Estar sola
Hay muchas mujeres a las que les pasa lo mismo. Sé que es un sentimiento que no les es ajeno
"Mi vida es una columna", confieso siempre. Escribir para mí es sanador. Entonces para ser leal conmigo misma decidí contar lo que me ocurre en esta etapa. Siento que hay muchas mujeres a las que les pasa lo mismo. Sé que es un sentimiento que no les es ajeno. Las conozco, las percibo, las quiero. Después de muchos años de estar en pareja, hoy estoy sola.
Pero me gustaría definir muy bien qué es "estar sola" para mí. No es literal: tengo hijos entrañables, nietos cuya mirada me llena el corazón y amigos con los que nos brindamos lo mejor de los afectos. Todos ellos llenan diferentes espacios amorosos de diferentes maneras.
Siento que hay muchas mujeres a las que les pasa lo mismo. Sé que es un sentimiento que no les es ajeno. Las conozco, las percibo, las quiero
Ahora bien, estar sola, sin un señor a mi lado me hace sentir rara. Estoy -desde muy chica- acostumbrada a vivir con un marido. Y me reconozco con millas en negociaciones, en actividades conjuntas, en pensar vacaciones de a dos. Conozco a la perfección la tarea de hacer "comiditas" y programas acompañada, de "ese" señor. Muy lejos de mí vanagloriarme, pero me sé grata para convivir. Y no es una virtud propia, es parte de un mandato familiar que viene de mis ancestros turcos, donde al marido hay que atenderlo, hay que mimarlo. He visto a mis tías cocinar durante horas y horas esas empanaditas de masa fila rellenas de queso y salpicadas con sésamo mientras sus cabezas se llenaban de ruleros. Hay que "tenerlo contento" afirmaban. ¿Se entiende?
Mientras escribo esta columna me sonrío ya que la pregunta obvia es:¿a quién tendría que tener contento hoy? Y me contesto: "Loca...a vos. No lo dudes".
Mis amigas, todas, de distintas edades y distintas experiencias levantan el dedito para indicarme "Disfrutá. Hacé tu vida. Usa la libertad que te merecés". Las escucho con cariño, con atención. Pero una vez que empieza el fin de semana me siento rara. Más allá de que se armen algunos programas, algo falta. Recuerdo muy bien en una sesión de terapia de grupo hace mucho tiempo, un gran psicoanalista llamado Fernando Ulloa, como devolución final, señalo : "Any, usted va a crecer el día en que no esté a merced de la mirada de un hombre". ¡Guau pensé! En ese momento estaba casada, tenía dos hijos en la primaria y una bebe recién nacida.
¡Qué difícil va a ser recorrer el camino de la madurez para mí! Estuve siempre atenta a la aprobación de un padre y de un marido
¡Qué difícil va a ser recorrer el camino de la madurez para mí! Estuve siempre atenta a la aprobación de un padre y de un marido. Mi papá falleció tiempo después, pero cada vez que emprendo un trabajo nuevo, imagino qué diría mi viejo si me viera. Y estoy casi segura de que estaría un poquito orgulloso de mí. De cómo salí adelante. De la familia que armé. En fin. Veinte años después me separé de ese señor. No estuve sola, rearmé mi vida de pareja.
Hoy la situación cambió. Estoy sola. Lo escribo y me da un poquito de vértigo. Me dan ganas de parar acá. De no exponerme. Pero si no le pongo el cuerpo a mis trabajos, no soy yo. No es mi tema hacerme la distraída. Presiento que las mujeres van a entender. También pueden entender que lo que se llama touch and go me deja igualmente sola.
Como estoy más grande, creo que tengo claras algunas cosas que no quiero. Y cuando hablo con amigas -un básico de mi vida- todas, indefectiblemente parecen sentir que estoy desaprovechando una oportunidad maravillosa que me da la vida: una carrera, un trabajo, unos amigos, una familia.
Mi mamá, que siempre pega justo en mis partes más vulnerables, un poco enojada me dijo con énfasis "Basta Any...vos tenés una vida privilegiada. Basta de añorar lo que no tenés".
Es correcto el comentario. Salgo de tomar café con ella, que vive a unas cuadras de mi casa. Y mientras camino esas cuadras , me digo "tiene razón". Luego de un par de horas me da un poquito de angustia porque creo que es una verdad de "la cabeza", pero mi corazón se niega a reconocerlo. Bueno, en eso estoy. En tratar de juntar mi cabeza con mi corazón. No me parece una tarea menor...