Flexibilización educativa: el ADN K de nivelar para abajo
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La reforma del régimen académico de la escuela secundaria revela con claridad el ADN del kirchnerismo: nivelar para abajo. Con esta pretendida actualización, impulsada por el gobernador Kicillof, las escuelas bonaerenses siguen encerradas en una discusión ideológica que atrasa y muestra la falta de una política educativa abierta al futuro. En una provincia donde 7 de cada diez adolescentes están por debajo de la línea de pobreza, la realidad se impone más allá de cualquier relato, a lo que se suma el costo de haber mantenido caprichosamente cerradas las escuelas durante la pandemia.
El fracaso escolar y el deterioro del sistema educativo no pueden resolverse con reformas que solo emparchan el problema de fondo. La calidad de la educación que chicos y chicas necesitan tiene que volver a poner en primer lugar valores como el esfuerzo, la excelencia y el mérito. Eliminar prácticamente la posibilidad de que un alumno repita de curso, lejos de ser una solución, se convierte en una excusa para desestimular el verdadero crecimiento que abre horizontes y oportunidades. Hacer repetir como una especie de castigo o una práctica estigmatizante, además de ser reprochable, tampoco soluciona nada. La evaluación, en definitiva, tiene que ver con estímulos y el mensaje de superación personal que permite avanzar e incorporar habilidades y conocimientos. La falta de visión y el sesgo ideológico alejan cualquier posibilidad de enfrentar la desigualdad y la brecha de oportunidades.
Los mismos que ahora quieren flexibilizar la educación bonaerense son parte del ajuste que redujo 15% el presupuesto educativo para este año. Estoy convencida de que la transformación educativa necesita, además de visión, inversión sostenida vinculada, por ejemplo, a la incorporación de nuevas tecnologías frente a la cultura digital emergente.
Creo que hay una manera diferente tanto de enseñar como de estudiar y aprender. El desarrollo de habilidades digitales es parte de las políticas educativas innovadoras que estamos implementado en las escuelas municipales de Vicente López. En la Secundaria Paula Albarracín, junto a Digital House –una organización argentina de vanguardia, que potencia el ecosistema tecnológico y prepara a los futuros creadores del mundo digital– ofrecemos una diplomatura escolar que incluye programación, marketing digital, data analytics y ciudadanía digital. En la Manuel Dorrego funciona la primera “Escuela Google” pública del país y en el Centro Universitario ponemos foco en la extensión académica vinculada a las carreras tecnológicas y de programación, para dar respuesta a las nuevas demandas laborales.
La agenda educativa que se viene nada tiene que ver con el falso progresismo que confunde inclusión con flexibilización. El eje de fondo es otro. Más allá de discutir la repitencia o el agrupamiento de materias, lo que tenemos que revisar y replantear son los contenidos, eso que los estudiantes demandan y que los mueve a aprender, eso que sienten que les da herramientas para abrirse camino en la vida. Solo sostenerlos en el sistema y hacerlos pasar para tener mejores estadísticas es no entender cuáles son sus demandas y sus inquietudes.
Cada vez que me encuentro con grupos de chicos y chicas de las escuelas y colegios secundarios y los escucho, me convenzo más de que el cambio que nos exigen es una educación diferente y en sintonía con ese futuro con el que sueñan. Ese es el desafío si queremos de verdad superar la desigualdad y la brecha de oportunidades.