Europa, entre la Jihad global y la islamofobia
El sangriento ataque a la revista francesa une los avatares políticos del fundamentalismo islámico con el auge de la extrema derecha europea
El atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo fue un ataque contra la democracia, la libertad de expresión y hasta el islam y sus valores ético-religiosos. Todo esto se sabe, se escuchó en los discursos públicos de hombres y mujeres de Estado cuidadosos ante todo por lo políticamente correcto. Los responsables de la "carnicería", como describió la policía la escena dentro de las oficinas de la publicación, no eran "lobos solitarios" actuando por su cuenta; todo indica que el ataque fue minuciosamente planificado y quienes lo ejecutaron tenían una formación profesional. La pregunta, por lo tanto, es: ¿cómo este atentado se vincula al fenómeno que en su abstracción se llamó "Jihad global"? Y, más específicamente, si tiene relación alguna con el proceso de la formación de Estado Islámico y su autodenominado "califato".
En una consideración inicial, pareciera circunscribirse más al contexto europeo de la Jihad global: desde que Charlie Hebdo empezó a satirizar al islam radical, se transformó en un blanco preferido de las críticas, amenazas y ataques de musulmanes entre molestos, descontentos y francamente furiosos por su "falta de respeto" hacia su religión. Pese a todas las persecuciones que sufrió, el seminario gozó de un alto grado de popularidad y varias de sus publicaciones se agotaron en los quioscos apenas se pusieron en venta. Se entiende, entonces, que la revista fuera un blanco preferido desde hace aparentemente mucho tiempo para los jihadistas en Europa.
Cada atentado terrorista contiene un mensaje dirigido a cierta audiencia. Más que las alabanzas a Dios con el grito de "Alahu Akbar", el mensaje en este caso pareciera haber sido la reivindicación de su acción con el grito: "¡Vamos a vengar al Profeta!", según informó un testigo. Pues, por cierto que la barbarie fue condenada por las figuras islámicas más prestigiosas y relevantes, incluyendo el rector de la mezquita de París y la Universidad de Al-Azhar de Egipto, pero también, como el 11 de Septiembre, la festejaron algunos en distintas partes del mundo? Tampoco faltó oportunismo diplomático al ejemplo de la cancillería turca, cuyo titular, Mevlut Cavusoglu, declaró que su gobierno estaba en contra de "todo tipo de terrorismo", pero se apuró en advertir de evitar caer en el riesgo de la islamofobia y defendió el deber de respetar "la libertad del credo", según informó el diario turco Hurriyet. "El islam es una religión de paz y no hay derecho en asociarla al terrorismo", dijo el diplomático, cuya preocupación pareció ser presentarse como defensor del islam más que denunciar la violencia terrorista que se ejerce en su nombre.
El atentado contra Charlie Hebdo sucede en un momento de auge de la popularidad de la extrema derecha en Europa, que, si bien se alimenta de las consecuencias desastrosas de la política económica de la austeridad, explota constantemente tanto la islamofobia como el tema de la inmigración. El caso de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pediga) en Alemania es típico en este sentido, pues transmite un mensaje antiislámico de alcance europeo al cual Marine Le Pen, del Frente Nacional francés, hace eco cuando advierte contra la islamización de Francia.
El mensaje de "vengar al Profeta" de los terroristas no se dirige a la mayoría de la comunidad musulmana; tampoco a sus autores les interesa el rechazo de esta mayoría. Aspira a llegar a los pocos en los suburbios al norte de París y demás grandes ciudades que están dispuestos a abrazar la radicalización, perpetuar actos terroristas y fomentar la islamofobia de los sectores de la extrema derecha que, lamentablemente, casi siempre se dirige en forma indiscriminada contra el simple ciudadano de confesión musulmana. La estrategia de la violencia del terrorismo islamista, entonces, consiste en fomentar el círculo vicioso de radicalización/islamofobia para mantener viva la llama de la Jihad global. El oportunismo de la diplomacia turca de advertir a priori contra la islamofobia para ganar créditos como protector de musulmanes le quita importancia, para no decir que ignora, a la urgencia de impedir que el mensaje de los terroristas se neutralice.
La estrategia interna de EI
Ahora bien, dos detalles sugieren que quizás el atentado contra Charlie Hebdo tenga una conexión con Estado Islámico. El primero es la aparición en la cuenta de Twitter del semanario de una viñeta del autoproclamado califa Abu Bakr al-Baghdadi. No hay evidencia de que fuera esta viñeta la causa del atentado, ya que apareció minutos antes del ataque. Tampoco se registró en el momento algún grito de reivindicación de venganza por esa caricaturización. Sin embargo, el atentado fue minuciosamente planificado y con información precisa. Y aunque fuera pura coincidencia el timing de la aparición de la viñeta y el atentado, es muy probable que los medios sociales de Estado Islámico exploten el hecho.
Pues, y ahí va el segundo detalle, desde octubre pasado el éxito fulminante de conquistas militares y reclutamiento internacional de los tres primeros meses de los seguidores de Abu Bakr al-Baghdadi se han ido frenando. La preocupación por una serie de reveses en el frente militar se nota en el último número de Dabiq, la revista de Estado Islámico, en diciembre pasado, donde llamativamente se multiplican las llamadas a la unidad y las advertencias del peligro de conflictos internos. Dentro de todas las organizaciones islamistas, Estado Islámico es la que mayor éxito ha tenido por su rápido ascenso con la conquista territorial y la consolidación de su dominación. No por ello ha logrado superar la lucha por el poder interno de las organizaciones que llevan adelante la Jihad global. La más famosa lucha por el poder es con Al-Qaeda, que desde la emergencia de Estado Islámico está en una búsqueda desesperada de protagonismo. Pero los combatientes de Estado Islámico en Siria se enfrentaron también con sus camaradas de armas del Frente al-Nusra, que prefirió mantenerse fiel a Ayman al-Zawahiri, el líder de Al-Qaeda, que jurar lealtad al autoproclamado califa. Estado Islámico también parece tener problemas en su campaña de reclutamiento, después de la serie de escándalos que estallaron con la esclavización de jóvenes europeas y norteamericanas a quienes los jihadistas seducían por Internet y hacían viajar hasta sus dominios.
Haber "matado a Charlie Hebdo", como gritó un terrorista, ¿también ayudaría a Estado Islámico en una nueva campaña de reclutamiento de jóvenes que abrazarían la radicalización? Lo cierto es que para que fracase el objetivo estratégico de los asesinos del número 10 de la calle Nicolas Appert en París hacen falta más que nada muchas voces de musulmanes que griten "Je suis Charlie" y quienes, parafraseando a Albert Camus, aun cuando no estén de acuerdo con lo que se publique o cómo se haga, estén dispuestos a defender el derecho a publicar.
El autor es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés
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