Escritores al límite: cuando la propia crisis se hace literatura
Hay hechos que golpean y dejan marcas. Que trazan fronteras íntimas, existenciales. Un antes y un después de aquello que pasó y obligó a enfrentarse a los miedos más primitivos. Para algunos escritores esto deviene en nuevos textos. En el marco del Filba -en su edición nacional realizada el fin de semana pasado al sur de Mendoza, en San Rafael- una mesa reunió a autores con la consigna de compartir alguno de esos momentos límite de la vida. El concepto de frontera fue el eje que atravesó todo el Festival y esta mesa fue sin dudas la más personal.
Para Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego, Anagrama) un mediodía de sol, intoxicada en el baño de un maxikiosco de la avenida Córdoba, fue el límite. Para Iván Moiseff (La naturaleza es la iglesia de Satanás) en cambio una confesión sobre su identidad mientras su madre agonizaba fue el punto de inflexión. Y la poeta y performer Tálata Rodríguez relató que un día estuvo a punto de tirar toda la correspondencia que mantuvo durante más de una década con su padre -un tarotista de la guerrilla colombiana- y la convencieron de no hacerlo. El resultado fue Padre Postal, un texto performático que escribió para el ciclo Mis documentos, dirigido por Lola Arias.
Mariana Enriquez leyó un texto inédito que en un fragmento decía: "Una noche tan intrascendente e intensa como las demás —en esa época aprendí que ese dúo es posible— me metí en el baño del Búkaro a tomar un tiro, como tantas otras noches. Cuando iba a encender la luz, me di cuenta que no hacía falta. En el baño era pleno día. No tenía techo, el baño. Y el sol brillaba en el cielo de otoño totalmente solo, sin nubes, en medio del azul más límpido que se pueda imaginar. Por la posición, debía ser el mediodía. Yo creía que, como mucho, serían las 4 de la mañana. Ese sol fue mi límite. No fue una revelación ni me caí de culo como San Pablo de camino a Damasco pero recuerdo que me sentí muy patética. Muy sola y muy triste. Y la diferencia entre lo que de verdad pasaba y mi reloj tóxico resultó en una especie de asombro, una especie de shock".
Puesta a pensar en otros autores cuyos límites resultaron en libros, Enriquez rescató un texto de Emmanuel Carrére y otro de Anne Rice: "De vidas ajenas, de Carrére, un libro que adoro, que el autor escribió a partir de estar en el tsunami de Sri Lanka -y asistir a la muerte de una nena que conocía-. Luego se entera de que su cuñada está enferma de cáncer. Y él escribe ese libro sobre la vida, la muerte, la justicia y los modos en que nos arruinamos y mejoramos la existencia. Un libro que es una maravilla. También, extrañamente, Entrevista con el vampiro, de Anne Rice está escrito a partir de una situación límite. Porque su hija murió de leucemia y ella construyó en el libro a una niña vampiro, de la misma edad que su hija, una nena que no se muere nunca (y que está relacionada con su biografía, con la sangre, y lo que provocó la muerte de la niña real)".
Moiseff también compartió con el público sanrafaelino un momento que trazó una frontera en su vida. Que aconteció mientras su madre se moría en una cama, a su lado. Y contó cómo este suceso le señaló otra propiedad de la literatura: su cualidad de ejercer también como un linaje. "Lo que aprendemos de nuestras familias, la escuela, los amigos son visiones de mundo. Y las visiones son, también, una forma de poner fronteras a las cosas. Lo que creemos bueno o malo, lo que nos hace avanzar hacia algún lugar nuevo o detenernos. En ese sentido la literatura es una máquina de ampliar fronteras. Una forma de desordenarnos. Una red de visiones, de formas de estar en el mundo, que nos sacude. Una gran conversación de fantasmas a través del tiempo que si estamos dispuestos a abrir las tapas de un libro nos convoca y transforma. Para mí es casi una entidad a la que uno se acerca para salir transformado. Como si los lectores tuviéramos un árbol genealógico más amplio". En cuanto a otros autores que escribieron a partir de encontrarse al límite, Moiseff recordó la última novela de Jack London, El vagabundo de las estrellas. Una novela inspirada en los viajes astrales que realizó su amigo Ed Morrell durante las sesiones de tortura a las que era sometido en la prisión de San Quintin. "Durante los tormentos, que consistían en atar completamente a los presos y dejarlos en un cuarto oscuro durante días, Ed Morrell entraba en trance y recorría sus vidas anteriores. El libro de Jack London recorre estás regresiones. Pero también recupera atmósferas de su infancia, ya que su madre practicaba sesiones de espiritismo a menudo". Y agregó otro texto atravesado por estas experiencias extremas: Historia de la verdadera conquista de la nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. "Es una memoria escrita en 1568 por un soldado de Cortés. Es una de las visiones más conmovedoras y terribles del fin del México antiguo porque está escrito que por alguien que aún admirando la cultura azteca participa de su destrucción. Bernal estaba fascinado por las ciudades con su arquitectura, sus mercados infinitos, su gente".
Tálata Rodríguez contó cómo rescató de la humedad las cartas que mantuvo desde los 6 años con su padre. Un tarotista de la guerrilla colombiana, chamán, pintor pero sobre todo un padre epistolar con el que construyó una relación literaria cuando ella se mudó a vivir a Buenos Aires con su abuela. Rodríguez vuelve a leer esas cartas -a las que ha clasificado desde nuevos significados- en las que mira al pasado y se proyecta en una nueva relación con el que hoy llama "mi padre Facebook".
Para el escritor y editor Luis Chitarroni "el tema de escribir a partir de una situación límite supo ser muy literario, décadas atrás". Mencionó el caso de autores como el poeta y etnógrafo francés Michel Leiris que escribió De la literatura considerada como una tauromaquia. "En ese libro se exalta el riesgo de escribir ante la inminencia (o como consecuencia) de un peligro distante. Pero también recuerdo un texto de Oscar Masotta (quien introdujo a Lacan en la Argentina) titulado Roberto Arlt, yo mismo, que cuenta la experiencia de un brote psicótico y la pérdida de reputación -personal, intelectual, social- entre sus contemporáneos. Está en el libro Conciencia y estructura, reeditado hace unos años por Eterna cadencia. O, también, El dios salvaje, un libro del crítico inglés llamado Al Alvarez que cuenta su relación con Sylvia Plath, y escribe este texto a partir del suicidio de ella. Es un ensayo sobre el suicidio".