Estrella de Diego: "La crítica de arte ha perdido su influencia. El poder ahora lo tienen los curadores"
Días antes de que la Argentina sea recibida como país invitado en la feria ARCO, la académica de arte madrileña afirma que "España ha cultivado unas pésimas relaciones transatlánticas"
Estrella de Diego sufre por adelantado el síndrome de las grandes ferias de arte. "Siempre habrá alguien que venga y me hable de una obra que me perdí y que era imprescindible ver y bueno, pues, ¡no la ví!". Ante la apertura inminente de ARCO, que este año tendrá como país invitado a la Argentina, la columnista de arte de Babelia -suplemento cultural del diario El País- y académica de arte española afila su mirada experta, volcada en ensayos notables como Tristísimo Warhol: cadillacs, piscinas y otros síndromes modernos (1999) y No soy yo: autobiografía, performance y los nuevos espectadores (2011).
Una de las voces más autorizadas para analizar el estado del arte argentino en el contexto internacional, en el marco de la feria curará la muestra Una mirada a la Colección Costantini, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y dirigirá un ciclo de charlas sobre coleccionismo. Conversamos via Skype, mientras detrás de ella se sucedían microescenas de arreglos domésticos.
-¿Qué es lo que se conoce en España del arte argentino? Da la sensación de que a pesar de los lazos culturales profundos que tenemos es muy poco lo que se sabe, sobre todo de la escena contemporánea...
-Sí, y creo que eso tiene que ver con la evolución que ha tenido aquí la apreciación del arte latinoamericano. Me remontaría a los últimos años de la década de 1980, en los que de repente el arte de América Latina se visibiliza, pero no en su totalidad. Ahí hay un auge de lo que al discurso hegemónico le parece listo para incorporar. Algo de Brasil, Cuba... En ese momento, el arte argentino es dejado un poco de lado pues no se ajusta a tales parámetros, y se queda en el limbo de los gustos. Hay un segundo momento, en el que todo el mundo empieza a darse cuenta de que el arte de América Latina no es sólo arte exótico, y que una de las producciones más importantes es la de un arte que podemos llamar concreto o neo concreto, como cada uno quiera contarlo. Ahí no sólo entra Brasil, con artistas hasta entonces desconocidos -como Lygia Clark y otros- sino también la Argentina con los Madí, que fueron fundamentales para entender muchísimas cosas. Y luego todas las asociaciones con Torres García que, aunque era uruguayo, creó en una misma zona geográfica. Eso, por una parte. Por la otra, creo que España ha cultivado unas pésimas relaciones transatlánticas. En 1992 perdió una oportunidad absolutamente relevante de revisar poscolonialmente esas relaciones transatlánticas. Cuando España era un país más activo culturalmente, se hizo aquí una exposición maravillosa de Guillermo Kuitca. Dicho esto, creo que hay artistas argentinos- mid-career que circulan. Quizás no la escena supercontemporánea, pero tampoco se conoce la escena supercontemporánea de Colombia, por caso. El problema tal vez ha sido esa negociación de los significados desde España. A mí, que viajo mucho a América Latina, siempre me queda la impresión de que vosotros sabéis más de lo que pasa en España de lo que nosotros sabemos sobre lo que pasa allá. Pero creo que eso está cambiando.
-¿Cuáles serían esos artistas argentinos que denomina mid-career?
Bueno, estoy hablando claramente de Kuitca, de Graciela Sacco y podríamos hablar también de Liliana Porter, que me fascina y no sólo es conocida en España, sino que además muchos coleccionistas españoles tienen obra suya.
-¿Qué lugar ocupa el arte argentino en las colecciones privadas españolas?
-Eso tiene que ver con las apuestas que haya hecho cada galería por los artistas. En el coleccionismo privado eso es muy importante. Ahora estoy preparando un proyecto con Liliana para abril, y te quedarías asombrado de cuántas colecciones españolas importantes tienen obras de ella.
-¿Qué sucede con artistas clásicos como Antonio Berni? ¿Llegan al público en general?
-Prefiero hablar de público no especializado. Pero pensando en un público interesado en el arte, creo que Berni es bastante conocido. Quizás no se conozcan mucho sus relaciones con España, que son fuertísimas, pero no creo que sea un desconocido en absoluto. Ahora mismo hay una muestra en el Museo Lázaro Galdiano.
