Fracaso exitoso
“Es muy fácil gobernar con plata” (De Mario Secco, intendente de Ensenada)
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Tomemos un respiro de lo que se dice y de lo que no se hace en esta segunda ola de coronavirus. Hace más de 400 días que estamos inmersos en el mismo tema, pero eso no quiere decir que sea lo único que sucede. Aunque es posible que en este año electoral se manosee el calendario, con la excusa de la pandemia y para tratar de que las urnas no le sean esquivas al Gobierno, los políticos viven en campaña permanente.
De manera tímida, algunos dirigentes ya comenzaron a marcar la cancha y elegir al rival para tratar de mantener el resultado en el campeonato. Se sabe que el peronismo, aunque parezca que pierde por su manera de gobernar, ya que no suele ser eficiente en resolver problemas, los presenta como éxitos indiscutidos.
Por eso no sorprende la visión negadora de la gestión aceptable que pueden tener sobre sus rivales y que, en vez de imitar, los demonicen. Si hace un tiempo podía parecer hasta graciosa la desaforada envidia de Axel Kicillof porque la ciudad de Buenos Aires tiene “jardines colgantes”, ahora Mario Secco juega de delantero y trata de asegurarse el gol. “Si gobernara en el conurbano, fracasa a los dos días y lo cuelgan en la plaza. Es muy fácil gobernar con plata”, dijo el intendente de Ensenada al referirse al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Se nota que el “compañero” Secco recorre poco el conurbano y no tiene tomado el pulso de los votantes. Por caso, los vecinos de Merlo parecen muy contentos con Gustavo Menéndez, su intendente, que no ha hecho gran cosa por mejorar su calidad de vida, pero es un hit en TikTok, cantando y bailando. En tiempos de nocturnidad prohibida, las redes sociales son un servicio de entretenimiento y eso Menéndez lo entendió en un periquete apenas comenzaron las restricciones en marzo del año pasado.
Criada en Villa Bosch, partido de Tres de Febrero, esta cronista conoce bien el Gran Buenos Aires, donde tiene amigos y parientes, a quienes visita cuando la pandemia lo permite, y se actualiza de la calidad de vida. En las plazas, unas cuantas deslucidas, sin helechos iluminados, otra sofisticación que envidia la vicepresidenta Cristina Kirchner del distrito porteño en el que cómodamente vive, no hay ninguna placa que recuerde que los vecinos decidieron colgar a un intendente por su fracaso. Sí hay monumentos a la madre, al bombero voluntario, al soldado de Malvinas que murió en las islas y se lo recuerda como el héroe que es, a Néstor Kirchner, a Eva Perón, a Juan Domingo Perón, o a algún intendente.
Y aunque casi todas las plazas tienen árboles, muchos centenarios, otros más recientes, no se observa que nadie se haya tomado el trabajo de intentar colgar al intendente que ha rifado las ilusiones de campaña en más que un mandato de gestión. Por caso, en los días de Verónica Magario como intendenta de La Matanza, ese municipio tenía plazos fijos por millones de pesos, aunque buena parte de los barrios siguen sin calles de asfalto. Y ningún vecino salió a elegir en qué fresno colgarla, sino que la votaron para la vicegobernación.
Más que tener plata, la gestión debería ser como bien lo saben los expertos en la navegación a vela: lo importante no es para dónde sopla el viento, sino a dónde se quiere llegar. En Villa Bosch, lo llamamos inteligencia.