Evocar y celebrar a la SADE
El 13 de junio se celebra el Día del Escritor. Corresponde evocar que la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), en l928, encontró su hacedor y fundador en Leopoldo Lugones, líder de la vanguardia literaria del modernismo, y su primer presidente. En ocasión de su fallecimiento trágico, en 1938, se resolvió reconocer dicha fecha como el Día del Escritor.
Es bueno evocar su primera Comisión Directiva para dimensionar el nivel de quienes acompañaron a Lugones figurando como integrantes de dicha asociación civil: Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Arturo Capdevila, Baldomero Fernández Moreno, Ezequiel Martínez Estrada, Manuel Gálvez y Enrique Banchs, entre otros. Hoy la SADE es presidida por el escritor Alejandro Vaccaro. A partir de su fundación, la SADE instaló su secretaría local en la sede del Museo Mitre, circunstancia que la torna más entrañable y cercana a la historia de La Nación.
Años después, pasó por la Casa del Teatro hasta que, en 1946, trasladó su sede a la calle México. Desde el 12 de julio de 1972, ícono de la cultura nacional, su edificio de la calle Uruguay 1371 es eje de sus actividades, sin omitir que en todo el país se encuentran representaciones activas de esta asociación civil. La SADE acompaña a nuestros escritores guiada por los principios de representar, administrar y defender los intereses y las entidades de escritores de todo el país y del extranjero que le confieren su representación. Es un verdadero faro cultural de la Argentina, que protege y acompaña el universo literario.
Defiende el respeto y la dignidad que merecen los escritores, contribuyendo al enaltecimiento de la profesión, asegurando respaldo jurídico e institucional. Propende que todo trabajo literario sea protegido y adecuadamente remunerado. Su Gran Premio de Honor, desde 1944 ilumina, con nombres como Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Manuel Mujica Lainez, Maria Elena Walsh, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo, Ricardo Piglia y Diana Bellisi, entre otros, el camino de las letras y la inspiración. El sutil puente entre el creador y su lector.
La revolución digital y los nuevos tiempos de la tecnología ampliaron los espacios de la creatividad, y obligaron a que la SADE atienda las expresiones que se difunden por vía de nuevos medios y plataformas, desafiando al escritor y reclamando de la SADE un mayor campo de acción y responsabilidades en sus variadas tareas. Es muy conmovedor, y más aún cerca de su centenario, que recordemos y honremos a esta institución, que silenciosamente y en el universo imperceptible de la creación, bajo el formato de la letras, cuenta como un emblema de cultura y de historia argentina. ¡Larga vida a la SADE!