-¿Pero no ha tenido una muestra grande en el Reina Sofía, por ejemplo?
-¿Cuántos artistas latinoamericanos, y aun españoles, han tenido una muestra en el Reina Sofía en los últimos tiempos? Bastante pocos. Yo creo que eso no tiene tanto que ver con que sea un artista poco conocido, sino con que el Reina Sofía, a lo mejor, tiene una apuesta por artistas vivos o anglosajones. Pero vamos, se le conoce.
-¿Qué posibilidades hay de incorporar arte argentino a las colecciones españolas o europeas en esta edición de la feria?
-Lo de las ferias es siempre un misterio. A pesar de que todo el mundo se queja, yo creo que van vendiendo. Y desde luego creo que tener arte a mano que no verías sino viajaras a arteBA anima a los compradores de aquí y de Europa. También vienen a la feria muchos coleccionistas jóvenes, que pueden tener acceso a las cosas que no se ven habitualmente.
-Ha visitado Buenos Aires muchas veces. ¿Cómo ve la escena artística en comparación con otras capitales de la región?
-Tengo dos capitales latinoamericanas favoritas. Una es Bogotá y la otra, Buenos Aires, que es la primera ciudad latinoamericana que visité en mi vida. De la escena porteña, una de las cosas que más me han interesado en los últimos tiempos es cómo se ha reorganizado el Museo Nacional de Bellas Artes. En mi primera visita, hace más de treinta años, me quedé alucinada con los cuadros del siglo XIX francés que tenían. Era una colección que yo dije: "¿Y esto?" Cuando hablamos de centros y periferias conviene visitar algo tan banal como un mercadillo, porque ahí se ve donde hubo plata y donde no. En los mercadillos de Buenos Aires se ve que ha habido plata históricamente, y en el Rastro de Madrid, menos. Por eso decía que cuando entré al Bellas Artes me quedé maravillada con todos esos franceses del cambio de siglo; era una colección increíble. En ese momento casi no había iluminación y estaba todo medio abandonado, con esos tesoros increíbles. Bueno, quizás en ese momento todos los museos estaban abandonados, porque recuerdo haber entrado al Museo del Prado y ver cómo un rayo de luz le pegaba directo a la cabeza de un Goya. Entonces, cada vez que voy a Buenos Aires trato de volver al Museo Nacional de Bellas Artes. Siempre estamos muy atentos a lo que pasa con el arte contemporáneo, pero esas colecciones que te cuentan la historia de una ciudad y de un país hay que ponerlas en valor. Madrid, por caso, no tiene una colección de arte internacional del siglo XIX así. Evidentemente había allí un público muy sofisticado, que sabía lo que estaba comprando y que además tuvo la vocación de donarlo. Bellas Artes es un factor diferencial para una ciudad como Buenos Aires.
-Tengo entendido que está trabajando en una muestra relacionada con la colección Costantini. ¿De qué se trata?
-Sí, pero es una muestra pequeñita y soy una curadora accidental. Hacía poco que me habían nombrado académica de Bellas Artes de San Fernando y me puse a hacer de intermediaria entre dos instituciones a las que aprecio mucho. Así que trajimos unas poquitas piezas de Buenos Aires, que van a estar conviviendo en el espacio de la Academia. Una de ellas es el Baile en Tehuantepec de Diego Rivera, que tiene una historia bastante divertida. Es una obra maravillosa que va estar conviviendo con los barrocos. Creo que cuando el Barroco cruza el Atlántico se convierte en otra cosa. Y ahí estará Rivera con los tenebristas. Luego vamos a poner, cerca de los siglos XIX y XX, cerca de Picasso y de los académicos, una pequeña selección de arte argentino. De Xul Solar a Lucio Fontana, Grippo y dos fotógrafas fundamentales como Grete Stern y Annemarie Heinrich, que además son artistas adoptadas. Lo cual viene muy bien señalar hoy, cuando se está hablando de cerrar fronteras. Porque hablan de una sociedad muy mezclada, que posibilitó que los coleccionistas apuntaran en otras direcciones.
-Hace unos meses, Marta Minujín ganó el Premio Velázquez. ¿Cree que la decisión pudo haber tenido que ver con el lugar especial de la Argentina en ARCO? ¿El nombre de Minujín estaba instalado en España o se dio a conocer a través del premio?
