Evaluando la evaluación
Ciertamente resulta difícil pensar en el gobierno de un sistema educativo sin exámenes estandarizados censales o muestrales que permitan monitorear el funcionamiento y la calidad del sistema. Son evaluaciones que miden algo de la calidad, pero no todo. Suelen ser cuantitativas dada la cantidad de participantes y es allí donde se escurren muchos elementos cualitativos del fenómeno educativo.
Las preguntas son muchas: ¿qué hay de nuevo en la propuesta del Gobierno sobre la evaluación al terminar el secundario?, ¿cuál sería el valor agregado de estos exámenes que se proponen? Actualmente ya existen, y desde hace varios años, diversos exámenes de Lengua y Matemática aplicados en distintos años, o grados, tanto a nivel local como nacional, y también se incluyen, además, algunos internacionales.
Cualquiera de estos exámenes propuestos debe partir de lo primero: definir el objetivo. ¿Para qué medimos lo que evaluamos? ¿Por qué medimos eso y no otra cosa? ¿Para qué servirán los resultados?
Es acertado que el foco de los exámenes de sistema sean las áreas del currículum que son neurálgicas por los contenidos y competencias que enseñan. Leer, escribir y hablar correctamente es vital. Ciertos contenidos matemáticos y la competencia del pensamiento lógico-matemático para pensar bien, con orden y con cierto rigor, son vitales.
Entonces ¿están faltando otros elementos vitales? Sí, y son tres.
En primer lugar, la evaluación de competencias relacionadas con una educación integral, con un perfil de egreso que, además de incluir la dimensión cognitivo-académica, refleje las dimensiones: socioafectiva, comunicacional, de resolución de problemas, de trabajo con otros, responsabilidad y compromiso, solidaridad, entre otras.
En segunda instancia, la evaluación del idioma inglés, que es vital también en el mundo globalizado. ¡Cuántas oportunidades podemos dar a quienes menos tienen con una buena educación en esta línea! ¡Cuántas puertas laborales pueden abrirse o cerrarse si se posee o no esta competencia! La inclusión de un examen en esta línea sería muy valiosa desde el punto de vista de igualdad de oportunidades porque, en la actualidad, quienes acceden a estas pruebas son solo aquellos colegios de nivel socioeconómico alto a través de certificaciones internacionales que tienen un importante costo en dólares, poco accesible para muchos.
Y por último, algunas competencias digitales que incluyan el nunca bien ponderado paquete Office, que siempre permanece vigente en el uso de la mayoría de los trabajadores. Principalmente, el uso de Word y de Excel. Además de incorporar el tema de seguridad en la web, búsqueda y validez de la información, usos y límites de la inteligencia artificial, o algunos programas de edición y diseño.
La revisión y mejora de los exámenes estandarizados en el ámbito educativo no solo debe aspirar a medir el rendimiento académico, sino también a reflejar la complejidad y diversidad de habilidades necesarias en el mundo actual. La propuesta de incluir evaluaciones integrales que abarquen dimensiones socioafectivas, competencias en idiomas extranjeros y habilidades digitales puede ser muy valiosa para mejorar y fortalecer el monitoreo de la calidad del sistema educativo.
Profesor y consultor en la Escuela de Educación de la Universidad Austral; director pedagógico en la Vicaría de Educación de Buenos Aires
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