mundo. Vinculando esta afirmación con la visita de Guevara, señaló que aunque existiera una única posibilidad de que Cuba fuera ganada para la democracia, la paz y el derecho americano, él no dudaría en usarla en beneficio de todos los países del hemisferio.
Las explicaciones dadas por el Presidente, los argumentos esgrimidos, y la defensa intransigente de los atributos de la institución presidencial aniquilaron los objetivos de la reunión, es decir: la renuncia del Presidente o su alternativa, el establecimiento de un cinturón de hierro y la sustitución del canciller, así como la eliminación del conjunto de "jóvenes amigos y asesores" del doctor Frondizi. A ello contribuyó decisivamente el desafío agresivo del Presidente de informar al país de todo lo actuado, no sólo en la reunión, sino en lo relativo a las comunicaciones con otros jefes de Estado y a la posesión de datos forzosamente reservados y secretos. Los concurrentes quedaron, pues, no creo que convencidos, pero al menos desconcertados.
El general Rosendo Fraga, Secretario del Ejército, que apoyó firmemente al Presidente, solicitó se diera un comunicado de la reunión que expresara que el Presidente "había invitado" a los Secretarios y jefes militares para informarles sobre la visita de Guevara. El Presidente aceptó esa solicitud e hice un comunicado de prensa.
Fuera del ministro de Defensa Justo P. Villar y de su subsecretario José Rafael Cáceres Monié, que por supuesto fueron parte de la reunión, fui el único civil que permaneció en la Quinta, con el objetivo de avisar de inmediato a la llamada "Usina" (o sea a Rogelio Frigerio y equipo) sobre cualquier cosa que pudiera haber ocurrido, ya que, tal como se presentaba la situación al comenzar la reunión, no se podía descartar que el Presidente hubiese sido apresado y se produjese entonces el siempre amenazante golpe de Estado. Tanto era así que, considerando esa eventualidad, se había grabado un discurso del Presidente que habría sido transmitido de inmediato por los canales oficiales.
El Presidente se quedó un rato charlando conmigo, luego se dispuso a cenar y me pidió que fuera a buscar a los amigos. Partí entonces para la casa del ex canciller Carlos Florit, muy cerca de la Quinta, donde me esperaban Rogelio Frigerio, Arnaldo Musich, Cecilio Morales y Oscar Camilión. De allí salimos para la Quinta donde el Presidente hizo un pormenorizado relato de la reunión con los jefes de las Fuerzas Armadas y dio las bases para que el equipo trabajara en el discurso que pronunciaría en la noche del día siguiente en la Casa de Gobierno, obviamente vinculado a la política exterior y a la visita del Comandante Guevara. Eran las dos de la mañana. Seis meses después, el Presidente Arturo Frondizi era derrocado por las Fuerzas Armadas.