Evocadora prosa poética
Sobre Parimpar, de María Carbó
Después de haber publicado cuatro libros de cuentos, María Carbó da a conocer Parimpar, una pequeña y depurada obra de recuerdos y testimonios hilvanados con una prosa poética de contenida emoción. Fue el día en que se cumplían dos años de la muerte de su marido, con quien compartieron ideales y formaron una familia. Él no está nombrado porque las reflexiones parecen apuntar no tanto a su figura cuanto al dolor y a los interrogantes que acosan a quien queda solo y rememora una larga vida en común. No aparece aquí la trayectoria profesional y política de Enrique Olivera, un hombre capaz y afable que dio repetidas pruebas de honestidad y de entrega. Alguien que sí vivió la política como vocación y servicio.
Lo que la autora se propone es rendir cuenta de los sentimientos y las preguntas que siempre vuelven. Anota en las primeras líneas una despedida: “No te pedí que te quedaras; siempre había sido yo la que insistía. Tu partida fue silenciosa, pensabas que no me daría cuenta”. En seguida el desconcierto: “No podía creer que no volvieras. Como otras veces, pensé que se te había hecho tarde”. Un anhelo: “Quisiera que vinieras en un sueño a consolarme”. Un reproche: “Si sabías que la muerte iba a venir, ¿por qué no aprovechaste esos ratos en que estábamos solos?”.
Carbó creyó haber perdido su capacidad de escribir: “Un día mi cuerpo se partió en dos. Creí que nunca iba a poder hablar, sólo llorar. El dolor me cruzó como una espada, desde el corazón hasta el pie derecho”. Y por eso: “¿Cómo hacer para encontrar otra vez mi voz?”.
Más adelante una síntesis: “Dejó de llover. Silencio y comenzó de nuevo. Dejé de llorar. Silencio y comencé de nuevo”. En el tono evocador, en las confidencias y los secretos, en los insomnios (“empieza la larga noche otra vez”) y en las mañanas sin color (“el sol apretado no se anima a nacer”), estas confesiones pueden recordar al estupendo escritor inglés John Berger, y las páginas dedicadas al recuerdo de su mujer en Rondó para Beverly.
Hay una revelación de intimidad que asoma en ciertos detalles. Hay pena por lo que no llegaron a hablar. Hay lugares con gente pero vacíos. Vuelven los gestos o los sonidos acostumbrados que ahora parecen presagiar regresos: “Creía que en cualquier momento te vería aparecer. O sentiría tus llaves al entrar. Después oiría el sonido típico que hacías con ellas para que volvieran a su orden en el llavero y al final, ya manojo, las dejarías en la mesa de luz”.
También hay una plegaria existencial: “Ese quien es con mayúscula; ese Quien es superior a mí. Quien sabe, por lo tanto, sabe más que yo. Conoce lo que va a ocurrir”.
PARIMPAR Por María Carbó
Vinciguerra 64 páginas
$ 175