Falcó, el asesino entrañable de Pérez Reverte
"No conozco a nadie en el duro mundo en que vivimos capaz de manejar lo cruel y lo oscuro con la naturalidad con la que lo haces tú. Eres un actor perfecto, un truhan redomado y un criminal peligroso", describe así, el Almirante, a Lorenzo Falcó, el personaje creado por Arturo Pérez Reverte que vuelve a las andadas en la segunda obra del universo de este espía que actúa en medio de la guerra civil española. Un personaje que revive en Eva (Alfaguara 2017), la obra que nació para continuar con aquella historia que el escritor español comienza con Falcó. En Eva retrata el trágico curso de la guerra, nos introduce en el mundo de la ciudad de Tánger, en 1937, plagada de tráficos ilícitos, donde el espía tiene un encargo de su superior (el Almirante): conseguir que el capitán de un barco cargado con el oro del Banco de España se pase al bando Nacional. Un objetivo difícil de lograr. Aunque todo es posible para un hombre sin ideología.
Un despliegue profundo del personaje es lo que ofrece Pérez Reverte, quien vivió 21 años siendo cronista en las guerras del Golfo, Bosnia, Malvinas, El Salvador, Eritrea, Angola, el Líbano. Muchas de las sensaciones, sentimientos, actitudes experimentadas en esos mundos de dolor son las que les presta a Lorenzo Falcó, quien puede ser el asesino más despiadado y al mismo tiempo tener lealtad, valentía, solidaridad. ¿Cómo es eso posible? Hay seres que están hechos para vivir en medio de la incertidumbre, con miedo, en territorio hostil; un contexto que los mantiene preparados para lo imprevisto, obligados a estar alertas. El peligro puede ser un estímulo de vida. Lo ha sido para Pérez Reverte en las guerras como cronista; lo es para su apasionante personaje Lorenzo Falcó en la guerra civil española. "Cuando el ser humano tiene que luchar para sobrevivir y tiene que hacerlo con su inteligencia, poniendo su cuerpo, ahí se dejan de lado las reglas, se pierde la moral", asegura Pérez Reverte. "El ser humano se convierte en un animal peligroso que ha sido modelado por la cultura, por la civilización y pierde ese disfraz ante el peligro, la ambición, la política, la necesidad, el hambre", se extiende el admirado escritor, quien logra que Falcó se convierta en un amigo entrañable, un hombre atractivo, seductor, con una sonrisa hecha de simpatía, travesura e insolente crueldad.
A pesar de la necesidad de sobrevivir, hay un punto exacto en el cual podemos claudicar ¿Por amor, deseo o admiración? Todos tenemos nuestras debilidades y la de Falcó es Eva. Se reconoce en ella. Una mujer guerrera, una compañera con su misma crueldad, que juega a matar o morir, que conoce ese territorio hostil, pero que a diferencia de Lorenzo Falcó es heroica, tiene fe. Es una comunista en el año 1937, que todavía cree en el futuro de la Humanidad y está dispuesta a sacrificarse. Es implacable y mucho más peligrosa, porque la mujer cuando pelea lo hace sin retaguardia, sabe que no tiene defensa detrás. Puede ser salvaje. "Nunca lo habían engañado antes, recordó absorto. Nunca una mujer, y nunca de esa manera. Eva Neretva… se había revelado maestra indiscutible del juego turbio, arriesgado, que jugaban ambos, con una frialdad tan soviética. Casi inhumana", se lee en Eva. Falcó recordó que la última vez que se vieron, cuando él le salvó la vida, se habían asegurado estar en paz. Él sabía que eso no era cierto. A pesar de conocerla bien, se arriesga, se entrega. Ella es la única capaz de agrietar su corazón.¿Falcó será capaz de aceptar que se ha enamorado? "¿Crees que nos amamos, tu y yo?, le pregunta Eva. La respuesta viene con un gesto: Falcó encoge los hombros. Quédate en tierra, le pide. Sin decirlo se estremece y espera. Ambos esperan algo que es difícil que suceda".
Lo más interesante de la novela es la presencia constante del autor en el espíritu de Lorenzo Falcó. Este asesino, que llega a ser entrañable para el lector, tiene la mirada de Arturo Pérez Reverte, de su creador; y uno, como lector, puede intuir que su afinidad con el espía es absoluta. "Falcó no es casual, es el resultado de una mirada. Un novelista es una mirada, y la mirada del novelista es aquella que los libros y la vida le dejan. Es evidente que Falcó no soy yo, pero es verdad que Falcó sería imposible sin mí", asegura el autor. Una sonrisa irónica se dibuja cada vez que habla su personaje, una mueca de complicidad que nos emparenta, nos acerca, a uno de los escritores más particulares del planeta. Falcó seguirá vivo y nos seguirá seduciendo en las próximas historias. En la piel de un perfecto asesino. Con el alma de Arturo Pérez Reverte.