-Bueno, yo espero que no haya tenido que ver la feria. Si tuvo que ver con algo, fue probablemente con una cuestión de género, pero no por la discriminación positiva sino más bien porque ya era hora. En cuanto a lo otro, no creo que Marta fuera muy conocida por el público español pues es una artista muy cutting edge y vanguardista, que se ha rescatado sobre todo en los últimos años. Aquí no ha tenido tanta relación con ningún artista de su contexto o de su generación, y por eso su nombre se hizo más relevante a partir del premio. Lo importante es que de alguien como Marta, una artista interesantísima, se recupere la mirada sobre su valor artístico. Porque ha sido muy radical y muchas veces sólo se ve su personaje warholiano, que está muy bien pero no es todo.
-La relación entre el arte argentino y el de España quedó marcada por el paso de Alberto Greco por Madrid. Hasta este premio tiene algo de eso, ya que Minujín recibió su influencia de manera muy directa?
-Creo que Alberto Greco se puede encontrar incluso en la obra de Macchi, en obras muy lejanas a él en el tiempo. Lo divertido de Greco es que todo el mundo habla de la influencia que tuvo en España, de cómo llegó a una ciudad gris como era Madrid y produjo un efecto burbujeante como el champagne. Pero estudiando a Greco me he dado cuenta de que el arte español era mucho más vanguardista de lo que se creía. Alguien como Saura, que siempre se ve como uno de los expresionistas abstractos, tiene una obra llamada The Party que remite mucho a Greco. Creo que hizo de materia de cohesión entre muchas sensibilidades distintas que estaban sumergidas y que eran mucho más modernas de lo que se esperaba. En España siempre se habla de lo importante que fue Greco, y lo fue. Pero sobre todo fue importante para develar lo que estaba pasando y ayudar a que saliera. Fue un revulsivo para que la gente tuviera menos miedo de hacer cosas.
-¿Cree que la crítica de arte sigue siendo una herramienta de legitimación o ha perdido su influencia?
-Qué pregunta? Creo que ha perdido su influencia. Y que el poder ahora lo tienen los grandes curadores internacionales. La crítica, o más bien el comentario de arte, ya depende de dónde uno lo haga. Si es un diario, en Twitter o en un blog. A mí no me asustan los cambios, pero francamente nadie sabe bien adónde vamos. Los espectadores, los lectores eligen un poco a la carta lo que quieren leer y son los curadores quienes van a dictaminar lo que se ve en Venecia, en Sydney o en Documenta.
-También está eso: un calendario demencial de encuentros internacionales que nadie puede seguir?
-Un delirio. Hace unos años Ivo Mesquita escribió un texto en Revista de Occidente que se llamó "Bienales, bienales, bienales", citando un poco el manifiesto de Oswald de Andrade. Si uno tuviera tiempo y dinero, podría pasarse el año yendo de una bienal a otra. No creo que esto sea lo ideal, pero tampoco le podemos poner puertas al campo. Las cosas son como son. Creo que estamos en un momento extraño, expectantes.
-En este contexto donde quizás se produzca más arte del que se pueda ver, ¿qué tiene que tener una obra o un artista desconocido para que te conmueva?
-Es muy difícil contestar eso. Creo que te tienen que decir algo. Tienen que tener algo que sigue siendo muy imposible de definir y que tiene que estar ahí, así sea una obra política, una foto de Annemarie Heinrich o Las Meninas. Las obras que más me interesan son aquellas que hacen que me pregunte algo que no esperaba preguntarme y eso sigue siendo muy difícil de saber donde está? En una feria o en una bienal, donde hay sobreinformación, de repente ves algo que te escribe una historia de amor. Que te escribe esas cartas de las que hablaba Kafka, que por la noches se las bebían a besos los fantasmas. Entonces vas buscando ese beso que no se bebió un fantasma y que quieres para ti.
¿POR QUÉ LA ENTREVISTAMOS?
Porque es una referente de la crítica de arte en España, donde esta semana se hará foco en el arte argentino
BIOGRAFÍA
Estrella de Diego nació en Madrid, en 1958. Crítica de arte, escritora, profesora universitaria y columnista del diario El País, ingresó el año pasado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 2011, el Consejo de Ministros de España le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
LA FOTO
Como objeto inspirador, De Diego eligió las Sombras de Andy Warhol (en la foto, detalle), una serie de 102 lienzos serigrafiados que el artista realizó en 1978, a los 50 años.