Ta-Nehisi Coates. Una voz de alerta sobre el racismo en la era Obama
Escritor y periodista, considerado uno de los intelectuales más provocadores de Estados Unidos, denuncia en sus libros y en discusiones públicas la discriminación y desigualdad estructural que sufren los afroamericanos en su país, y sacude la tranquilidad de conciencia de muchos tras ocho años de un presidente negro
Es muy poco común que emerja una voz nueva para revitalizar el debate alrededor de un tema histórico y contencioso, para sacudir posiciones calcificadas o un terreno conceptual empantanado por lugares comunes. Más difícil aún es cuando reabrir la discusión no busca pedir reconciliación y armonía, sino arrancar las vendas de una honda herida que nunca se curó. Ta-Nehisi Coates, periodista y autor estadounidense de 40 años, puede ser considerado uno de los intelectuales públicos más vitales y provocadores de su país, por volver a poner en cuestión las deudas morales de los Estados Unidos por la esclavización de africanos en sus tiempos coloniales y el subsecuente trato racista a los millones de descendientes de esos esclavos que, alerta Coates en sus escritos intransigentes, persiste hasta el día de hoy.
Aunque Coates ha tenido una plataforma nacional para su escritura desde 2008 como corresponsal de la revista política y cultural The Atlantic –fundada en Boston en 1857–, recién el año pasado logró un reconocimiento que roza la fama. Se publicó su libro Between the World and Me (Entre el mundo y yo mismo) que es una carta abierta a su hijo Samori, de 15 años. En el escueto volumen de 152 páginas escrito en segunda persona del singular –aún no traducido al castellano–, Coates relata a su hijo su niñez y adolescencia en la violentísima ciudad de Baltimore y lo exhorta a nunca ceder en su vigilancia al entrar en su propia madurez. Insiste con vehemencia en cada página en que un hombre negro en los Estados Unidos es un ciudadano de segunda categoría, cuyo cuerpo mismo siempre corre peligro de ser violentado por el mero hecho de su raza.
Este libro, el segundo que escribió Coates, fue un sorpresivo best seller nacional y ganó el National Book Award, el más prestigioso de su país después del Pulitzer. Además, en el mismo año Coates fue uno de los ganadores de la mítica y codiciada beca MacArthur, conocida informalmente como "the genius award". Además del medio millón de dólares que otorga, el ganador entra en una lista de élite. En la categoría de Letras, la beca ha sido dada a figuras como David Foster Wallace, Junot Diaz, Cormac McCarthy, Lydia Davis y Thomas Pynchon, por nombrar sólo algunos. Otro galardón simbólico pero significativo: Coates fue incluido por la revista Time en su lista de "las 100 personas más influyentes del mundo".
Sin complacencia
La serie The Wire (2002-2008), situada en la ciudad de Baltimore en la primera década de nuestro milenio, ofrece una aproximación al territorio social en cual transcurrió la primera parte de la vida de Ta-Nehesi Coates, aunque él haya nacido en 1975. Durante toda su niñez y juventud, el mero hecho de salir de casa significaba exponer el cuerpo al riesgo de violencia súbita y posiblemente mortal. Era inconcebible salir solo, pero aún protegido en un grupo de amigos, cruzar una calle y entrar en territorio equivocado podía tener consecuencias fatales.
Lo que padeció Coates, principalmente, fue violencia dentro de una comunidad afroamericana y no ataques racistas de blancos contra negros. Un cínico podría alegar, por lo tanto, que estas agresiones no eran un problema de racismo, sino disputas entre los miembros de la misma comunidad en la cual sucedieron. Pero justamente uno de los ejes de la escritura de Coates es reclamar y demostrar que las abismales distancias sociales de ciudades como Baltimore son el resultado de políticas deliberadas de marginalización por parte del poder económico y político blanco. Y aun en la violencia de negros sobre negros Coates ve el legado de la cultura de la esclavitud y los linchamientos. Escribe sobre sus amigos de la calle: "Pienso ahora en esos chicos y la única cosa que veo es cómo vuelven los fantasmas de los viejos, malos días en que una banda en Mississippi se juntaba con sus abuelos alrededor de un árbol para prender fuego al cuerpo del negro colgado allí..."
Coates no ha inventado nada. No es responsable del renacimiento del movimiento Black Power o del resurgimiento del reclamo que dice que los negros en los Estados Unidos no viven en igualdad de condiciones frente al poder policial, judicial, las oportunidades económicas o la condiciones sociales básicas. Lo que sí ha hecho es presentar una advertencia fuerte a cualquier complacencia que se podría haber instalado en la clase dominante (blanca y negra) por haber elegido un negro como presidente del país en 2008. Este hecho histórico, por más inesperado y extraordinario que fuera, no ha cambiado la estructura fundamentalmente racista de los Estados Unidos, alega Coates, con un sinfín de ejemplos para apoyar su diagnóstico.
