Feliz 2024 o por qué este año ya está perdido
Con noviembre llega el equipo que juega de memoria y quiere terminar todo antes del 31 de diciembre... o no
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Bienvenido a 2024 y no, no mire el calendario: llegamos a 2024 incluso antes de tiempo porque, a esta altura de 2023, ¿quién va a ponerse a proyectar, resolver, concretar o solucionar todo aquello que no se hizo hasta ahora? Dicho de otra manera: si no se logró en los últimos once meses, ¿por qué se resolvería todo en estos momentos, a los apurones y sobre la hora? Es, por así decirlo, un partido de pocos minutos y con goleada en contra, que tiene en la cancha a un equipo muy particular. ¡Y así forma ese equipo para los últimos dos meses del año!
En el arco: el sacrificado que no sabe por qué pero terminó atajando todo lo que no se hizo desde enero y empuja para sacar lo que queda. Sabe que el 10 de diciembre ya nadie atiende el teléfono, las dependencias públicas arrancan con los asuetos administrativos y todas las pelotas son goles en contra.
Por el lateral izquierdo: el que no quiere complicarse y todo lo que venga de frente lo rechaza. ¿Presupuestos? El año que viene. ¿Agendar reuniones? Para el año que viene. ¿Contrataciones? Adivinen: el año que viene. La respuesta para todo es un pelotazo fuerte para arriba y si cae en marzo, mejor. En su mercado de pases no hay ni enero ni febrero y, si lo presionan, tampoco hay segunda quincena de diciembre.
Por el medio: dos centrales con poco estado físico que están cansados desde septiembre pero que no se animaban a decir nada. La única camiseta que tienen puesta es una estilo hawaiana con flores de colores. Ya están pensando en la pretemporada en Río de Janeiro y lo único que reciben a treinta días son los check in para el embarque.
Por el lateral derecho: el único que hace la cancha de ida y de vuelta. Va hasta Administración y le dicen que vuelva el martes; corre hasta Contabilidad y le dicen que la pelota la tiene Finanzas. A Marketing le perdió la marca y los de Maestranza se deben haber ido expulsados porque ya no cambian ni una lamparita. Fue hasta el fondo y desbordó con un centro… pero le devolvieron un mail que decía: “Fuera de Oficina”.
El cinco de contención: es el que acepta que le tiren todas las pelotas porque no se lleva bien con la familia y si hace falta trabaja en Nochebuena. Recibe y devuelve cortito y al pie pero cuidado, que tiene poco carácter y si alguien lo presiona quizás se lleva una patada.
Los volantes creativos: te resuelven todo con genialidades que huelen a parche. Ya están usando el presupuesto 2024 porque se quedaron cortos con el de 2023 y anotan como concretadas ventas que están pendientes para llegar a los objetivos. Desde afuera parece que están jugando la Copa Libertadores pero de cerca se están yendo a la B.
El diez: es el que le tira la pelota a los demás. ¿El PowerPoint? Lo tenía que hacer Legales. ¿La Fiesta de Fin de Año? La tenía que organizar Recursos Humanos. ¿Las cajas de Navidad? Las iban a comprar los dos que se fueron a Río de Janeiro. Los compañeros le escapan porque en vez de ponerles una pelota redonda al pie, les tira un ladrillo cuadrado a la cabeza.
El nueve de área: estuvo todo el año haciendo la plancha porque creía que tenía el puesto asegurado y ahora que se habla de limpieza en el plantel entró en pánico. Por eso corre todas las pelotas: responde mails que le mandaron en mayo; devuelve llamadas que le hicieron en octubre; y le pide al árbitro que adicione todo lo que pueda que todavía no liquidó ni un impuesto. No lo salva ni el VAR.
El DT: es el que se la pasa en el banco pero no con los suplentes sino con el ejecutivo de cuentas viendo si lo dejan girar en descubierto, si le aguantan unos cheques imposibles y si le adelantan el crédito. Por momentos pide la hora para que se termine este campeonato y cuando ve los pagos que tiene para 2024 quiere patear todo para 2025.