Espejismos de la vida cotidiana
Sobre Algunas familias normales, de Mariana Sández
Diez cuentos integran Algunas familias normales, libro de Mariana Sández que, además de escritora, es editora y gestora cultural. Estos relatos manejan con soltura distintos niveles de ironía, miden la progresión expositiva para conseguir un mayor impacto narrativo y utilizan un lenguaje coloquial que, sin dejar de ser directo, propone zonas ambiguas de interpretación.
“Para que no sobre tanto cielo” analiza la conflictiva relación entre un adolescente, su padre y su nueva pareja desde la perspectiva de cada uno de ellos. Lo absurdo preside “Diario de un animal” en el cual un arquitecto describe la extraña “transformación” que lo afecta. Lo disparatado también impulsa al protagonista de “Lisandro (sus producciones)”, que cree haber encontrado en un hombre que acumula basura el tema perfecto para alcanzar su consagración literaria.
“Las hermanas Requena” habla de dos mellizas inseparables que se distancian cuando la menor se enamora, a los setenta y nueve años, de un violinista indigente. “Actas de consorcio” lleva hasta lo inaudito la animosidad de unos propietarios contra una vecina del mismo edificio. En estos dos cuentos hay una ruptura en el mecanismo de lo habitual, que puede o no desafiar a la lógica, pero que finalmente impone la restauración de lo rutinario por encima de los sentimientos románticos o de una tragedia.
“Fotos de familia” plantea, en clave cómica, una variante del síndrome de Estocolmo. “Algunas familias normales” trata de un muchacho cuyo hermano padece un retraso mental. “Luna en Nueva York” presenta la historia de un productor de radio que se hace amigo de una actriz legendaria. En “Erinias”, una mujer con trastornos psiquiátricos se siente acosada por unas oscuras divinidades que la culpan de ser feliz.
Un relato, “Las lloronas” (sobre la redacción de una revista cultural donde un grupo mayoritario de fumadoras, según la directora, “conspiran” y quieren hablar con el misterioso mecenas que financia la revista), sobresale del resto. Aquí Sández encuentra una atractiva voz narradora y asienta su argumento mediante una estructura sólida. Va tensando una atmósfera de chismosa agresividad en el staff exclusivamente femenino –integrado por “mujeres a prueba de otras mujeres”– hasta redondear un logrado desenlace.
Este cuento, al igual que otros, como el que da título al libro, parecen cuestionar, con diferentes estrategias, los parámetros de normalidad establecidos por la sociedad y sugerir que el mismo concepto de normalidad es apenas un espejismo fomentado por la costumbre.
ALGUNAS FAMILIAS NORMALES. Por Mariana Sández. Zona Borde
120 páginas. $ 180