Ficha limpia, una deuda de la política con la gente
En 1975, un año antes de que nuestro país entrara en el período más oscuro de su historia política, el excelso escritor colombiano Gabriel García Márquez publicaba la novela El otoño del patriarca. Muchos consideran que esta obra maestra es una suerte de parábola sobre la soledad del poder, pero más que nada sobre la soledad del gobernante que se aleja demasiado del pueblo que debe representar. La historia está llena de ejemplos que nos demuestran una verdad que se mantiene inalterable: cuando los estadistas dejan de estar del lado de su gente, pasan a estar del lado contrario. Ningún político que haya terminado por separarse del todo de su gente puede seguir cumpliendo su función, que es la de defenderla.
Luego de décadas de una distancia insalvable entre la política y los deseos de la gente, quienes ocupamos cargos electivos al servicio de la ciudadanía tenemos el deber de saldar esa deuda. No hay más espacio para que siga existiendo una diferencia entre la agenda del ciudadano de a pie y el legislador, el diputado, el senador o el gobernante.
El proyecto de Ficha Limpia, que presentamos en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en respuesta a una demanda de la sociedad civil, es un ejemplo claro de la voluntad que tenemos de atender este problema. Los argentinos vivimos en un país con inflación, con instituciones débiles, sin trabajo y con una pobreza creciente, producto de ciclos de populismo largos e intensos. La confianza en la Justicia es otro de los valores democráticos que se vio mermado con los diferentes escándalos que sacudieron la actualidad nacional en los últimos años.
En este contexto decidimos hacernos eco del reclamo de la gente. Si queremos que la política vuelva a ser valorada como un lugar de debate y de transformación, quienes nos dedicamos al servicio público debemos estar a la altura. Y estar a la altura significa escuchar a ese pueblo que quiere que sus preocupaciones lleguen a los espacios de poder. Es el mismo pueblo que está harto de ver cómo personajes procesados por diferentes tipos de delitos se siguen reciclando en un sistema que los protege y les permite actuar sin pagar las consecuencias. Esto no puede continuar. Queremos que nadie que tenga antecedentes penales pueda postularse a un cargo público porque la gente no quiere seguir sintiendo que se la engaña, que se juega con el dinero de sus impuestos y con sus votos. El espíritu de la democracia es que podamos debatir todo, llegar a consensos y celebrar nuestras diferencias. Pero tenemos que fomentar esto sobre un terreno común: que solamente los ciudadanos de bien, los que queremos cambiar nuestro país y sacarlo adelante, participemos de esos debates.
No hay más lugar para las puertas giratorias, para los arreglos judiciales, para que se siga engañando a la gente. Ponerle un fin a los abusos no es una idea ni un capricho ideológico: es una demanda de la gente y un deber de la política.
Presidente bloque Vamos Juntos, Legislatura CABA