Estado de situación: mejor que nunca
Es curioso cómo, sin proponérselo especialmente, el papa Francisco, con su ecuménico viaje por las Américas, llevó al idioma español a ocupar la primera plana de los diarios y a ser tema de debate. Como Su Santidad solo iba a pronunciar cuatro de sus discursos en inglés y el resto lo haría en español, esto dio pie para todo tipo de regocijos y de molestias, de un lado y del otro.
Por eso, la candidata demócrata Hillary Clinton (@HillaryClinton) fijó límites a las discusiones estériles con un certero tuit: "La libertad incluye el derecho de hablar en cualquier idioma. Eso nos hace fuertes como país y es algo que debemos celebrar, no denigrar". Y también porque, como se apresuraron a señalar los lingüistas amigos, en los Estados Unidos está una de las comunidades hispanohablantes más numerosas del mundo.
Realmente, este es el momento del español en todos los terrenos, incluso en el científico, aunque en este falte todavía sembrar más para que se equipare con el inglés. Se siente, podríamos decir, un panhispanismo que recorre el mundo y que contiene todas las voces. Este fenómeno se ha ido incrementando con la aparición sucesiva, en los últimos años, de las grandes obras del idioma: la Nueva Gramática de la lengua española (2010), la Ortografía de la lengua española (2010), el tomo dedicado a Fonética y fonología (2011, acompañado del DVD "Las voces del español. Tiempo y espacio") y, por fin, la tan esperada 23» edición del Diccionario de la RAE, en 2014, que de alguna manera había ido anticipando el Diccionario en línea, cada día más consultado, por otra parte.
No habría que olvidar ahora la contribución constante de muchas instituciones y particulares para que este idioma nuestro, que es tan lindo y tan sonoro en los versos de los poetas, fluya igualmente con calidad en los medios de comunicación y en las redes sociales. Esa es tarea que han emprendido todas las Academias hermanas de la RAE, la hoy ya muy consolidada Fundación del Español Urgente (Fundéu), y todos los blogueros y todos los tuiteros que se ocupan de escribir sobre la corrección de la lengua, de probables etimologías, de infinitos debates sobre coloquialismos, de esos extranjerismos y esos neologismos que ingresan a diario con total desparpajo a un idioma que cada día está más vivo, más rico y mejor dispuesto para ofrecer una lectura distinta de la realidad, tan variopinto se ha vuelto. De manera que si alguien preguntara cuál es hoy su estado de situación, ningún hispanohablante mentiría si dijera: "Mejor que nunca".
Ahora bien, el catalán-colombiano Miguel Ángel Bastenier dice que "el periodista, como el caracol su joroba, transporta consigo un cargamento de informaciones inútiles hasta el día en que dejan de serlo". Borges, en el breve cuento "La trama", habla de que al destino "le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías".
Ambas observaciones se complementan hoy, en esta columna, que será la última de quien esto escribe. La información inútil que repentinamente cobró mucha utilidad es que Línea directa se publicó por primera vez un 28/9/2009. Su título, "Diminuta copia de jardín", hacía referencia a la primavera y al lapacho en flor sobre el que tantas veces había escrito Félix Luna a Cartas de los lectores. La simetría es evidente: hoy, 28/9/2015, seis años después, y en primavera, esta columna termina con los versos del poema "Les jeux sont faits", de Olga Orozco, citados también en aquella oportunidad: "¿Cuál es el recuento final, el verdadero, intocable destino? / ¿El que quise y no fue?, ¿el que no quise y fue?".
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