Estados Unidos: ¿abatimiento de la inflación sin recesión económica?
El miércoles 2 de noviembre pasado, tal como lo pronosticaban la mayoría de los analistas, la autoridad monetaria de los Estados Unidos elevó su tasa de referencia en 375 puntos básicos; llevándola de 3,25% a 4,0%, siendo éste su mayor nivel desde la crisis global de 2008. Esta fue la sexta suba a partir de marzo pasado y la cuarta consecutiva de 75 puntos. Asimismo, decidió mantener el actual ritmo de retiro de liquidez mensual.
Claramente entonces, ante el actual escenario inflacionario la Reserva Federal ha decidido mantener su actual y ortodoxa política monetaria restrictiva; esto es: suba de tasas y retiro de liquidez.
Surgen aquí algunas cuestiones fundamentales: ¿cómo afectará esta estrategia los niveles de actividad, cuándo comenzará el cese de la misma y a qué ritmo? A través del tradicional “Comunicado de Prensa” y de las posteriores declaraciones del Presidente de la entidad Jerome Powell, se pueden encontrar pistas acerca del actual pensamiento de la Fed respecto a las cuestiones planteadas. En efecto, dicho documento destaca los siguientes puntos:
- Recientes indicadores muestran modestos crecimientos en el gasto y la producción;
- El mercado laboral continúa “robusto” y el desempleo se mantiene en bajos niveles (3,7%);
- La inflación a septiembre permanece elevada (8,2% anual) debido a desequilibrios de oferta y demanda por la escasez de suministros provocada por la pandemia y elevados precios de las commodities energéticas, agrícolas e industriales generados por la criminal invasión de Rusia a Ucrania. A estos factores se le suman bolsones de falta de oferta de trabajo en un gran número de sectores;
- Nuevos aumentos de la tasa de referencia serán “apropiados” en orden a lograr abatir la inflación;
- La autoridad monetaria ratifica su “fuerte compromiso” de retornar la inflación a su objetivo del 2% anual.
Del “Comunicado” en cuestión se desprende que, al menos por ahora, la actividad económica no se ha deteriorado y que la inflación aún no perdido su intensidad. Ante este escenario la pregunta clave es cómo seguirá la actual política monetaria restrictiva y cuáles serían sus impactos en los niveles actividad.
Por su parte, el presidente Jerome Powell en declaraciones posteriores fue muy claro: la prioridad es abatir la inflación, para lo cual “se hará todo lo que sea necesario” (sic”´); pero cuidando, simultáneamente, que el inevitable enfriamiento de los niveles de actividad -producto de la suba de tasas y el retiro de la liquidez – se trate sólo de una desaceleración (disminución de la tasa de crecimiento) y no de una recesión (caída del PBI).
A este respecto, ratificó lo afirmado en el “Comunicado” en el sentido que en los próximos pasos se tendrán en cuenta no solo los hasta ahora leves efectos de las medidas ya tomadas, sino también los desfasajes temporales (“lags”) existentes entre la toma de decisiones monetarias y sus impactos en la inflación y el crecimiento. Dicho de otro modo, en la entidad hay consenso en el sentido que se han ido “acumulando” medidas que sin duda impactarán mayormente en los próximos meses. Por lo tanto, esto abre la posibilidad de que próximamente pudieran comenzar a ralentizarse las subas; so pena que los nuevos ajustes -sumados a los ya acumulados- llevaran a una “sobre reacción” que pudiera provocar una recesión.
Dicho esto, a la fecha nuestro “escenario base” indica que -salvo cambios en la situación actual- a partir de diciembre la autoridad monetaria comenzaría a disminuir el ritmo de nuevas subas: 50 puntos básicos en la reunión de dicho mes y 25 puntos adicionales y consecutivos en febrero y marzo; llegando a una tasa pico del 5%. A partir de allí, y teniendo en cuenta el retardo temporal de los ajustes ya realizados, se iniciaría una etapa de moderación de la restricción monetaria, dando lugar a una etapa de baja gradual de la tasa de referencia. Para que este escenario base se verificara, la inflación – como creemos- debiera continuar su tendencia decreciente iniciada a partir del 9,0% registrado en junio versus el 7,7% de octubre. Por su parte, en consonancia con lo anterior, a partir del primer semestre 2023, en la actividad económica se debiera dar un nuevo ciclo de leves incrementos de la tasa de crecimiento del PBI
De acuerdo a estas hipótesis, la economía no entraría en recesión sino -por el contrario- solo se produciría una desaceleración en la tasa de crecimiento del 2,8% en 2021 a un rango de 1,0% a 1,5% en 2022. Asimismo, la inflación debiera bajar al rango de 6% a 7%. En lo que hace a 2023, en sus últimas proyecciones la Fed estima una tasa de crecimiento dentro del intervalo 1,5% a 2,0% y una nueva caída de la inflación del orden del 4,0% al 5,0%.
Si este fuera el caso la autoridad monetaria habría tenido éxito en su política antiinflacionaria; esto es: habría logrado un cambio de tendencia en la suba de precios sin caer en recesión, con todas las consecuencias positivas que ello implica.
Un último comentario. En recientes declaraciones Kristalina Georgieva, número uno del FMI, en consonancia con nuestro escenario base declaró que “es muy posible que las economías centrales se estén acercando a los picos de sus respectivas tasas“.