Escuchar lo que piensan los demás
La iniciativa Argentina Conversa apunta a la construcción de vínculos basados en la confianza
Tato Bores circula cada vez más en las redes sociales. Su imagen y su voz inconfundibles relatan la historia -y el presente- con lucidez incomparable. Sus monólogos parece resumir noticias de hoy. "Pasaron y pasaron los inviernos, ¡y no aprendemos!", dice en uno de ellos mientras se acomoda la peluca, da una pitada al habano y nos interpela: "¡Un cacho de culpa tenemos todos, también!".
El humor divierte y alivia, hasta que el teléfono que lo acompaña o alguna mención de época nos recuerdan que eso lo dijo hace casi treinta años. ¡Y seguimos sin aprender!
¿Qué pasaría si comenzáramos a hacernos cargo de nuestro "cacho de culpa"? Ese "cacho" que, por cierto, es menor comparado con la gran responsabilidad que cabe a quienes ejercieron o ejercen el gobierno. ¿Qué pasaría si, pese a eso, lo asumimos y decidimos participar de la vida pública? Podríamos hacer un gran aporte, generar energía social, acciones compartidas para empezar a oírnos, a respetarnos, a construir nuevos vínculos basados en la confianza, como los que sustentan a las sociedades más desarrolladas y felices del planeta.
Si algo explica el origen de la cultura y la historia de la humanidad es que somos animales sociales y contamos con un lenguaje que, en palabras de Yuval Harari -en su magnífica obra De animales a dioses-, nos permite cooperar de maneras extremadamente flexibles con un número incontable de extraños.
Hay razones entonces para justificar, en pleno siglo XXI, un llamado como el de Argentina Conversa, que parece convocar apenas a escucharnos y conversar, pero que en verdad va mucho más allá.
Hace varios meses, personas de diferentes orígenes e ideas compartimos una profunda preocupación por la situación de nuestro país. Ese fue el vínculo que nos acercó: comprender y asumir lo que, tiempo después, resumiríamos en el primer párrafo de la declaración que suscriben varias decenas de personalidades argentinas: "Las crisis argentinas son recurrentes desde hace largas décadas y se han producido bajo gobiernos de distinto signo. Son determinantes para ello problemas de indudable gravedad que no logramos resolver como la magnitud de la pobreza, la corrupción sistémica, la imposibilidad de estabilizar un proceso de crecimiento y la de consensuar mínimas políticas de Estado en temas cruciales como la educación, la salud, la seguridad, el trabajo y reglas básicas estables en materia económica que permitan desarrollar las actividades con un razonable grado de previsibilidad".
Advertimos que sufrir problemas de semejante dimensión durante tantos años sin poder enfrentarlos con algún éxito tiene una directa relación con nuestra forma de relacionarnos. Destacamos que "lo habitual es la confrontación, la falta de respeto por la diferencia o, directamente, la descalificación de quien piensa distinto", y que eso se potencia en años electorales como el actual.
En el marco de cuestiones graves que afectan la vida de las personas, desprestigian a la dirigencia política, económica y social, y ponen en riesgo a las instituciones democráticas, resaltamos "una notable falta de apego a la ley, que nos acerca a una peligrosa anomia"; también, que "un elevado porcentaje de la sociedad no confía en los poderes del Estado ni espera de la Justicia una resolución fundada y razonable de situaciones conflictivas".
Desarrollamos estos razonamientos sin ninguna pretensión de originalidad, pero con la firme voluntad de encontrar una senda de encuentro solo concebible dentro del sistema democrático. La vigencia formal del Estado de Derecho no es suficiente para resolver los problemas, pero bien sabemos a qué extremos de abusos y horrores nos puede conducir su ausencia.
El caso argentino es objeto de estudio a nivel mundial. Una sucesión tan prolongada de crisis y fracasos de un país con notables recursos naturales y humanos -lo que de ningún modo justifica considerarnos "ricos"- no tiene mayores puntos de comparación en la historia.
Sabemos que nada cambiará mágicamente, ni con personas providenciales ni por un resultado electoral, cualquiera sea su signo. Cuando se llevan más de 30 años -más allá de pequeñas mejoras circunstanciales e insustentables- con un tercio de la población bajo la línea de pobreza, cuando la única certeza respecto de las reglas de juego de un país es la incertidumbre, es absurdo creer que la situación mejorará salvo que, con un amplio consenso, se defina un rumbo distinto.
Tales las razones por las que invitamos a conversar. Porque no imaginamos otra vía apta para construir lo que es básico en cualquier sociedad avanzada: políticas de Estado serias y estables que se mantengan cualquiera sea el gobierno electo. Porque solo escuchando con respeto lo que piensan los demás y estando dispuestos a cambiar, podremos superar la idea de lo binario (bueno/malo, amigo/enemigo), que solo entiende el conflicto en términos de victoria o derrota, como única forma de vinculación.
Proponemos acciones que promuevan escenarios de encuentro entre protagonistas con ideas distintas para que, a través de conversaciones positivas y respetuosas, se logren acuerdos básicos sobre temas de importancia a fin de colocar dichos acuerdos en la agenda electoral y política actual, procurando su cumplimiento y permanencia.
Para llegar a este objetivo tenemos previsto realizar un acto público de lanzamiento nacional de la iniciativa. Además, establecer mecanismos consultivos para definir esos temas considerados clave; trabajar con expertos en dinámicas específicas de las conversaciones; aprovechar la tecnología para lograr una plataforma de participación colaborativa y abierta; implementar una primera ronda de Argentina Conversa con presencia federal y protagonistas representativos; lograr propuestas claras y concretas por cada tema desarrollado; difundir en un acto público de relevancia los Acuerdos Básicos con presencia de candidatos confirmados por los diversos sectores; auditar, de manera colectiva, el cumplimiento de los acuerdos y sistematizar la experiencia lograda para generar seguimiento y comunicación de los logros.
Si bien la idea es ambiciosa, de poco serviría si nos quedáramos ahí. Aspiramos a consolidar una metodología de participación ciudadana y que Conversar sea una costumbre permanente de los argentinos. Porque solo así podremos concebir un país viable y sustentable para el conjunto de la sociedad y porque es realmente urgente e indispensable empezar a transitar ese camino.
Oyhanarte es abogada y mediadora; Drucaroff, abogado y especialista en ética pública.
Las adhesiones a la iniciativa se reciben por correo electrónico en argentinaconversa@gmail.com,