Obama mismo ha sido foco de sus criticas. Para el periodista, el mandatario apoya un modelo fallido de revitalización y sanación de la comunidad afroamericana: el de ser optimista, obedecer las reglas, trabajar duro y confiar en el supuesto sistema de meritocracia de los Estados Unidos. Coates, todo lo contrario, piensa que el gobierno de su país tiene una deuda moral y económica con su gente. En unlargo y controversial artículo publicado en The Atlantic en junio de 2014 (está disponible gratis en el sitio de la revista, junto con todos sus artículos y columnas) argumenta en favor de las reparaciones económicas: el gobierno tendría que pagarle una importante indemnización a los actuales descendientes de los esclavos por sus más de dos siglos de trabajo forzado agregado a la larga historia de discriminación que, Coates lo grita en cada párrafo que escribe, persiste hoy mismo.
La trampa del éxito
Nada esto se sostendría si Coates no fuera un destacado prosista y un riguroso reportero con profundas lecturas de textos históricos y sociológicos. Una de las consecuencias del éxito de Between the World and Me fue el redescubrimiento de su primer libro de memorias, The Beautiful Struggle (La bella lucha) publicado en 2008 sin grandes consecuencias en su momento. Es la contracara de la carta a su hijo, ya que se dedica a contar su infancia pero con la mirada en la influencia moral, emocional e intelectual de su padre. Era un hombre complejo. Tuvo siete hijos con cuatro mujeres, pero a su vez fue un padre presente y sacrificado. Trabajaba en tareas de limpieza en la prestigiosa universidad afroamericana Howard, con el objetivo de conseguir una beca completa para sus hijos (los hijos de los empleados asisten a la universidad sin cargo). Tras un arduo y tenaz trabajo de crianza por parte de sus padres, Coates logró entrar en esa institución de élite, aunque se fue sin graduarse para perseguir su vocación de escritor.
El padre de Coates, además, fue un integrante del partido afrocéntrico, revolucionario y anticapitalista Las panteras negras. Su militancia iba más por el lado comunitario e intelectual (formó y mantuvo una nutrida biblioteca política y cultural afroamericana) que por la lucha armada. En desacuerdo con el costado violento del grupo lo abandonó, aunque nunca dejó de predicar y practicar sus valores. Un ejemplo nimio: en la casa de Coates no se celebraba el Día de Acción de Gracias. Al contrario, ese día se ayunaba en protesta por la explotación del colonizador hacia los pueblos originarios.
Es de esperar que los dos libros tengan una edición en castellano. Aparte de su costado de denuncia tienen un tema universal que es la relación entre padre e hijos. ¿Como uno asimila las lecciones paternas? ¿Cuándo es sana la rebeldía y cuándo es una reacción testaruda? ¿Cuánto hay que perdonar a los padres por sus errores? ¿Cómo transmitir las lecciones que uno mismo aprendió –a través de errores y aciertos– a los propios hijos? Estos dos libros, además, pertenecen al maravilloso género del Bildungsroman: describen el despertar de una conciencia y sensibilidad junto con la formación y aprendizajes del sujeto. En este sentido los dos breves libros de Coates podrían ser comparados con Retrato del artista adolescente, de James Joyce, por nombrar un libro totalmente ajeno a las cirunstancias concretas del mundo de Coates.
El trabajo periodístico, de escritor y de lucha social de Coates intenta revitalizar la militancia afrocéntrica de la generación de su padre. Y ahora se encuentra en un delicado intríngulis. Su éxito le ha facilitado una enorme audiencia y nuevas posiblidades de expresión. Por ejemplo, es el guionista del relanzamiento de la Pantera Negra, el superhéroe africano creado en 1966 por Stan Lee y Jack Kirby para Marvel Comics.
A su vez, irónicamente, Ta-Nehisi Coates ha logrado el sueño americano que tanto descalifica en sus escrituras como un burdo engaño. Hace poco compró una casa de más de dos millones de dolares en Brooklyn. Se filtró la noticia a todos los periódicos de Nueva York. Coates se sintió violentamente invadido en su privacidad y ha declarado que por eso no vivirá en el lujoso browstone. En una nota publicada el 9 de mayo en The Atlantic, dice que no se puede ser un hombre negro, tomando las posturas que él toma, y hacer pública la dirección de su vivienda. Que es una amenaza a su seguridad y la de su familia. Quizás sea así. Pero también puede ser que la peor amenaza que enfrenta Coates ahora sea el éxito y su asimilación –aunque sea involuntaria– a la cultura que él siempre ha visto como una amenaza mortal.